Siglos atrás, durante aquellas exhaustivas guerras que alguna vez fueron el recorrido hacia el poder y la riqueza, los dragones eran criaturas poderosas utilizadas como meras armas. Según recuerda de las clases de historia, los reinos que se involucraron en la batalla poseían cientos de esas bestias aladas, los solían mantener encerrados y encadenamos bajo sus enormes palacios. Cuando llegaba la hora, enviaban a sus caballeros más valerosos —o idiotas— a montarlos para combatir. Incluso sus antepasados tenían historias dominando a las criaturas para sus propios fines. No era algo de lo que podía enorgullecerse, en realidad, piensa que al no luchar con la propia fortaleza, solo estabas allí para ser humillado.
Katsuki es un poco exigente al respecto.
Tenía muy claras sus ideas, ha sido así desde que era un niño pequeño. Actualmente, cree que aquel reino helado planea resguardar a la bestia como recurso para una próxima guerra. No puede evitar pensarlo después del relato que Eijirou le había proporcionado, narrando advertencias acerca de las agresiones que el rey tirano esparce a sus alrededores. Ellos no habían encontrado a un hombre malvado en el palacio, pero no podían descartar la teoría de que existe. Podría estar en cualquier parte, orgulloso de aprisionar al último dragón sobre la tierra. Como el heredero al trono, no era capaz de simplemente ignorarlo y continuar con su vida, sabiendo que perecer sería una posibilidad.
Después de huir de Angyalok, habían estado charlando acerca de como deberían manejar la enorme situación en sus manos. Al principio, como dos niños egoístas, habían pensado en guardarlo para ellos como un secreto, prevenir problemas con su madre. Sin embargo, comenzaron a reflexionarlo con mucha más madurez luego. Si no tomaban ciertas medidas de seguridad, muchos otros niños caerían en las redes de la reina y su afección por criar niños ajenos. Decidieron que debían hablarlo con sus respectivos progenitores y soportar la reprimenda. Por supuesto, como castigo ellos debían permanecer separados por un tiempo, confinados los palacios en donde fueron criados.
Tampoco es como si estuviesen muy entusiasmados por ver al otro luego de la discusión de aquella vez.
—Deberíamos prepararnos para una guerra, si ellos poseen un arma de tal calibre, será fácil tener ventaja contra nosotros. Hay que hacerles saber que no tenemos miedo —dijo Katsuki, mientras caminaban hacia Viragok. Habían perdido el trineo y aún se encontraban tensos y asustados, era normal que una diferencia desatara una pequeña pelea—. Debemos hacer algo al respecto.
Entonces, el niño lo observa, peinando distraídamente un mechón de su cabello tras la oreja. Lucía angustiado e incluso un poco molesto, es fácil leerlo. Una leve nevada había comenzado tras la tormenta, Eijirou tenía algunos copos en las pestañas y sobre los hombros. Si no hubiese estado tan ensimismado con la extraña situación que acaban de vivir, probablemente lo besaría en los labios. Sin embargo, considera que habrán más temas serios de los cuales conversar, así que se mantiene concentrado.
—¿De qué hablas? Aún no es seguro que ellos busquen hacernos daño —dice, con voz pequeña. Había estado considerando que él diría algo como aquello. Después de todo, Viragok ha promovido la convivencia a través de tratados de paz, sin ningún ejército con el cual defenderse, solo hablando y acordando ciertas cosas. Así habían subsistido durante años, cree que desde pequeño ha visto las cosas de esa manera.
Hajnal era distinto, piensa. Si no comienzas a sostener un arma desde los seis años, probablemente los ancianos más exigentes y ambiguos criticarían la forma en que ese niño ha sido criado. Aquellos más estrictos, propondrían expulsarlo del reino —por suerte cualquier castigo extremo había sido erradicado hace tiempo—. En conclusión, ellos son completamente diferentes, incluso en sus tradiciones y principios más básicos. Sin embargo, cree que su relación se basa en mucho más. Afirman su unión incluso a pesar de los siglos que los separan.
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Ciel | Bakushima.
FanfictionUniverso alterno. Bakugou Katsuki es el príncipe de Hajnal, el reino denominado numerosas veces como «salvaje e indomable». Mientras que Kirishima Eijirou es el príncipe de Viragok, el cielo de los mortales. Estas son algunas de sus experiencias jun...