Es como el arte abstracto de blanco y negro, no podemos entender lo que ha hecho el artista, sólo entendemos que en un lado hay luz y en la otra oscuridad. Es tan nosotros, no se puede entender lo que somos, pero sé que en un momento somos esa luz que termina en oscuridad.
—Sam ¿en donde estás?—pregunta Niall desde la otra línea de la llamada.
—Sabes dónde encontrarme, Ni—le respondo.
—¿Por que estás allí? ¿Pasó algo?—pregunta con preocupación, insinuo.
Estoy aquí en la pequeña casa de árbol de mi hogar, mi padre la había construido para mí cuando era una niña, y sólo recuerdos era lo que quedaba de esta pequeña habitación. Con sólo una caja de juguetes viejos, un pequeño colchón y mi manta de ositos arriba de el.
—Sólo estoy reflexionando, no es la gran cosa—miro mis dedos y respondo en voz baja.
—Samantha Cross, te conozco para que me insistas que estás bien.
—Lo estoy, en serio lo estoy.
—Voy para allá de todas maneras, estaré allí en unos minutos. No te vayas de allí, linda..Mmh Sam.
Me dijo linda, ese momento será difícil de olvidar sino pasa algo mejor.
—Está bien—mi voz suena fría como el hielo, o sólo será porque estoy en el árbol durante el invierno. Escucho el pitido de la otra línea que significa que la llamada a terminado. Me dirijo al colchón sentándome allí en posición de indio, cubriéndome con la manta hasta el pecho. Mis ojos se hacen pesados a medida que pasan los segundos y me quedo dormida en un pequeño minuto.
[...]
—Sam, despierta...—susurra Niall y mis ojos pesan, él aleja su mano de mi mejilla apenas mis ojos se abren y aparece su perfecto rostro, sus mejillas están en un tono rojizo tan familiar, sus labios entre abiertos rosados muy carnosos a mi vista, sus ojos azules brillan como un diamante y se dilatan cuando mis ojos se encuentran con los de él. Su cabello rubio mal teñido en un desordenado peinado con la parte superior hacía arriba.
—¿Hace cuánto llegaste?—le pregunto cuando aparta su mirada de mí y se arropa junto a mi en el pequeño colchón.
—Hace 5 minutos.
—Ah, pensé que estabas desde más tiempo.
—No, y dime, ¿Porque estás aquí?
—Ya te lo dije.
—En que piensas, Sam, dime.
Oh, nada, sólo que estoy profundamente enamorada de ti mientras tú no, que siempre me alejas cuando te necesito y me das la espalda, que necesito estar contigo porque te amo. Te amo tanto que duele, quisiera saber sí realmente crees en el amor, para no darme una falsa ilusión de un nosotros. Tú y yo no cabemos en una oración cómo algo más que amigos, porque no existe, y depende de ti es que funcione está "relación" no existente —pienso decirle, pero es super obvio que eso jamás saldrá de mi boca para él a menos que él de algún paso, cosa que no pasará, obviamente.
—Sam, ¿estás ahí? Sam llamando a tierra—me interrumpe de mis pensamientos.
—Estoy aquí, lo siento. Ando en las nubes.
—No lo noté—dice con sarcasmo en su voz—Dime que piensas—insiste de nuevo.
—Mi mamá—miento.
—¿Que tiene ella?
—Está embarazada.
Apenas tiene unos 3 meses de embarazo con sus 38 años de edad, y yo con 19, por lo tanto, ella me tuvo a sus 20.