Él me agarraba fuertemente del pelo, tirando de mí hacia atrás y yo ahogué un grito antes de llevar mis manos a la cabeza para intentar disminuir la fuerza del tirón.
-Suéltame -le dije, suplicante y me soltó, pero para empujarme fuertemente y así hacer que cayera al suelo, después de golpearme el hombro con la pared.
Siempre era lo mismo, con golpes diferentes pero con el mismo propósito.
-A ver si aprendes a obedecer de una vez por todas -susurró agachándose y dándome una bofetada para luego irse de la habitación, dejándome sollozando en el suelo, con el cuerpo dolorido.
Me sobresalté al recordar tal cosa y de repente me faltó el aire. Dolía recordar eso. Era tan espantoso tener que vivirlo de nuevo en tu cabeza y no poder evitarlo. Sacudí la cabeza para despejarme del cruel recuerdo, pero apenas funcionó, porque seguía en shock cuando Mark me trajo la taza de café. Cuando me di cuenta, él la estaba depositando entre mis manos temblorosas y frías, pero no fui capaz de decir nada. Lo miré a los ojos y vi cómo la pena y preocupación invadían los suyos, pero sabía que los míos estaban perdidos, pues mi mente viajaba al pasado y no podía evitarlo.
Cerré fuertemente los ojos al recordar algo que realmente me dolió y algo salpicó mis manos. Cuando los volví a abrir, me di cuenta de que mis manos estaban temblando tanto que había derramado el café.
-Ey... -murmura Mark y me coge ambas manos, intentando detener el temblor. Y lo consigue.
Aprovecha el momento para quitarme la taza de las manos y depositarla en la mesita de café que teníamos delante.
-Ey, nena... Anda, ven aquí -tiró de mi mano con suavidad y yo me senté en su regazo. Me abrazó, depositando su cabeza en el hueco de mi hombro-. Lo siento, ¿si? No pretendía hacerlo... Estaba un poco borracho, sabes como soy.
Asentí con la cabeza porque estaba tan enfadada que si habría la boca sabía que iba a empezar a gritar y eso no le iba a gustar, así que mantuve mi boca cerrada.
Comenzó a besar mi cuello hasta llegar a mi oreja y susurró levemente.
-Venga, vamos a la cama.
Obedecí. No podía hacer otra cosa sin sufrir consecuencias.
Agarró mi mano y yo me sobresalte, echándome a un lado, todavía pensando que era Daniel. Sorprendí tanto a Mark que este empezó a pedirme perdón y yo lo miraba extrañada, pues ya no recordaba por qué estaba lamentándose. Nuestras miradas se cruzaron y el lentamente se acercó a mi. Su mano acarició mi mejilla y al ver que no hacía nada para apartarme tiró suavemente de mi, así que me recosté en el sofá y apoyé mi cabeza en su pecho, escuchando el latir acompasado de su corazón, mientras otro recuerdo acudió a mi, pero lo intenté rechazar. Cerré fuertemente los ojos y tragué sonoramente mientras abrazaba con fuerza al chico. Pero al final me quedé dormida sin que otro recuerdo me estorbara, al mismo tiempo que Mark pasaba sus dedos mi pelo, intentado tranquilizarme.
-¿Dónde están las cervezas? -gritó Daniel desde la cocina.
-Te las acabaste ayer, ¿recuerdas?
Oí sus pasos acercarse al salón y dejé de planchar para observarlo.
-¿Y por qué no has ido a comprar más? -sus calma no me tenía buena pinta y me asusté un poco.
-Tenía que hacer otras cosas.
-¿Como qué?
-Limpiar y hacer la cena.
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Tu, yo y el hombre de Plata [PAUSADA]
Teen FictionOctavia se marchó de casa antes de acabar el instituto hace dos años. Ahora vive con su novio, pero las cosas se complican y sus padres la encuentran y la llevan de vuelta a casa. ¿Podrá volver a ser la misma de antes después de todo lo que le pasó?