Capítulo VI

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Como no salgas de la camioneta, te ataré al maldito capó y te aseguro que entrarás de otra manera a esta casa.

— Pues así quien no quisiera salir, como andamos de ánimos ¿eh, Smoke?— Oi a Nac decirle a Smoke seguido de un bufido y una puerta cerrarse.

— ¿Pueden callarse por una maldita vez? Estamos en una jodida revisión, no en una puta salida de compras– Me volteé para mirarlos– Como no se callen os juro que me encargaré de acabar con lo que queda de sus malditos sesos, y eso va para todos. ¿A quedado claro?

— Sí, Rey– Oi al unísono.

Acomodé mi máscara, asegurándome de que estuviera firme. Sabía que ser líder de una banda de criminales sería complicado. Más cuando hay algunos integrantes que se comportan como putas niñas de preescolar. Negué con la cabeza antes de voltearme a mirarlos, todos estaban acomodando sus mascaras en silencio y me agradó el hecho de que me respetarán y acatarán mis órdenes sin titubeos.

¿Que puedo decir? No por algo me dicen Rey.

—Mueve el culo, idiota.

—Me pueden explicar ¿por qué llevamos los trajes cuando hacemos la revisión?– Dijo Nac sacando algo del auto seguido de la puerta cerrarse.

Molesto, me dirigí a él, cogi su chaqueta levantándolo ligeramente del suelo y dije.

—Como vuelvas a preguntarlo otra puta vez, volaré tu maldito culo de un puto disparo– Echó su cabeza hacia atrás con cansancio— Por ultima vez y será mejor que lo anotes, pedazo de imbécil, nos ponemos nuestros trajes porque si alguien nos ve no sabrá nuestras identidades, por ende no nos veremos en la necesidad de matarle, por desgracia– Asintió y lo solté.

Comencé a caminar con dirección a la casa, para al fin comenzar con esta puta revisión que se estaba extendiendo demasiado. Cuando oigo algo.

Un puto móvil desbloqueándose.

Me volteé hacia los chicos, y con un dedo en mi boca dije— Shhh– Ellos entendieron y de inmediato desenfundaron sus armas.

Lentamente caminé a donde sabía provenía el ruido; detrás de un árbol podía ver la menuda figura de una chica. Ella estaba retrocediendo, la podía observar al igual que al brillo de su estúpido móvil.

Con un movimiento ágil alcancé a cogerla por los hombros antes que se metiera entre unos arbustos, y con un poco de fuerza la jalé hasta dejarla descubierta.

Ojos amarillos...

Abrí los ojos lentamente y un pitido resonó en mis oídos. Me sentí aturdido y mareado.

— ¿Que co...? ¡Ahg!– Mi cabeza dolía horrores. Llevé mis manos a ella, manchándolas de sangre en el camino.

—¡Demonios!– Tardé solo un minuto en acordarme de lo que había sucedido.

Rápidamente me incorporé, sentí una horrible sensación de náuseas, pero ese era el menor de mis problemas. Esa maldita niña se había escapado y quien sabe donde mierda estaba ahora.

Miré el suelo, en busca de mi móvil, en mi bolsillo no estaba y lo más probable era que ella lo haya tomado para contactarse con alguien o con la policía. Me sentí aliviado de saber que ese desecho no tiene rastreador. La astucia de este trabajo es tener objetos desechables, que no tienen ningún valor o importancia a la hora de perderlos.

Joder, el regocijo me duró poco. Mi cabeza seguía escurriendo sangre y escocía como la mierda.

Tambaleándome llegué hasta el baño, abrí el compartimento que hay detrás del espejo del lavado donde saqué un maletín de primeros auxilios. Traté de observar mi herida en el espejo pero no pude, estaba muy atrás.

— Jodida niña– Mascullé mientras limpiaba como podía con un algodón empapado en alcohol.

Esa niña. Necesito encontrarla, necesito saber donde y con quien vive, donde y con quien frecuenta. Y conozco a la persona indicada para ello.

Con una mano junté la herida mientras que con la otra comencé a engrapar como pude.

Ya estaba acostumbrado a hacer esa mierda.

Limpié todo lo que ensucié y me di una ducha. No sabía cuánto tiempo había transcurrido desde que esa niña se había escapado. Pero no me preocupaba en lo absoluto, ya que nadie le creería que vio a uno de los criminales más buscados y estuvo junto a él en la misma casa.

Lo que sí sabía era que la encontraría, más temprano que tarde.

Isaaz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora