3- Pérdida de tiempo

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Los sentimientos son una pérdida de tiempo, o al menos eso pensaba Rouge hasta que lo conoció. Ella era una profesional, ajena a todo tipo de debilidad patética como el romance, y lo único que quería eran todas las piedras preciosas del mundo, incluida la esmeralda maestra.

Parada justo al frente de donde esta misma se encontraba, con el equidna rojo en medio, ella se mantuvo pensativa. Sus ojos lavanda le observaban de una manera bastante diferente a la primera impresión. Recordaba esa incredulidad al verla, preguntándose de dónde rayos había salido, y rabia por el intento de robar aquella enorme preciosidad de verde. Pero en la actualidad, y luego de todo lo que pasaron juntos, ahora la veía como a una conocida.

- ¿Qué haces aquí? – Luego de tanto tiempo en silencio él se dignó a decir lo que serían las primeras palabras que iniciarían la conversación. Rouge reaccionó con una suave sonrisa en sus labios y una inclinación en su cabeza.

- ¿Nunca te preguntaste el por qué te devolví los restos de la esmeralda? –

Escuchar la voz de Rouge siempre le ponía alerta al equidna, era una reacción normal a la que tuvo que acostumbrarse. Con aquella pregunta miró rápidamente a la esmeralda detrás de él, miró a la nada y luego a sus turquesas, aun intentando adivinar lo que pensaba.

- ¿Tiene una bomba escondida? – Intentó adivinar con asombro y miedo en su rostro. Rouge comenzó a reír, sin duda era gracioso lo tonto que podía llegar a ser. El equidna chistó con molestia dándose cuenta de que se estaba burlando de él. – No, nunca me detuve a pensar, pero es claro que lo hiciste porque es lo correcto, soy el guardián de la esmeralda, tengo que hacerme cargo de esta... -

- ¿Enserio? – Rouge se acercó unos pasos hacia él y, aunque seguían distantes, la cercanía repentina puso incómodo a Knuckles. - ¿Estás tan seguro de que es por eso? -

- ¿Qué intentas hacer? – Entrecerró sus ojos intentando analizar lo que planeaba en su macabra mente de ladrona-espía. Por donde lo viese, Rouge siempre tenía una mirada que parecía querer burlarse de él para hacerla sentir mejor consigo misma, y eso lo odiaba.

-Dime algo... - Llevó su mano a un lado de su boca. - ¿Qué sientes por mí? –

Knuckles abrió más grande sus ojos ante esa pregunta.

- ¿C-Cómo que qué siento por ti? – Rápidamente se alteró, se notaba en toda su posición a la defensiva y un tanto intimidatoria que esa pregunta lo atrapó con la guardia baja. - ¿Qué debería sentir por ti? ¡¿Eh?! Creo que estás loca, que solo quieres piedras preciosas, y que... - Rouge puso los ojos en blanco.

-Pregunté sobre tus sentimientos, no sobre lo que crees de mí – Knuckles cerró la boca. Rouge se acercó un poco más, mientras que el rojo por inercia apartó un poco más su rostro. - ¿Te agrado? – Con aquella pregunta notó que se puso más nervioso y no se atrevía a verle a los ojos. - ¿Te gusto? – Pero siguió con la boca cerrada y sus brazos cubriéndole el pecho. - ¿Me odias? – Esta vez preguntó con un tono triste, aunque no honesto si no burlón.

-N-no... - Dijo indeciso. – No sé... ¡Eres molesta! –

-Sentimientos, dime qué sientes por mí ¡No es tan difícil! – Rouge volvió a insistir con una sonrisa y llegó a estar tan cercana a él que pudo darle un toque en el pecho, lo que lo hizo descontrolarse más.

- ¡No me toques! ¡Atrevida! ¿Quieres pelear? ¡No te diré mis sentimientos! ¡No siento nada por ti! ¡Aléjate! – Explotó el equidna, y aunque se sacudía completamente rojo, no tocó ni un pelo de la blanca.

-Está bien – Rouge levantó las manos en rendición y dio un paso hacia atrás, para darle su espacio. – Si no sientes nada por mí... entonces supongo que no te molestará tener una cita conmigo – Soltó con sus manos detrás de ella. Knuckles le miró como si le hubiese salido un cuerno en la frente.

━★Twinkle Park━★Where stories live. Discover now