Abigail me fue a dejar hasta mi casa, yo me despedí de ella con un muy fuerte abrazo. En ese momento fue cuando mi mano comenzó a temblar, no lograba meter la llave en la herradura a base del miedo que se apoderó de mí. Mi madre estaba dentro de la casa, y sabía que mutuamente habíamos herido nuestros corazones. Las heridas que ella me había provocado eran muy profundas como para perdonarle hoy. Abrí la puerta, toda la casa estaba en completa oscuridad, ella estaba sentada en la sala con una botella en una mano y en la otra un cigarrillo. Estaba tan fuera de sí, que no siquiera me vio entrar. Subí las escaleras esperando olvidarme del pequeño asunto que era mi madre y poder dormir. Cuando iba subiendo las escaleras encendí una luz que alumbró algo lejos a mi madre, cuando vio la luz me vio en las gradas, volteó a fijar su mirada hacía mí. Pude ver como sus ojos estaban hinchados y sus mejillas empapadas de lágrimas. La vi tan indefensa ante si misma, que no pude hacer más que compadecerme y bajar de esas escaleras. Me senté al lado de ella, y ella sólo me miraba, no sé si estaba drogada, pero no decía nada. Me despertó ternura, sólo le quite el cigarrillo y la botella:
—No es lo correcto — Dije dándole un abrazo, y recostando mi mandíbula sobre su cabeza, acariciando su cabello con mis dedos—
Ella sólo lloraba, y yo sólo la abrazaba. En mi corazón empezó una lucha totalmente interminable. Una parte de mí decía: "Deja a esa mujer, te hizo un daño terrible y no le importas " y otra decía: "No importa lo que pienses de ella, es tu madre, la debes perdonar "
—Cuando... Cuándo... Cuando...— Decía mi madre apenas entre susurros — Estabas en mi vientre, yo te deseaba más que a nada. Cuando fue el parto, me doliste, aún más que la primera vez, pero cuando te tuve entre mis brazos... Sabía que tu peso valía en oro. Eras tan hermosa. Pero cuando creciste, y sucedió...
—Tranquila mamá, no es necesario que sigas.
—Déjame, déjame terminar. Cuando tú y yo nos separamos, fui la peor de las madres, te dejé, nunca me preocupaba lo que tu pensabas, sino sólo lo que yo quería.
—Mamá, eso ya no importa. Podemos empezar de nuevo.
—Y cuando más me necesitabas, yo sólo te Di las espaldas hasta el último momento. Todo fue mi culpa, hija...
—Mamá, yo... — Yo quería decirlo, pero sabía que no podía, ella entonces clavó sus dos ojos brillantes como el mar de cristal en mi. Yo sólo lloré y le dije — Mamá, te perdono. No importa lo que pasó, mi mejor regalo, es tenerte a ti— dije mientras la abrazaba y lloraba. Ella sólo sonrió, tomó mi mano, y me dijo:
—El mayor regalo que puedo tener, ese tenerte como hija.
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El cajón de los secretos 1
Teen FictionImagina que guardas un secreto, y el día menos pensado es revelado delante de todo el mundo. Gaby es una chica que se siente lastimada por todos sus compañeros que le hacen bullyng, y un hogar destruido y un pasado con el carga a diairo. Un día ju...