gloss azul ♡ capítulo 6.

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Cuando llegué tarde aquel martes, no me imaginaba lo que se me venía encima

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Cuando llegué tarde aquel martes, no me imaginaba lo que se me venía encima. Usualmente el inicio de un martes era junto a un Consejo de Curso muy revoltoso y poco cuidado, pero hoy todos llegaban a otro nivel de intensidad, y cuando entré a la sala de clases bebiendo de mi leche de almendras del Jumbo... Ah, el desorden. Llegaban a tirarse mochilas entre sí, los dos profesores de Educación Física tirándose los pelos ante el jolgorio que se armaron solitos. El Augusto andaba tirando manotazos, la Fernanda estaba agachada detrás de la mole que era el Choro Caimán, el Tulio se estaba armando el habitual pitito del desorden, en fin. Con suerte pude llamarle el atención a mi profe jefe para que me anotara como presente, antes de observar mi sala de clases e intentando imaginarme lo que comenzó toda la hecatombe que era esa mierda de desorden.

Miré al Tulio de soslayo, y me debatí a sentarme detrás suyo, como siempre, para que la profesora me siguiera con la mirada como siempre y lo descubriera cometiendo una falta terrible, o sentarme al lado de la JungAh, que parecía no darse cuenta de mi presencia aún porque estaba dada vuelta hablando con la Genoveva. Y preferí sentarme al lado de la JungAh. Caminé hacia su puesto, agachando la cabeza porque alguien le lanzó un libro al Pelota y pasé delante de él, y me senté a su lado con las manos temblando un poquito. Ninguna de las dos me notó al principio, pero cuando acomodé mi mochila en el respaldo de la silla...

— Mira JungAh, llegó tu polola. — dijo la Genoveva, luego saludándome con un beso en la mejilla. Hoy usaba el maquillaje pesado de siempre, pero en rosa palo, cosa que contrastaba con su piel morena.— ¿Cómo estai, JiMincita? Ésta pelmaza me habla todo el día de tí, llegó llorando porque no llegaste a la hora y estaba a punto de spamearte por chat. Así que estoy hasta el pico.

— ¡Oe, cállate, chucheta! — ahora JungAh exclamaba. Por alguna razón estaba un poco más callada de lo habitual, y la empujó suavemente mientras me saludaba igualmente con un beso en la mejilla. Cuando pude ver su rostro, la noté sonrojada y con el ceño fruncido, como si la hubiera atrapado pensando en algo indebido. O haciendo algo indebido. Éso me hizo acordar a Tulio, tenía que hablar con él después.— Me estai exponiendo brígido.

— Como si no te exponierai sola, weona.

— Callao lacra.

— Veo que están bien. — intenté decir con voz suave, pero tuvo que salir más fuerte de lo habitual debido al desorden de la sala. Me reí de la reacción 'enojada' de JungAh, igual que la Genoveva, pero ella fue más estruendosa. Yo me cubrí la boca con el dorso de la mano.— ¿Qué onda que el curso anda así?

La JungAh miró al Pelota tirando el libro de vuelta, lo podía ver de reojo porque estaba un par de asientos adelante de nosotras tres. No era algo poco común el hecho de que se pelearan en las mañanas, y sobre todo a tal nivel ahora que me daba cuenta. Tan sólo era la razón la que cambiaba siempre, porque para la pelea y el cahuín la verdad era que no importaba mientras hubiera. Tan sólo la razón de ello era cuestionable.— Se pusieron a hablar del baile y lo que haríamos, no nos pusimos de acuerdo nunca y la profe pucha... se cansó la pobre. Yo igual me cansaría más que la cresta si fuera ella, apenas son las nueve de la mañana y ya andamos entero mechita...

— Tú te cansai con el hecho de ser profe. — la corrigió la Genoveva, haciendo que la JungAh alzara sus hombros y que yo me echara unas risitas.— La Tania faltó hoy así que el Augusto tuvo que hablar y la wea se disparató altoke. Ni me acuerdo qué dijo y ya todos estaban reclamando. No sé quién lanzó el primer cuaderno pero llevamos así unos quince minutos.

— ¿Quince minutos? Txuu... — me asombré del rato que llevaban peleando. Con razón nadie me contestaba el grupo de WhatsApp que por favor le dijeran a la profe que iba a llegar tarde. Por quedarme haciendo las uñas pequé de atrasada, pero por lo menos no me metí en la pelea ni la comencé.— Menos mal que llegué tarde. ¿Así que no hay novedad alguna?

— No. O sea, lo que ya se sabe: que la Tania y el Augusto están haciendo de coreógrafos pa la presentación del dieciocho. Oe, JungAh, ¿me prestai labial? No me alcancé a poner uno que me gustara. ¿Qué trajiste hoy? — preguntó por sobre el desorden la Genoveva, mirando a mi amor platónico. A mi crush. A mi amiga con ventaja. No sabía qué éramos ni por qué estaba tan calmada y callada, pero ahí estaba la loca, ahora hurgando en su mochila para encontrar maquillaje. Era algo que al menos dos veces por semana pasaba, siempre le prestaba maquillaje a sus amigas. Pero hoy sólo estaba presente la Genoveva, entonces bueno.

— Tengo lápices labiales y gloss. — respondió ella, sacando cuatro lápices labiales y dos gloss en tubo.

Los lápices eran de tonos naturales y tenían tapita transparente, y los dos gloss eran lila y azul. Na que ver. La Genoveva sacó el lápiz rojo pastel y dijo 'gracias' casi gritando, sacando un espejo del bolsillo para pintarse los labios. Pasaron un par de segundos en los que la JungAh parecía metida en su mundo, en los que la Genoveva estaba distraída, en los que admiré el perfil de la JungAh con el rostro cálido. De repente, tomé el gloss azul y se lo mostré a su dueña con una sonrisa leve.

Ella me miraba con los ojos pareciendo estrellas, el cabello levemente ondulado cayendo sobre su rostro con gracia, liviano. Desenrosqué la tapa del gloss y sintiéndome especialmente chic pasé el suave aplicador por mis labios de forma poco uniforme, mientras los ojos café de JungAh perseguían mi acción y sus labios entreabiertos demostraban lo embobada que estaba, lo mucho que la había captado en un momento donde ella no pensaba en que pasaría algo así.

— No me puedo ver. — le dije, mi voz temblaba un poco y era algo débil a comparación de todo lo que estaba pasando a nuestro alrededor, pero ella me escuchó perfectamente y su respuesta sin palabras me lo hizo entender; se acercó a mí arrastrando la silla, y tomó el gloss labial con una de sus manos suaves, llena de dibujos a lápiz pasta.— ¿Te vas a tatuar la mano?

— No lo sé. ¿Te gustaría? — me respondió, titubeando más de lo acostumbrado. Pasó el aplicador de gloss por mis labios lentamente, observando sus propios movimientos con detención, se susurró algo cuando pensé en una respuesta, algo parecido a un 'no debí preguntar éso'. Estaba roja aún, la calidez de su piel rozaba la mía porque se acercaba lentamente y sin parar. Sus manos se apartaron, cerraron el gloss, nuestras narices se rozaron de nuevo.

Ella siempre tenía un perfume de bebé encima, así que me sorprendió que oliera dulce, como una colonia Itzy de frambuesa. Noté que me miraba más titubeante de lo habitual, y que a nuestro alrededor las cosas se calmaban lentamente. Pude sentir mis mejillas comenzar a acalorarse igual que las de JungAh, y no se por qué sonreí levemente, intentando mirarla desde abajo, con un poco de valentía, como si nuestras personalidades se hubiera intercambiado.

— Si te gusta, hazlo. No soy quien para juzgar.

— ¿Quisieras intentar algo serio conmigo?

— ¿Quisieras intentar algo serio conmigo?

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turu turu turú

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