Dicen que por el año 1965 en Chala iban los mineros a trabajar a la mina del mismo nombre, en un día alegre y muy hermoso.

Javier Pérez, un trabajador minero, se había quedado dormido; asustado, se levantó y dijo: caramba, me he quedado dormido, ya todos estarán trabajando y yo aquí, ¡no puede ser!, tengo que irme como sea. Cogió su ropa de trabajo, su pico, su casco y aguardiente.

Caminaba con mucha alegría y asustado a la vez pensando en un sin fin de cosas, después se preocupó pensando en que lo iban a despedir del trabajo. Cerca al Club de Tiro escuchó disparos y muchas carcajadas, Javier comenzó a tener miedo y se dijo: a quién se le ocurriría disparar a las 5 de  la madrugada. Javier sintió que su cuerpo se enfriaba y su sangre le recorría velozmente por todo el cuerpo, corrió asustado siguiendo su rumbo arrepintiéndose de haber venido solo.

Lllegaba Javier ya a la mina de Chala pero tenía que pasar por una acequia; se sacó su casco, se arrodilló a tomar agua y en esos momentos vio -al otro lado de la acequia- una mocha, (cabeza de calabera) que gritaba de dolor porque había caído en un espacio que estaba plantado en la orilla.

Javier se compadeció, pero antes le dijo: mira, mochita, te voy a sacar de este espino, pero no me hagas daño. 

Javier comenzó a romper las ramas en donde estaba la mocha, la sacó y la dejó libre. La mocha le agradeció y además le dijo: minero, por haberme salvado pídeme algún deseo, que te será concedido.

El hombre le dijo: mochita, ruega por favor que no me boten del trabajo, el segundo deseo es que me hagas rico y el tercero y último deseo es que me cases con una mujer hermosa.

La mocha le concedió todos sus deseos.



Versión Escrita: Celia Sarmiento Roncal, Edad: 39 años, Ocupación: Profesora, Lugar: Casa Grande



TRADICION ORAL - DEPARTAMENTO DE LA LIBERTADWhere stories live. Discover now