Capitulo 3

2.4K 224 76
                                    


Capítulo 3 Un día cualquiera.

(Reescrito).


Academia Metropolitana de Metrópolis

10:40 AM

Finales de Abril.

La maestra no le miraba con buenos ojos en ese momento, haciendo sonar el choque de la plataforma del tacón contra el suelo, jugando los nervios de los exponentes. O bueno, jugando con el cobarde a su lado, por su parte estaba controlado...aparentemente.

Se repitió de nuevo al mantra de su padre cuando había situaciones en las que desafiaba su temple, respirar y exhalar en silencio para no estallar de nuevo. Si su padre le disgustaba que se descontrolara, el mismo se odiaba por ello, a comparación de sus primeros años de vida al lado de su madre, podía sobrellevar las cosas con frialdad. Pero eso fue antes, ahora se siente como una vulgar bomba que explota con la mínima chispa.

Colin desde su escritorio compartido en la tercera hilera suspiraba de resignación por la suerte de árabe, tapándose con los brazos y expresarle a los dioses lo que ellos quisieran. Por otro lado, el esperaba a que su compañero cantara de una vez la parte que le tocara, pero este no más se Moria del miedo puro, tartamudeando su parte.

La docente le miro acusadora, tal vez ya algo cansada de lo mismo, y también lo estaba de su afán por ponerle con niños incompetentes. Terry por lo general era un niño extrovertido y sin pena social, pero que este al lado suyo muriéndose de nervios y en un bloqueo verbal le señalaba como el culpable. No la tenía...por completo, solo unas amenazas de por medio.

-Tienen 7-fue todo lo que dijo la mayor, sin intimidarse ante la mirada asesina de Damián. Tenía bastante experiencia con sus hermanos, este no ha rebasado la racha de Jason, aún.

Damián miro asesino a Terry, que se fue corriendo a refugiarse en la seguridad social de las masas, mirándole como si fuera el peor de los males. Chaqueo la lengua, yendo a su escritorio por su almuerzo empacado e irse sin mirar a nadie hacia su casillero.

La iluminación ahora le parecía una porquería, acostumbrado a las antorchas o al neón de la cueva y la ultravioleta, achicando los ojos verdes por el exceso de luz. Anoche se había desvelado por una patrulla, tranquila para su fastidio, sin desquitarse con nadie.

Una sombra más grande que él se dibujó por encima de su silueta cuando acomodaba las cosas en su locker, gruñendo de hastió al percibir los problemas. -Hola pequeña rata-le saludo un joven, unos grados mayores que él por la altura y la ridícula sombra del bigote en su rostro. Miro con asco el uniforme mal arreglado y sucio, al menos lo único ejemplar en su persona, recalcando también su intelecto, era su impecable presentación personal, pero el mastodonte no tenía algún sentido de la limpieza. -Creo que aún no he más pagado-

Bufo. - ¿te debo peaje o qué? – Ese mas bien era tu territorio.

El rubio, que más tarde sabría que su nombre era Ches, señalo todo el pasillo de la escuela. -Este es mi territorio ahora- aparentemente regodeándose por las expresiones congeladas de los otros niños que no se atrevían a moverse de su sitio. -Y no puedes pasar por el sin pagar, así es la vida- le tendió la mano. -Para ti no es nada dar unos billetes, ¿o sí? -

Solo le miro como poca cosa. -Vete a joder a otra parte, te advierto que no estoy de humor para payasadas- Ya había eliminado al anterior bravucón del pasillo, este no era más que un débil.

- ¿soy muy poco para ti Wayne? - dejo la falsa amabilidad. -Solo dame unos cuantos billetes, y te dejare en paz con tus mariconadas de princesa. O si no...-apretó el puño frente a sus narices.

MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora