Capítulo 4

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Cinco minutos... cinco eternos minutos faltaban para que las horas de castigo terminaran, miré a mi alrededor y me encontraba acompañada con el chico punk de siempre, un jugador de Lacrosse y esa chica extraña que sabía demasiado de ordenadores y teléfonos móviles.

Cuatro minutos, mi pierna se movía con ansiedad por querer salir de ahí, odiaba tener que sentarme y no hacer nada más que mirarle el rostro de fastidio a la profesora en turno.

Tres minutos, cada vez faltaba menos. Cerré mis ojos y me dejé caer sobre la mesa. ¿Qué rayos hacía ahí? Pues bien, esa mañana había tenido un pequeño mal comportamiento hacia una de las chicas de otra clase cuando en el gimnasio me lanzó una pelota de voleibol a la cabeza, cualquiera, hasta yo hubiese pensado que se trataba de un accidente y lo hubiese dejado pasar de no ser que al ver a la causante de tal agresión se estaba riendo y sus amigas de igual forma.

Sara se interpuso la primera ocasión haciéndome pensar que tanto detestaba estar en detención, más sin embargo la segunda vez, ni mi mejor amiga fue capaz de detenerme.

En el momento en que el sonido de la campanilla se escuchó en el salón de castigos, me levanté y salí de ahí como si me estuviesen persiguiendo.

Al llegar a casa me encontré a mi padre charlando con Andrew quien ya no estaba molesto con nosotros, pero si con mamá. Escuché poco pues solo saludé a ambos con un beso en la mejilla y subí a mi habitación, pero las pocas palabras que mis oídos alcanzaban a percibir me hicieron saber de qué iba la charla.

Luego de hacer los deberes y almorzar un emparedado con patatas fritas, me tiré sobre la cama y abrí mi laptop buscando algo bueno que ver, no sabía por qué pensaba tanto en ello si siempre volvía a ver Games of Thrones.

Pero cuando estaba por darle play al primer capítulo, la ventanilla de videollamda grupal apareció en mi pantalla. Sonreí de lado y respondí llevándome un susto al escuchar el grito de Chris.

—¡Maldición, traigo los auriculares! — se quejó Sara

—Menos mal he pasado de ellos

—¡Me han invitado a una fiesta universitaria! — gritó por segunda vez el chico.

—¿El chico de la fiesta pasada? — pregunté

—¿Quién más? — la morena se rió y Chris la miró mal.

—Si, fue él y me ha dicho que si querían ir ustedes eran bienvenidas. — chilló con emoción y miré a Sara. —Es el sábado a las 9 pm—

—Abuelita cumple años e iremos a visitarla, no puedo zafarme de eso— comentó la chica haciendo una mueca.

—Yo estoy libre, pero necesitaré que vengas a buscarme

Otro grito por su parte hizo que James se asomara a mi habitación y preguntara si todo estaba bien.

Al caer la noche llegó con ella una tormenta eléctrica que amenazaba con dejar sin luz a media ciudad y varios accidentes de auto en autopistas y calles principales a las cuales por protocolo todos los agentes encargados de esas zonas debían acudir para controlar el tráfico junto a los agentes de tránsito.

Después que papá se fuera, cerré todas las puertas y ventanas con seguro, regresé a mi habitación con una taza de chocolate caliente y continué con mi maratón de series. 

Pero en algún momento cerca de las 3 am uno de los truenos me hizo despertar agitada, desde pequeña había desarrollado ese miedo y aunque probaba con auriculares y música relajante siempre terminaba corriendo a la habitación de mis padres para dormir acompañada.

¡De ninguna manera!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora