CAPÍTULO 11

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*Capítulo 11*




Me dejo caer sobre la cama, aún con la sonrisa de idiota marcada en mis labios.

Te vas a volver loca, Sol. Yo creo que sí.

Suspiro y giro para después ahogar un grito sobre la almohada, una carcajada sale de mis labios. Si, definitivamente estoy loca.

Me levanto de la cama y corro al baño para darme una ducha y dormir feliz.

Más de lo que estás. Si, exacto. Más de lo que estoy.



— No hay necesidad de comprar una memoria, este teléfono ya tiene una interna— escucho como mi compañera lucha con su cliente, el cual, no sabe nada de tecnología.

Quiero reírme, pero sé que no está bien. Sigo llenando los formularios hasta que mi teléfono suena, y lo observo.

«Pasaré por ti mañana a las cinco».

«¿Para que?».

«Voy a secuestrarte».

Sonrío.

«Eso es ilegal».

«Conozco a varios policías, no tendré ningún problema».

Río y niego divertida.

«¿Al menos me dirás a dónde iremos?».

«Solo te diré que hace frío».

Arqueo una ceja.

«En Alaska siempre hace frío».

«Pero en este lugar hace más frío».

«Esta bien».

Vuelvo a guardar mi teléfono y sigo con mi trabajo. Ha pasado una semana y Logan es más frío de lo que pensaba. Es muy directo, pero su actitud conmigo es distinta. Trata de ser más ¿Afectuoso?, No lo sé. Pero es atento y sumamente tierno, aunque él no lo note.

Siempre trata de demostrarme que está comprometido con saber hasta dónde puede llegar esto, y eso me gusta.

Hemos salido un par de veces y he notado que varias mujeres me asesinan con la mirada, no es extraño, puesto que, Logan es el hombre más sexy del planeta tierra.

— ¿Y esa sonrisa?— pregunta Meg, tocando mi hombro— ¿Estás enamorada?.

— No, ¿Qué cosas dices?— río y ella achina los ojos— No me mires así.

— Vamos, cuéntame— dice.

— Estoy saliendo con alguien— confieso y ella es la primera en saberlo.

— ¡Excelente!— aplaude— Me alegro por ti. ¿Es lindo?.

— Eso no se pregunta— murmuro sonrojada y ella ríe.

— ¿Cuántos años tiene?— río por su intento de interrogatorio.

— Veintinueve— la observo.

— Oh, tenemos un tipo maduro— sube y baja las cejas en forma subjetiva— ¿Es tu novio?.

— Aún no es nada serio— digo bajando la mirada.

— Así se empieza— se encoje de hombros— Mi novio y yo duramos en esa etapa como por dos meses, luego miramos. Dos años de noviazgo, puede que no sea nada serio, pero si es la persona correcta durará.

— Ojalá — susurro y veo como Meg se aleja hacia el mostrador.

Suspiro, por algo se empieza.



— ¡No puedes hacer eso!— exclamo pegando más el teléfono a mi oreja.

— Si, si puedo soy tu padre— dice obvio y niego.

— Pero, papá. Es mi departamento, yo lo compré— digo, llevándome una mano al cabello— Yo decido si lo vendo, es mío.

— Ya lo vendí— mis ojos se abren a tope y un pequeño grito sale de mis labios— Solo falta que me entreguen el contrato de venta y que tú firmes.

— ¡Papá!, ¿Qué hiciste?— me siento en la cama.

— Lo correcto— afirma— Ya no tenías nada que hacer ahí, tienes el departamento del centro y estás más cómoda.

— ¿Pero no pudiste preguntarme mi opinión?— pregunto atónita y molesta.

— De habértelo comentado, te hubieras negado.

Tiene razón, Sol. No lo hubieras dejado. ¡Maldición!.

— Está bien, ya no importa— digo aspirando fuerte y me levanto de la cama— Lo hecho, hecho está.

— ¿Estás molesta?— cuestiona.

No, papá. El que hayas vendido mi departamento sin decirme me hace muy feliz.

— No lo sé— me asomo a la ventana y veo el cielo nublado— Hablamos luego, voy de salida.

— Te amo, Solecito— medio sonrío.

— Yo a ti papá— digo y luego cuelgo.

Suspiro, y paso las manos por mi cara.

¿Por qué papá es así?. No sé, pero es demasiado terco.

Cómo tú. Si, ya. Cómo yo.

El reloj de mi teléfono marcan las cuatro y treinta, por lo que busco mi abrigo de peluche blanco. Dejo mi cabello suelto y quito la argolla de mi nariz, para que el viento no me haga la vida imposible.

Me observo en el espejo y niego cuando quiero maquillarme, normalmente mis mejillas están sonrojadas y mis labios son rosados.

¡La ventaja de ser blanca!. Si, tengo suerte. Supongo.

Río por mis pensamientos y niego. Me aplico perfume y guardo mi teléfono en mi bolsillo trasero, coloco el seguro de la puerta y voy hacia el ascensor para poder bajar.

El frío golpea contra mi rostro y achino los ojos, me acerco a la esquina y decido esperar. Cruzo mis brazos y mi ceño se frunce cuando recuerdo que mi padre vendió mi departamento.

¿Con que derecho?. Es tu padre, recuérdalo.

Una gran mano se posa en mi abdomen y un fuerte pecho se pega a mi espalda, inevitablemente sonrió y dejo que cabeza caer mi cabeza hacia atrás. Él besa mi mejilla y me erizo completamente.

— Tus cejas se van a unir si sigues haciendo eso— susurra en mi oído y río por las cosquillas que me causa.

Me giro y en menos de un segundo, sus labios ya están sobre los míos. Mis manos se ajustan alrededor de su cuello y sus manos se aferran a mi cintura. Solo una semana y ya me encanta besarlo.

Esto va muy rápido, Sol. Él lo dijo, es difícil detenerse.




.

.

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¡Ay, ay, ay!

¡Que emoción! ¿Que les parece?.

(Necesito que lean los agradecimientos de SIMPLEMENTE NOSOTROS, pues esta historia tiene mucho que ver con ella). 

¡VOTEN Y COMENTEN MUCHO!

Invierno de fuego [Fríos I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora