gloss rosa ♡ capítulo 1.

5.3K 308 99
                                    

advertencia;
fem! jikook.

Solía mirarla bajo la sombra de los árboles, la brisa veraniega levantando el calor y haciéndonos murmurar garabatos bajo el aliento

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Solía mirarla bajo la sombra de los árboles, la brisa veraniega levantando el calor y haciéndonos murmurar garabatos bajo el aliento. Ella siempre olía a jabón, maquillaje y perfume de bebé, usaba la falda corta y zapatillas de deporte. Lucía unas piernas preciosas, pálidas y fuertes, a veces con una que otra herida por lo mucho que le gustaba correr. Llevaba el pelo largo y ondulado en una cola de caballo, y el flequillo en coma le ocultaba las cejas en picado, siempre delineadas con maquillaje al natural. Tenía esa voz gentil que me daba ganas de sonreír, pero yo, tonta, no me atrevía a hacerlo frente a ella. Sólo observaba su perfil, la manera en que sus ojos vagaban desinteresados a su alrededor, los piercings de sus orejas por los que constantemente se metía en problemas, de plata y tintineando con el verano soplando nuestras nucas.

Era el sitio donde almorzábamos él que nos permitía alejarnos de la gente, de nuestros compañeros de clase y del ruido que hacían al correr y cahuinear. Nos sentábamos en el pasto a comer y hablar de la vida, distraídas del mundo, bajo un arbusto y entre las plantas que decoraban la parte anterior del liceo. Usualmente me daba vergüenza comer mi almuerzo lleno de especias, ajo y ají coreano, que hacían arrugar la nariz a más de cualquiera, pero en compañía de ella jamás tuve ésa molesta sensación. Ella me entendía, y a veces incluso me pedía de mi comida.

Oh, no les he dicho su nombre. Es JungAh Jeon. Mi mejor amiga desde que estamos en el liceo, desde séptimo básico para ser más precisos. De familia coreana, ella nació en Chile y jamás se acostumbró a su cultura natal al cien por ciento, causando algún que otro problema entre ella y sus padres. Siempre usaba una sudadera negra y gigante que la hacía verse pequeña y delgada (aunque fuera extremadamente alta, llegando al metro setenta justos), y llevaba consigo gloss de labios y cuatro coyac. Dos para mí y dos para ella.

JungAh siempre fue más ruidosa que otra cosa, respetando a sus mayores cuando tenía que hacerlo y enfrentándose ante los problemas con una peligrosa mezcla entre la madurez y los memes. Solía meterse en problemas por lo mismo, pero le daba igual porque tenía notas perfectas y sabía que jamás la echarían del liceo. Le gustaba mucho almorzar conmigo a pesar de que durante el día estuviera más bien alejada de mí, hablando con sus amigas y dejándome con Tulio, mi mejor amigo de la infancia, con quien me sentaba en la sala de clases. Incluso me lo dijo a inicios de tercero medio, que almorzar conmigo en ése sitio nuestro le hacía sentirse segura. Yo sentía lo mismo y no por el sitio precisamente, si no que por ella... Ella siempre me hizo sentir segura.

¿De lo que no estaba segura yo? Mis sentimientos.

Pero eso es harina de otro costal. Prefiero centrarme en que... a veces, JungAh se aplicaba gloss en los labios después de terminar nuestros almuerzos. A veces tenían brillitos. Cuando terminaba de hacerlo, me miraba fijamente a los ojos y me sonreía de oreja a oreja. Yo siempre desviaba la mirada y no podía evitar devolverle la sonrisa. Un par de veces, ella me acariciaba el cabello y la mejilla, me hacía mirarla de vuelta. Y yo me sentía súper tonta, porque tenía aliento a ajo, las mejillas gordas y una expresión de imbecilidad máxima.

Me gustaba mucho verla en Educación Física, porque ahí podía lucir sus brazos musculosos y cintura tan delgada que parecía de ensueño. Cuando nos tocaba trotar alrededor de la cancha, me quedaba atrás suyo para ver su cabello ondulado ir de un lado a otro, destacando los hombros delgados y fuertes, haciéndome fantasear con sus muslos y perder el aliento. Después de ello, tenía que tomar muchísima agua, a pesar de que el profesor me dijera que no era necesario exagerar. JungAh a veces se me acercaba para hacer ejercicios de estiramiento entre las dos, me tomaba las manos para estirar las piernas y la espalda, me tocaba las rodillas para abrir más mis piernas en posición mariposa, apartaba mechones de mi cabello fuera de mi rostro mientras sonreía y parecía un conejito adorable, con las mejillas sonrosadas, los labios pomposos, los ojos en medialunas.

Aquel día en específico, estábamos almorzando en nuestro sitio usual, compartiendo platillos coreanos, bebiendo agua, contando cahuines del liceo en general. Le robé un par de trozos de su caldo de kimchi, ella me quitó parte de mis fideos cristal de camote. El tema era sobre si el profesor de Tecnología realmente habría hecho cosas para ser víctima de una funa, y hasta el momento, estábamos de acuerdo en que sí. De tanto que hablamos y comimos al mismo tiempo, rápidamente nuestros termos estaban vacíos. Y de repente, estábamos más cerca la una de la otra, desviándonos del tema, sintiendo el sabor del verano en nuestras pastillas de menta que solíamos usar hasta que sonara el timbre y corriéramos al baño para lavarnos los dientes y llegar tarde a clase.

— Debería ser ilegal tenerlo aún aquí, trabajando como si nada. Somos menores de edad la mayoría, por Dios, y éste energúmeno de mierda sigue impartiendo clases. Mono culiao. — ella hablaba así con frecuencia, con las mentas en la boca y los ojos maquillados en glitter, mirando a la nada y luego a mí, directamente. A veces podía ver la forma en que sus pestañas se curvaban hacia arriba, pero ése día fue diferente, porque más allá de ver sus pestañas, pude ver su piel suave, el brillo de sus ojos como nunca antes.— Encima ya tenía antecedentes penales.

— ¿En serio? Wow, con razón no lo dejaban trabajar en ningún sitio. — recordé sus historias en clase, el profesor Ramírez era el típico profesor que te cuenta su vida entera en vez de explicar los conceptos y las unidades. Y siendo nosotros un liceo municipal, era fácil hacerlo. Al fin y al cabo, a nadie le interesa si los pobres aprenden o no, porque conviene que no lo hagamos.— Dudo que salga limpio de ésta, eso sí, a menos de que la directora se aweone y termine castigando a la Isi por comenzar la funa. Éso sería una mierda...

JungAh hurgaba entre los bolsillos de su gigante sudadera negra mientras me escuchaba atenta, y sacó un gloss rosa palo que me hizo sonrojar inmediatamente como una reacción pavloviana. Alzó las cejas y miró hacia otro sitio como para darme la razón en silencio, y al mismo tiempo, permitirse dudar conmigo de las acciones que podría venir por parte de la nefasta directora de nuestro liceo. Dijo algo más a lo que no presté atención, luego abrió el gloss delicadamente para aplicarse una fina capa en los labios. Su labio inferior era más carnoso que el superior, rebotaba ligeramente cuando terminó su trabajo.

Me miró por unos segundos de hielo. Sonrió.

— JiMin, ¿querí gloss?

Asentí torpemente antes de que bañara el aplicador de nuevo con gloss, y el sonido que hizo al salir del grueso y redondo tubo nos hizo soltar un par de risitas a las dos. Ella más relajada, yo más nerviosa. Sentí que el tiempo se ralentizaba y que las mentas se deshacían contra mi lengua y paladar cuando JungAh tomó suavemente mi mentón para alzar mi rostro, susurró un 'ah' con los ojos concentrados y me hizo, así, entreabrir la boca para aplicarme el gloss rosa. Lo pasó dos veces y una vez enroscó el aplicador en su tubo sonrió y me apretó la nariz;

— No entiendo tus nervios, corazón. Sólo somos tú y yo, ¿qué puede salir mal?

 Sólo somos tú y yo, ¿qué puede salir mal?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


yo tmb kería lesbian kookmin
asi q aki ta
medio chilensis
pa su consumo y gusto
va a tener como diez partes misvidas
ojalá ésto tenga hype
osino me mato ah skdjdj

PRÉSTAME TU GLOSS 𐙚 ユリ . FEM GGUKMIN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora