El cajón de los secretos 1

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Y... No paraban de hacerlo. Cuando terminé y vi toda esa gente aplaudiendo, me sentí completamente viva y con ganas de seguir con vida. Miré a mi madre con rostro de orgullo y esperando que ella me diera una expresión de aprobación, pero por el contrario ella me hizo un gesto de enojo y desprecio lo que me dejó confundida. La gente no dejaba de ovacionarnos, y eso era lo que me llenaba. Dejé de lado a mi madre y a todo tan sólo por oír a todo mundo pronunciando nuestros nombres.

—¡¡¡Otra!!! ¡¡¡Otra!!! ¡¡¡Otra!!! —Gritaba el público a coro. Me sentí halagada pero debía consultar a mi equipo si teníamos alguna otra... Ludwing me dijo que esta vez lo hiciera sola. Cuando vi, estaba Abigail en una de las mesas de atrás, ¿Los chicos la habían invitado o que? Yo me reuní con ellos en círculo como el de los jugadores de fútbol.

—¿Que hace Abigail aquí? —Dije

—Llegó a mi casa y dijo que quería hablar contigo. Pero como no tenía tiempo de atenderla y ella no cedía a marcharse me la traje aquí sin decirte nada— Dijo Mikey.

—¡Eres una pilla! Pero me agradas. Siguiente pregunta: ¿Tenemos otra canción?

—Yo me sé la de "Lindo viaje" de Tercer Cielo. —Dijo Agustín.—

— ¡Si pero necesitamos a un Dj!

—Disculpen caballeros pero aquí tienen a uno de ellos, además María tomó prestada una consola.— dijo Jim

—¿María que hiciste? — dijimos mirando a María.

—Sólo usé un poquito de fuerza... Pero la voy a devolver.— dijo Maria en su tono brusco.

—¿Todo lo tenían preparado verdad? — dije

—Digamos que es una casualidad a nuestro favor — dijo Jim

—Querido público — dije— tenemos una más.

Comenzamos a cantar y el público enloquecía. Por un momento pensé: "¡Diablos! Que buenos somos!" y eso me hizo feliz por un momento. Bailé y canté con esta canción, lo hice con el corazón!

Cuando terminamos todo el público aplaudía como loco, nosotros nos bajamos antes de que nos pidieren otra canción. Cuando bajé ignoré a mi mamá. Parte de mí se avergonzaba de ella y quería olvidarme de su existencia por un momento. Cuando bajé Abigail nos abrazó y nos felicitó. Y toda la gente de poco en poco se acercaba y lo hacía. Al final de la velada dirían quienes serían los ganadores. Creo que era obvio que en esta ocasión seríamos nosotros.

Ludwing empezó a reír como un tonto, lo que llamó nuestra atención.

— ¿Que pasa? —Le dije.

—Es que ya sé a quien le di el laxante.

—¿¡A quien!?

—Al acompañante misterioso de Sara, y ahora ella esta sola en la mesa.

—Esta es nuestra oportunidad. — dije y tomé de la mano a Mikey y nos dirigimos hacia la mesa de Sara —

Ella cuando nos vio venir, volteó la mirada y sacó su celular, tratando de hacer una acción evasiva lo más improvisada posible.

—Hola Sara — dije mientras las dos tomábamos asiento en su mesa.

—¡Mentirosa! Que todo el público te ovacione porque cantas bien, no significa que puedes formar parte de los populares, porque cuando bajaste de ese escenario seguiste siendo la misma perdedora de siempre.

—Si, eso ya lo sé. Solo vengo a darte la bienvenida al club de los perdedores, ya sabemos que te peleaste con Daylin y Kimberly. Lo que pronto te va a dejar como una perdedora. Sabes que sin ellas no eres nada.

—No sé de lo que hablan.

—De que no te incluyeron en las fotos de la fiesta del bimestre...

—Yo no fui a esa fiesta.

—¿Asi? ¿Y quien es ella?— dije mostrándole una foto donde ella aparecía de manera desprevenida.

—¿Donde encontraste esa foto?

—Daylin la publicó en su perfil, y cualquiera que tenga las neuronas intactas se dará cuenta que te humilló, y ya le empezaste a aburrir y pronto serás un trapeador y no te aceptarán más; Y ese día no nos busques porque serás una perdedora sola.

—¿Que quieren?

—¡Que seas popular! Que sigas siendo popular y que me introduzcas al mundo de los populares.

—¿¡Estas diciendo que introduzca a la capitana de los perdedores a los populares!?— Sara suelta una carcajada— ¡Estas loca!

—¡Piensalo! Tarde o temprano caerás.

—¿Y para que quieres ser popular? ¿Para llenarte el ego? ¿Para cumplir el sueño de toda adolescente de secundaria? ¡Eres muy inmadura!

—¡Creeme que no es para eso! ¡Solo eso te digo!

—¿Que me das a cambio Gabriela?

—Te prometo que nunca te dejaremos sola, ni te haremos daño. Tienes mi palabra.

—¿Sabes que podemos fracasar en el intento?

—Eso no importa, es mejor arriesgarse que nunca haberlo hecho.

—Eres rara, pero no de una manera mala.

—Lo tomaré como un cumplido. Aunque dime ¿Quién es el tipo que estaba a tu lado?

—Es un chico llamado Brayan, que me invitó a salir. No es popular pero es tierno.

—¡Creí que era Víctor Dominguez!

—¿Como sabes eso?

—Creeme que si nuestra intención fuera hacerte daño lo hubiéramos hecho de que ratos. Por eso unete a nosotros.

—¿Como confiar en los rechazados?

—Somos tu única opción. Si no entonces publicaremos más fuerte tu vergüenza y te haremos caer más rápido. Aceleraremos tu caída.

—Ahora entiendo porque nadie los quiere... Tienen un lado malo.

—Todo estamos llenos de tinieblas y de luz, por eso te digo... ¿Estas con nosotros?

—Eso creo.

Cuando nos alejamos de la mesa, nos dimos cinco y nos pusimos a festejar. Luego al final de la velada, dijeron que nosotros habíamos sido los ganadores del concurso y pasáramos por nuestro premio. Para ser un premio de beneficencia fue bastante bueno. Nos lo repartimos en partes iguales.

Después nos fuimos en el auto de Maria, nadie sabía que Maria tenía auto hasta hoy, era un bonito corola, sencillo y servicial. Ahora el escuadrón perdedor parecía tener vehículo, por ello no debo olvidarme de María.

Cuando regrese a mi casa recordé que debía volver a mi infierno, mi madre ya se había dormido y ni siquiera pronunció palabra para felicitarme. Yo no le encuentro sentido a esta familia, si todo lo que sentíamos ya no existe... ¿Porque estamos juntos?

Me dolió eso de mi madre, cuando entré a mí cuarto, me encerré y me puse a llorar...