gloss beige ♡ capítulo 2.

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Jamás había sentido algo tan fuerte por alguien

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Jamás había sentido algo tan fuerte por alguien. Fue gradual, la manera en que nuestras almas conectaron e hicieron click. Fue lento, sí, pero me permitió conocerla y entenderla mejor, ayudarla todo lo posible. Cada vez que pudiera. El Tulio me molestaba caleta, no me dejaba tranquila desde que notó mi rubor cuando me quedé mirándola aquella mañana y me dedicó ésa sonrisa discreta suya, honesta, simple, con una pizca de galantería. Me descolocó tanto que sonreí de vuelta incluso si ella ya no pudiera verme, puesto que miraba a sus amigas, y el Tulio me agarró de los hombros para agitarme de atrás para adelante.

— JiMin, hey, chica. — su voz grave y los ojos abiertos de par en par, curiosos, me hicieron verlo. Sí, no me interesaba si me tomaba de los hombros para agitarme si podía ver aún la espalda de JungAh. Me quedé mirando por unos momentos su coleta alta y larga, ondulada, y luego devolví mi rostro hacia el Tulio, que me miraba de una manera grave. Como si me hubiera comido sus dumplings otra vez (es una larga historia; pero se resume a que mi madre preparó dumplings para los dos una tarde de invierno. Y me los comí todos sola antes de que mi amigo llegara a la casa).— ¿Qué fue eso?

— Tulio, no le des color a la cosa. — susurré, ruborizándome hasta las orejas y bajando la mirada con el ceño fruncido hacia mi cuaderno abierto, lleno de dibujos de hojas y figuras humanas, con ejercicios matemáticos a medio hacer que la verdad no me interesaban en aquel momento. Matemáticas era mi fuerte, pero nada me distraía de JungAh. Mordí mi labio inferior y luego mis ojos fueron tímidos hacua Tulio, quien alzaba una ceja con ésa seguridad suya. Porque quiera o no, ambos sabemos todo sobre el otro, todo lo que es hablado de forma consensuada, por supuesto. Y es quedarse corto decir que Tulio tenía una afinidad muy extraña con el saber leer a la gente. Apenas vió mi rostro compungido, el suyo se relajó y soltó una risotada, tan ruidosa como él lo era.— Bueno, ya...

— Si no te hagai la tonta, JiMin. Las he visto almorzar juntas, se ve clarito desde aquí.

Miré hacia mi izquierda, donde se podía ver la calle, la baranda, los arbustos y el sitio donde almorzaba a escondidas con JungAh. Me llevé ambas manos a las mejillas, calientes como el concreto en verano, ahora con los ojos abiertos de par en par hacia el Tulio.— ¡No!

— Como si fuera pa tanto... Mira, si no me enojo contigo porque estís saliendo con la mina más cotizada del liceo, me enojo porque no me contaste antes, mujer. — ahora me sacaba la lengua, y yo negaba con la cabeza repetidas veces. Me cubrí la cara por completo y cerré mis ojos. Sentí mi pelo levemente ondeado y rubio caer sobre mis dedos rechonchos, y me sentí un poco más oculta, escondida, como si mi mejor amigo ya no pudiera verme en absoluto.— ¿Qué?

— Tulio culiao... No estamos saliendo...

Todavía, pensé, sintiendo el corazón acelerado y todo en mí sudando, temblando, como si tuviera una fiebre mortal. Todavía, resonaba en mi cabeza cuando la miré de reojo otra vez y luego miré a mis dibujos de gente haciendo ejercicio, dándome cuenta de que más de la mitad tenía una larga cola de caballo ondulada y ojos gigantes, de pestañas largas, con ése lunar justo debajo del labio inferior. Todavía, quise murmurar mientras miraba a Tulio, pero no pude por sus ojos que ya sabían lo que quería decir. Sus ojos se abrieron en terror cuando pudo confirmar la información que se procesaba rápida en su cerebro, y sus labios hicieron una mueca de desagrado e incredulidad simultáneos.

— ¿Y que chucha estai esperando? Loco, hasta los profes las emparejan en los trabajos grupales, se miran a cada rato, comparten apuntes y se toquetean como... mh, no sé, como si se gustaran. — Tulio siempre fue bastante asertivo con las palabras, porque era una persona muy artística; desde sus gustos hasta la forma de expresarse, siempre había un por qué detrás de ello, y sabía que la última frase la había remarcado con un tono de voz medio tonto para darle énfasis a su punto de vista de la situación. Cosa que me hizo darle un empujoncito al hombro.

— ¡N-no digai tonteras, Tulio! ¿O acaso querí que te llame por tu nombre coreano? — ah, sí... Tulio era el favorito de mi mamá. Digo, él viene primero, luego mi hermano mayor y después yo. Y ella le había dado un nombre coreano, TaeHyung. Y al Tulio no le gustaba el nombre, prefería seguir siendo la copia barata y comunista de Tulio Triviño. Un grande.

Estaba a punto de contestarme cuando JungAh se levantó de su sitio y nos dejó mudos a los dos, pues se acercaba a nosotros y justo estábamos hablando de ella. Bueno, no justo, pero el tema se volcaría de nuevo respecto a mi crush con ella si Tulio decidía contestarme para defenderse. La JungAh siempre fue linda, con su maquillaje ligero y los labios brillantes. Nunca le importó mucho la opinión ajena y prefería guiarse por su propio instinto al decidir cosas. Y el cabello rosa de ése lunes lo dejaba claro. Apenas estábamos en el primer recreo y ya me tenía el corazón acelerado, buscando escaparse de mi cuerpo para entregárselo a ella.

Y se detuvo frente a los dos. Tulio casi se rió pero yo le propiné un golpe en la cara para que recobrara la compostura. No sirvió de nada, el Tulio siempre iba a ser ruidoso.

— JiMin, ¿te importa si hoy en el almuerzo comparto algo hecho por mí? Hice mi primer kimchi y... querría compartirlo contigo. — lucía tierna, bajo la leve base de maquillaje se podía ver que sus mejillas y nariz comenzaban a adquirir un color rojizo que me sorprendió un poco. Lo suficiente como para devolverme la sensación de estar en las nubes y con la cara rojísima pues, a diferencia de ella, no me atrevía a ocupar maquillaje en el liceo (más allá de un highlighter y rímel).

— C-claro que me importa... ¡En el sentido de-de que me gustaría mucho! — aclaré al instante, causando que la sonrisa de conejo de la chica se hiciera presente. El Tulio me golpeó sin querer por debajo de la mesa, y yo le pisé el pie disimuladamente.— Sé que eres buena... en todo lo que- lo que haces y... me gustaría probar... tu comida.

— Tierna... ¡Bueno, me alegra saberlo! De todas formas igual te iba a obligar a comerlo! — rió, haciendo que obviamente yo también le siguiera la risa. Porque ¿cómo no reír con ella, la chica de mis sueños? Era un amor, no sé cómo mierda no exploté en ése instante.— Y traje más gloss hoy, por si quieres compartirlo.

Tulio abrió los ojos de par en par, a punto de decir algo. Pero alcancé a mirarlo de soslayo y le aplasté el pie de nuevo.— ¿D-de qué color?

— Beige. Creo que se verá muy bien en tí, aunque bueno... — se dió media vuelta justo cuando el timbre sonó, y me miró por sobre el hombro para terminar su frase.— Todo se ve lindo en tí, JiMin.

— Todo se ve lindo en tí, JiMin

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