Jade ansiaba llegar a casa, los días que disfrutaba en Hollywood Art ya no existían ¿la razón? su relación con Beck, el chico de sonrisa amable y con quien más se sentía a gusto, había terminado.
Un suspiro de tranquilidad escapo de sus labios al llegar a su destino, pero desapareció cuando vio a su madre sentada en el sofá esperando la con un gesto de preocupación en el rostro.
- Cariño, al fin llegas. Debo hablar contigo sobre algo. - Jade ladeo la cabeza con ligereza y hundió sus perfectas cejas, era extraño ver a la mujer de ojos verdes luciendo nerviosa.
- ¿Qué sucede?. -Preguntó lanzando su bolso al suelo.
-Es James, tu padre... Vendrá a verte, debes pasar algún tiempo con él. - Explico tocando su mentón con ligereza y jade río.
- Es una broma ¿No? porque de otra forma no logro comprender porque mi "querido" padre quiere verme. - Observo con molestia a su madre.
- Jade, eres su hija, no deben existir razones para que él quiera verte. - Apunto Olivia con suavidad, conocía perfectamente el carácter de su hija.
- Da igual, dile que no quiero, que estoy demasiado ocupada perdiendo mi tiempo en Hollywood Arts. - Jade planeaba subir a su habitación y olvidar esa estúpida charla, pero la voz de su madre la detuvo.
- Debes hacerlo, Hija. - Se miraron a los ojos por varios segundos, la mujer mayor parecía buscar la forma correcta de decir algo más. - Si no te comportas, si él cree que no has madurado y que no es una buena escuela para ti, dejara de pagar tus estudios y te llevara con él o.... te enviara a una academia militar.
- ¿QUE? ¡ESTA LOCO! - Exclamo jade con incredulidad, su padre a veces podía ser tan...IDIOTA.
- La decisión está en tus manos, cariño. Y quiero que sepas que no estoy de acuerdo con nada de esto. - Dejo un suave beso en la frente de su hija y se fue de allí, dejando a una furiosa y resignada chica.
Subió a su habitación, tomo unas tijeras y se dispuso a acabar algunos de sus poemas, escritos y obras. No paraba de mandar al demonio a james ¿Una academia militar? Era descabellado, había tratado de corregir a su hija desde que era una niña y no lo había logrado, jade dudaba mucho que con esa idea lograra algo.
Pero si su padre deseaba tanto que ella se convirtiera en una "chica buena", lo haría. Por supuesto que sí, los insultos, las faltas de respeto, las llegadas tarde a la escuela y las escapadas de casa quedarían en el olvido por cierto tiempo, Se sentía molesta por tener que actuar como algo que no era, pero lo que más le molestaba era tener que pedirle ayuda a la chica que más detestaba,Tori Vega.
Tori vega, la niña inmadura a la que todo el mundo amaba y ella no lograba comprender porque y estaba completamente segura de que jamás lo entendería.
Así paso el resto de su día, odiando hasta el hecho de respirar hasta que su cuerpo no pudo más y se dejó abrazar por Morfeo.
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Jade por razones obvias despertó malhumorada, se ducho, eligió un falda negra, una blusa del mismo color que realzara sus senos, sus queridas botas, una chaqueta y salió de casa, despidiéndose de su madre y prometiéndole que todo estaría bien. Condujo hasta la escuela y se dispuso a esperar a tori.
Después de varios minutos recostada en su casillero logro verla, tapándose los oídos mientras la molesta de su hermana, trina. No paraba de parlotear sobre quien sabe que cosas. Solo tuvo que cruzar unos segundos su mirada con la de vega para llamar su atención.
- ¿Jade? - Pregunto en cuanto se acercó con vacilación.
- Tenemos que hablar. - Aclaro mientras se acomodaba en el casillero de la morena. - Tengo una propuesta para ti.