Capítulo 5

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Su auto se encontraba aparcado a unas cuantas cuadras de ahí por lo que tuve que esperar un poco a que el volviera. Realmente me cuestioné si lo haría, no nos agradábamos y podía tomar venganza de lo sucedido en la sesión.

Permanecí de pie a las orillas de la casa por alrededor de diez minutos hasta que un bonito auto gris se detuvo en la calle. La ventanilla bajó y él me hizo una seña para que subiera.

—¿Está bien que te lleve a donde tu madre? — preguntó mientras me colocaba el cinturón de seguridad.

—Si, por favor— mi tono era neutral, no sonaba muy amable pero tampoco agresiva.

Él asintió y condujo con precaución a pesar de que eran altas horas de la madrugada y no demasiada gente transitaba por las calles.

Al adentrarse en la autopista el silencio se hizo incomodo, me relajé sobre mi asiento y solté un suspiro.

—Gracias por lo que hiciste, no me habría dado cuenta— murmuré mirando por la ventanilla. Era orgullosa, sí. Pero sabía aceptar cuando alguien merecía un agradecimiento

—No agradezcas...de no hacerlo la conciencia me pesaría— respondió encendiendo la calefacción.

—A muchos la conciencia les pasa por debajo de las piernas, lo digo enserio, gracias.

—No hay de que— dio vuelta en la primera intersección y continuó derecho.

—¿Cómo supiste que era yo? Digo, eran muchas personas en ese lugar

Sonrió de lado. —Reconoceria tu molesta voz hasta el otro lado del mundo—

Giré mi cabeza en su dirección y quise refutar con algo grosero pero no surgió.

Mi voz no era molesta, no lo era...¿o si?

—Además, te veías menor a las demás chicas. — añadió

—Más inocente, ya lo sé— dibujé una aureola sobre mi cabeza y él soltó una carcajada.

—Creería cualquier cosa, excepto esa.

Los pocos momentos que convivimos no eran del todo agradables, pero por alguna razón extraña esa noche se le notaba un poco diferente. Menos gruñón.

—Vale, no lo soy... pero soy un nivel inferior a esas chicas de la fiesta.

Dio vuelta en la calle donde vivía mi madre. —Ya lo creo...— Su telefonó comenzó a sonar y la imagen de una chica apareció en la pantalla.

Colgó inmediatamente y su gesto cambio otra vez.

—¿Es tu novia? — pregunté curiosa.

No respondió y a los pocos segundos aparcó frente a casa.

—Presta atención en tus bebidas, no las descuides fácilmente. — dijo quitando el seguro de la puerta.

—A la orden capitán— imité un saludo militar y me preparé para bajar. —Gracias por el aventón, te debo una—

Salí del automóvil cerrando la puerta detrás de mi, esperó a que entrara y cuando la puerta estuvo cerrada, miré desde el picaporte como el auto avanzaba y desaparecía en la calle.



A la mañana siguiente me desperté gracias a un par de risas en la habitación continua a la mía. Hice un gesto de asco y di unos golpecitos en la pared.

—¡Usen protección, no quiero un hermano más!

Grité y un silencio agradable se hizo presente. Poco después una Elizabeth Levitt apareció en mi puerta con un gesto de sorpresa.

¡De ninguna manera!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora