You & Me... Together ■ Luke Hemmings y tú ■

Capítulo XI "Atraída"

¿Atrapados? ¿De verdad? No… esto no puede ser posible

— ¿Atrapados? No, no podemos estar atrapados — dijo Luke forcejeando la chapa de la puerta.

—No nos pueden dejar aquí! ¡Auxilio! — comencé gritar sin pensarlo y Luke me siguió mientras golpeábamos la puerta. Pero todos nuestros gritos fueron en vano. Nadie escuchó nuestros gritos de “Auxilio, nos quedamos atrapados, ayúdenos a salir”

—Llamaría a alguien pero gracias a alguien, no tengo mi celular— dije mirando a Luke.

—Ahh ya te dije que lo siento — dijo y comenzó a buscar su celular en sus bolsillos — oh no.

— ¿Qué?

—No tengo mi celular, seguramente uno de los chicos lo tomo — dijo en tono de frustración y disculpas.

—Está bien, supongo que solo queda… esperar.

— ¿Esperar?

—Sí, esperar a que alguien habrá esta maldita puerta.

—Bien.

Estuvimos ahí, parados, en un profundo e incómodo silencio, esperando a que una persona llegará, o alguno de los chicos. Llevábamos ahí como media hora y ¿los chicos no se preguntaban a dónde estábamos? ¿De verdad no se atrevían a venir para buscarnos?¿A Calum no le preocupaba el hecho de quedarme con Luke por media hora y no a haber vuelto? o ¿a Calum, Michael y Ashton no les importaba lo que estaba pasando con Luke? O tal vez ellos ya se habían ido casa ¿seguirían ahí esperando esa misteriosa caja?... la caja.

— Emmm… ¿y qué es lo que hay dentro de esa caja? — estúpida caja por tu culpa nos quedamos aquí así que por lo menos que valga la pena lo que tienes.

—Ummh… no lo recuerdo — dijo colocando la caja en un gran buro que había a lado y la comenzó a abrir — ohh claro, ya recuerdo — dijo sonriendo y comenzando a sacar lo que tenía dentro.

Unas cuantas fotos, una pelota de espuma, una libreta con algunos dibujos –no muy buenos- hechos por los chicos, un lápiz y… un momento ¿qué es eso?

—Ya te recuerdo pequeña…

— ¿Eso es…?

—Una rebanada de pizza —interrumpió Luke —ven conmigo —dijo dirigiéndose la pizza a su boca.

— ¡No lo hagas! — grite antes de que pudiera comérsela.

— ¿Por qué no?

— ¿Cómo que por qué no? ¿Cuantos días lleva esa pizza en la caja? Además mírala — dije señalando la rebanada asquerosa y llena de moho.