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Cassie

El olor a tierra inundó mis fosas nasales. Cerré mis ojos escuchando atentamente la melodía del bosque. Cuando los abrí sonreí. Mi madre me miraba de la misma forma.

Estábamos en un bosque celebrando mis seis años. Mi mamá me preguntó que era lo que quería para mi cumpleaños, yo le respondí que quería acampar, y eso fue lo que hicimos.

—Cassie —la voz de mi madre llamo mi atención.

La mire y admire su belleza. Mi madre era sinónimo de perfección y de eso no había duda. Ella era una mujer que siempre llevaba una sonrisa en su rostro. Hasta su sonrisa era hermosa.

—¿Qué mami? —hable mirándola fijamente.

Ella me regaló una sonrisa que pronto fue remplazada por una mueca de miedo. Tenía los ojos abiertos y miraba hacia un punto fijo detrás de mi. Inconscientemente me volteé, y fue cuando lo ví.

Era mi padre junto a una mujer. Estaban peliando pero sus voces no se escuchaban, estaba como en modo off. La expresiones de ambos los delataban. Quise acercarme pero mi madre me lo impidió. Tomo mi muñeca y en un segundo me volteó.

—¿Mami, por qué papi estaba con esa mujer? —pregunté inocentemente.

—Porque ella es...

Su voz se cortó, y de la nada desapareció. Cómo si la tierra la tragara. No había rastro de la mujer que hace unos segundos tenía frente a mi.

Lágrimas caían por mis mejillas. Estaba en shock y con muchas preguntas. Volteé esperando encontrarme con mi padre y lo hice, pero ahora no estaba solo con la mujer. Ahora estaba junto a otro hombre, que se veía de la misma edad que mi padre. Los tres me miraban fijamente y de un momento a otro comenzaron a avanzar hacia mi.

En ese momento sentí miedo y deseaba con todas mis ganas que mi madre estuviera ahí.

Ellos avanzaban hacia mi, y yo retrocedía, hasta que mire hacia atrás y no había nada. El camino había acabado; no tenía salida.

El caballero que estaba junto a mi padre sonrió y adelantó a los otros, venía prácticamente corriendo hacia mi, pero antes de alcanzarme un fuerte ruido hizo que tapara mis oídos y cerrara fuertemente mis ojos.

El ruido volvió a sonar, y luego reinaba un silencio preocupante. Cuando abrí mis ojos luego de unos segundos, el hombre estaba tirado a pasos de mi. Su blusa comenzaba a teñirse de un rojo intenso y de su boca botaba sangre.

Pegue un grito mientras caía de rodillas, y cuando levante mi mirada encontré a mi padre con una pistola en la mano izquierda y a la mujer conteniendo sus lágrimas. Algo detrás de ella se movió llamando mi atención. Me paré y pude ver mejor, detrás de ella había un chico. Tenía el cabello rubio y estaba segura que debía tener mi edad. Avance hacia él para verlo mejor pero antes de llegar donde ellos estaban, se evaporaron; la tierra los tragó, y no dejó rastro alguno de su existencia. Volteé y me fijé que el hombre tampoco estaba.

Todo daba vueltas, gritaba y lloraba al mismo tiempo. Sudaba. Cerraba y abría mis ojos. Mis manos estaban sobre mis orejas y de repente todo se volvió negro, oscuridad pura.

§

Desperté sudando y con un horrible dolor de cabeza, estaba mariada y con ganas de vomitar todo el alcohol que había consumido hace unas horas.

Parpadeé hasta que me acostumbre a la luz del día, y cuando lo hice caí en cuenta de donde y con quien había pasado la noche.

Asustada de verlo a mi lado volteé y me encontré con una sorpresa; Jace no estaba. Confundida me senté en la cómoda cama y un silencio puro se sentía en la habitación. Frote con mis manos mis ojos y busque con la mirada mi celular. Al no verlo en la mesita de noche me levante y lo primero que sentí fue un aire en mis piernas, baje la mirada y me encontré con mis largas piernas desnudas.

| Dulce venganza | #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora