Capítulo VI

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Alexby.

Jamás en la vida me había sentido tan desesperado, me sentía dentro de una pecera en la cual el nivel del agua subía a cada segundo, por cada vez que gritaba pidiendo ayuda sentía que el oxigeno se me era arrebatado.

Empujaba la puerta una y otra vez gritando siempre la misma palabra "ayuda", de momentos me quedaba callado creyendo que al otro lado escuchaba los pasos de alguien que venia a liberarme. Quería salir de aquel cuarto, no sabia que era aquello que tanto miedo me causaba pero ciertamente me mantenía ajeno a querer saberlo, con más fuerza de la necesaria empuje la puerta y escuche como los marcos de esta se quejaban, un ligero cosquilleo de excitación recorrió mi cuerpo y con más fuerza que la vez anterior empuje y golpe la barrera de madera, vi entonces una rendija de luz filtrándose en uno de los costados de marco, deduje entonces que estaba a nada de lograrlo. Di tres pasos hacia atrás y cuando sentí que tenía la energía suficiente me lance de nuevo hacia enfrente, estrelle mi cuerpo contra la puerta y sentí como esta cedía ante mi contacto reí como loco estando en el pasillo y me proyecte hacia la salida, pero algo no me dejo llegar era un símbolo —una esfera quizá—que proyectaba formas extrañas, intente esquivarla pero no lo logre, esta se expandió hasta llenar todo el espacio posible y como si se tratase de una esponja me absorbió, grite desesperado y pronto sentí el sabor metálico de la sangre atravesando mi garganta. Cerré los ojos y me entregué por completo a la oscuridad que me envolvía, había perdido aquella batalla ante aquel monstruo sin cara.

Desperté siendo arrastrado por una fuerza sobrenatural al fondo de un oscuro océano. Lanzando zarpazos al agua comencé a nadar a la superficie sintiendo aun como un imán me llevaba al lecho marino. Cuando logré apreciar la luz del día atravesando la cristalina superficie me impulse forcejeando con el cansancio y en menos de lo que esperaba sentí el calor del sol acariciando mi piel, saque la cabeza del agua jadeando y mirando en torno a mi divise una playa lejana, sin dudarlo nade hasta llegar a la orilla. Me arrastre hasta quedar una distancia bastante considerada del agua ya que justo ahí fue donde me comencé a sentir seguro, tirándome boca arriba cerré los ojos y deje que el sol me calentara.

Horas después me encontraba caminando en la playa buscado algún indicio de vida, de vez en cuando gritaba, pero sabía que nada de lo que dijera en aquel lugar era escuchado por alguien pues las olas del mar que lamían el suelo de arena y golpeaban las rocas de un acantilado cercano opacaban cualquier sonido que emitiera.

Decidí que no me quedaría al sol quemándome toda la vida y comencé a trepar por las rocas que estaban a un costado mío. Mientras ascendía por aquel muro me iba dando arañones con las piedras filosas que se asomaban; de vez en cuando me detenía a descansar pues sentía que los brazos me iban a explotar.

De alguna manera no sentía miedo en aquel paraje, más bien un odio a la situación se iba extendiendo ferozmente en mi corto ser. Al ya estar cerca de la sima tome una rama saliente y me impulse con esta para subir por completo. Antes de llegar me imaginaba que en la sima no habría nada y me encontraría con la desoladora imagen de una llanura seca pues antes había visto muchas películas con paisajes de ese estilo, pero me equivoque por completo; cuando ya estuve en mi destino sentí como una cálida briza abrazaba mi ser y el sonido de las olas era acallado por el de aves cantando y árboles bailando al son del viento, mire el paisaje y al instante me enamore perdidamente de él olvidando completamente el motivo de mi reciente molestia, me adentre en la espesura de aquella jungla y comencé a caminar siguiendo el ritmo del palpitar de mi corazón es decir que me deje guiar por las emociones que me suscitaba. Después de un rato caminando la sed no se hizo esperar y el mal humor regresó, pero como si de magia se tratase vi correr delante mío un hilo de agua que escurría por entre unas piedras cubiertas de musgo, me agache y lamí tranquilamente el liquido vital. No entendía porque mis emociones estaban tan contenidas, generalmente a esas alturas del camino ya estaría gritando y rompiendo todo lo que se pusiera delante mío, deduje que tal vez el lugar estaba diseñado o adaptado para albergar en la alguna droga que te mantuviera pasivo mientras andabas por él, como si te llevara sin que te dieras cuenta a un sueño del cual no pudieras salir después. Me enderece del suelo y esboce una sonrisa a la jungla dándole a entender que sabía cuál era su plan conmigo. Restablecí mi andar, pero esta vez con el objetivo de salir de aquel laberinto natural, camine en contra de la corriente del río sabia que este me llevaría a alguna montaña lo suficientemente alta para desde ahí ver hacia donde tendría que moverme después.

Una persona para sobrevivir [Luzuplay, Rubegetta, Wigetta, Rubelangel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora