CAPÍTULO 10

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*Capítulo 10*



— No estás acostumbrado a estar en estos lugares, ¿Cierto?— cuestiono, al tiempo que lo veo mirar en todas direcciones.

— He ido a varios sitios como estos, pero no suelo frecuentarlos— explica y asiento.

— Cuando era pequeña y me quedaba con mi padre, solía llorar cuando me llevaba a restaurantes caros y esas cosas— río y apoyo mis brazos sobre la mesa— No me gustan esa clase de sitios.

— Tu madre no es Angélica— afirma y niego bajando la mirada.

— No, pero es como si lo fuera— aclaro— Para ser una infidelidad, me quiere más de lo que mi madre hace.

¿Qué haces, Sol?. No lo sé, pero siento la libertad de contarle todo.

— ¿Dónde está tu madre?— pregunta mirándome.

— En Chicago— respondo— Su nuevo novio vive allí.

— La relación con tu madre no es muy buena, ¿Cierto?— una risa carente de humor sale de mis labios.

— ¿Tanto se nota?— cuestiono divertida— Mi mamá se acostó con mi padre porque pensaba que le daría dinero. Pero se equivocó, papá me dio su apellido. Pero creo que mi madre no se conformó con eso— no sé porque estoy tan tranquila hablando de este tema— Papá me enviaba una pensión mensualmente, pero para mamá eso no era suficiente.

— Eres orgullosa— afirma. Sonrío.

— Un defecto que ella me heredó— respondo con voz fría— La amo, es mi madre después de todo, pero es difícil convivir con una persona que te culpa por su nivel económico. Ella creía que yo era su boleto de oro y resulta que este ya había caducado.

— Por eso eres como eres— dice con su mirada de hielo clavada en la mía— Trabajas y te esmeras por conseguir lo que quieres y tú orgullo sale por tus poros.

— Vivir con alguien que esperaba mucho y recibió muy poco te enseña— me sumerjo en el glaciar de su mirada— Me prometí a mi misma que no esperaría nada de nadie, trabajo desde que tengo quince, mi padre pagó mi colegiatura pero nunca estuve de acuerdo. Me mudé a Alaska cuando cumplí los dieciocho y desde entonces no he parado, he trabajado día y noche por mis sueños y no creo que me detenga nunca.

— Tu eres ese caso del que Arnol siempre haba— sonríe y yo hago lo mismo.

Soy su punto en cuestión— afirmo— Papá me ha ayudado mucho, y no puedo negarlo. Pero no puedo dejar que ponga todo en bandeja de plata para mí.

— Tu terquedad sobrepasa los límites— asiento— ¿No vas a la universidad?.

— No, aún no— respondo y comienzo a jugar con mis dedos— La carrera de cardiología es costosa, pero estoy apunto de llegar a mi meta.

— ¿No has pensado en una beca?— cuestiona.

— Muchas veces— digo y suspiro— Pero Sol Smith tiene la capacidad de pagar una carrera— río— El sistema lo dice.

— El apellido no ayuda— niego.

El apellido no ayuda— cito sus anteriores palabras y él sonríe.

— Eres admirable, Sol— su mirada recorre mi rostro— Eres tenaz y eso te llevará muy lejos.

— Eso espero— digo— Espero y te haya gustado la pizza.

— Estuvo excelente— asiente— Deberías recomendarme más lugares como estos.

— Cuando quieras— sonrío.



Me hacía falta esto, si definitivamente lo extrañé. Correr de un lado para el otro y ver el restaurante lleno, ver a Claudia gritarle a los chicos cuando un pedido se atrasa y ver cómo los comensales piden el reembolso de algo que no les gusto.

Es divertido y me encanta trabajar, amo mi trabajo. Aún y cuando esté es agotador, y me deja sin energía.

Me encamino a mi taquilla para buscar mi ropa y cambiarme para irme a casa, después de vestirme me tomo mi pastilla y salgo del restaurante. El frío se cuela por mi camisa de cuadros y hace que un escalofrío me estremezca. Mi teléfono vibra y con rapidez lo saco de mi bolsillo trasero.

«¿No tienes frío?».

Sonrío inevitablemente. Y niego, porque sé que me está observando.

— Deberías abrigarte— una voz ronca susurra en mi oído y mordiendo mi labio inferior, giro lentamente para contemplar al señor de hielo.

— ¿Qué haces aquí?— cuestiono sonriendo y eso lo hace sonreír a él.

— Supuse que estarías aquí— da un paso en mi dirección y quita el abrigo de mis manos, para después ayudarme a ponérmelo. Luego tira del cuello del abrigo y hace que mi cuerpo choque contra el suyo— También necesitaba verte.

¿De verdad lo dijo?. Si, si lo dijo.

Él aparta los mechones rubios que caen sobre mi rostro y sus manos van a mis mejillas para acercar su rostro al mío, su respiración se mezcla con la mía y mi corazón comienza a palpitar rápido cuando sus labios chocan con los míos.

Dios mío, Sol. ¿Por qué esperamos tanto para besarlo?. No sé, pero debimos tomar la iniciativa primero.

Sus labios fríos tocan los míos de una manera delicada, mis manos suben por su pecho y el cuero de su chaqueta me recibe, mis dedos se enredan tras su cuello y una de sus manos baja a mi espalda para acercarme más a él. Mis labios y los suyos se mueven lentamente, mientras ese simple toque revoluciona todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo.

Sol, no te ilusiones. No lo haré.

Lo estás haciendo. Lo estoy haciendo.

¡Sol!. Lo siento.

Lentamente nos separamos y mi respiración es un desastre, siento su mirada sobre mi. Abro los ojos y él junta su frente con la mía.

— Te estás robando todos mis pensamientos— susurra con los ojos cerrados mientras niega— Estás llevándote todo mi autocontrol, Sol.

— ¿Eso no está bien?— pregunto, mirando sus ojos azules.

— No soy de los que demuestran sus sentimientos, Sol— dice acariciando mi mejilla con su gran mano— Tal vez te lastime.

— ¿Y si no lo haces?— cuestiono, inclinando mi rostro hacia su toque.

— No lo sé— murmura y me mira— Eres tan bonita, Sol— sonríe cuando mis mejillas se ponen rosadas— Averigüémoslo.

— ¿Qué cosa?— pregunto, queriendo escucharlo de sus labios.

Averigüemos que tan lejos puede llegar esto que siento cada vez que te veo.




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¡Otro capítulo!

¡El primer beso!, ¿Que les pareció?.

Les tengo un sorpresa (tiene que ver con SIMPLEMENTE NOSOTROS), no desesperen. Pronto les diré más.

¡Voten y comenten mucho!

Invierno de fuego [Fríos I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora