Él tomó el teléfono y respondió, con los labios me dijo que era su abuela.
Suspiré. Algo de alivio por lo menos, no son los padres del amor de mi vida.
Volví a su pecho haciendo caricias y escuchando como exactamente latía su corazón con aceleración. Mientras su voz ronca se escuchaba en toda la habitación cuando hablaba con su segunda madre, prácticamente.
Éste era el lugar perfecto.
Donde siempre quise estar, donde puedo ser feliz. Donde en sus brazos puedo sentirme refugiada y sin peligro, incluso puedo sentir respirar, sentirme viva por siempre mientras esté aquí. Siento su horizonte venir al mío y hacerlo perfecto.
Renueva mi vida por completo, y, mientras siga sosteniéndome de estas mil maneras en que solo él puede hacer, yo nunca me iré, nunca lo dejaré, y lucharé cada día por que el desee lo mismo.
Tal vez no siempre estaré aquí, sé que después de todo esto yo volveré a mi horizonte e él irá al suyo, nos destrozaremos, y yo no seré la misma, pero seré feliz. Porque él me hizo serlo. Y eso es todo lo que me importa, hacerlo feliz también.
No sé porqué lo amo, ¿Eso es amor, no?
—Cariño—Me llamó y subí mi cabeza para mirarle.
—Dime.
—Te amo.
—Yo también te amo.
Le dí un beso en su pecho y me refugie más a él. Y me dormí, totalmente segura de que mi corazón latía de verdad. Y sabiendo que él me amaba. Eso fue suficiente para quedarme aquí.
A la hora Niall salió de la cama y se vistió, yo gruñé y él me dijo que regresaría dándome un beso. Volví a dormir, algo inquieta por las horas que sentí que habían pasado y nunca sentí la cama hundirse a mi lado para dormir.
A la mañana me levanté, él si estaba. ¿Cuándo llego? Estaba acostado a mi lado sin tocarme, ni nada. Se ve pacifico, tan dulce, tan vulnerable que no quiero ni tocarlo.
Me paré de la cama con cuidado y cuando fui hasta la puerta él me llamó ¿Cómo se despertó?
—Samantha, cielo. ¿A dónde vas? Ven aquí, anda.
—Amor, voy al baño ¿Si? Ya vengo.
Hice mis necesidades, me bañe, cepille mis dientes, me peiné y me vestí con una pijama que había traído. Cuando regresé al cuarto Niall estaba sentado en la cama mirando al piso y con los ojos pestañeándole a cada segundo. Corrí a él y me senté a su lado, moviendo su cabeza para que me mirara, y lo hizo. Sus ojos estaban brillando como si fuera a llorar, sus mejillas coloradas, con una cara que jamás había visto, como si hubiese pasado algo terrible.
—Amor, ¿Qué pasa? ¿Qué tienes?—Agarre su cabello hasta sus mejillas y lo acerque a mí.
—Nada. Estoy confundido.
—¿De qué?
—Soñé que te habías ido con John y te fuiste, y, me dejaste solo. ¿Harías eso?
—NO, sabes que no, Niall. Dios mío, como puedes pensar eso después de todo lo que te he dicho, después de decir lo que siento frente a TUS PADRES, y aun así no confías en mi. Incluso, ni siquiera puedo dudar de ti, porque yo sí confío, y porque estoy tan distraída en ti que no me importa nada sino que me ames, y mientras sepa que lo haces estoy bien, eso me es suficiente. ¿Si? Escucha, te amo, y eso no va a cambiar. No quiero verte con esa cara nunca más, daría lo que fuera para no verte así, es la primera vez que veo esa cara tuya como si te hubieran puesto un clavo en tu precioso pecho, por favor, solo sonríe, no quiero verte de esa manera.