Capítulo 55

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Tema: Bueno, desde aquí avisaré que… ¿saben que las quiero? ¿sí? Ah, ya, bueno, lo que quiero avisarles es que ¡faltan aproximadamente 10 capítulos para que termine la novela! Luego, estará el epílogo, y en el epílogo les confesaré algo, espero les gusten estos últimos capítulos.




Llegué al estacionamiento dónde vi aparcado el coche de Harry y me dirigí allí sin voltear a mirar a Harry, me paré en la puerta del copiloto, y esperé a que abriera.


-¿Qué te pasa? –Preguntó Harry.

-¿Qué qué me pasa? –Pregunté sarcástica –Vamos, abre la puerta, estoy aún aquí porque no pienso irme a mi departamento caminando a las 2 de la madrugada ¿Quién sabe? Quizá me secuestren por segunda vez o me maten ¡qué sería mucho mejor que estar aquí contigo! –Le grité con rabia.

-Vas a subir al auto y me vas a decir que te pasa mientras te llevo a tu departamento –Dijo severo –No lo puedo creer –Murmuró.


Harry abrió las puertas y se acercó para abrirme la puerta, pero me precipité y la abrí delante de mí y me metí, Harry me miró desconcertado y volvió a su lado para subir. Harry puso la llave y el coche hizo contacto y finalmente Harry sacó el auto del parking del hospital.

Estábamos en el centro de Londres, y a pesar de ser de madrugada, algunos lugares seguían abiertos y bastantes autos transcurrían los carriles de las amplias calles inglesas.


-¿Vas a hablar? –Preguntó él mientras frenaba en un semáforo y me miraba.

-¿Quieres saber por qué estoy de malas? Pues bien, ¡tú tienes la maldita culpa!

-¿Se podría saber qué diablos he hecho ahora? –Preguntó volviendo a arrancar, pasando el semáforo.

-¿Tú eres idiota o te haces?

-A ver, mira –Dijo mientras doblaba –Sí supiera qué diablos sucede contigo, no te estaría preguntando ¿no crees eso lógico?

-Eres estúpido, nada tiene lógica contigo Harry.

-Deja los insultos y habla.

-Bien, resulta que ahora tengo una enfermedad cardiaca ¿sabes lo que eso significa?

-Seguro que no lo mismo que tú piensas que debe significar.

-Exacto, ¿pero quieres saber lo que me es peor? Una enfermedad cardiaca es mortal Harry, y tú has escuchado al médico ¿sabes lo que significa eso?

-No.

-¡pues es fácil! Eres un gilipollas.

-A ver, explícame bien las cosas. –Pidió.


Entró al estacionamiento del edificio dónde yo vivía y aún estábamos dentro de su auto.


-Escúchame Harry, causaste una enfermedad, las muertes y los sustos están relacionados ¿te suena por algún lado? A mí me parece que sí ¿Quién mató a mi novio en mi propia casa? ¿Quién me daba esos sustos?

-Yo…

-¡No Harry! Tú nada ¡no tienes derecho a pedir disculpas! ¡Harry tú convertiste mi vida en una pesadilla! ¡tú me arruinaste! Harry yo me he estado matando para soportarlo, y ahora mírame, estoy destrozada porque… –Me interrumpió.

-¡por favor! Seamos honestos; ni en la época de la doctrina Monroe hubieses estado feliz.

-¿doctrina Monroe?

-Década de los 50', Jade, cuando las mujeres vestían faldas con ridículos zapatos de charol ¿entiendes? –Dijo obvio –¡Tú hubieses sido la única hija de puta que no hubiese estado feliz ni en esa época!

-Repite lo que has dicho –Lo desafié hecha furia.

-Tú. Hubieses. Sido. La. Única. Hija. De. Puta. Que. No. Hubiese. Estado. Feliz. Ni. En. Esa. Época –Repitió Harry desafiante.


La palma de mi mano sonó contra la mejilla de Harry cuando lo abofeteé, el me miró lleno de ira, sus ojos inyectados en sangre por la rabia que tenía me decía que me preparara para el bombardeo de los mil demonios que saldría desde lo más profundo del ser de Harry.

Me tomó la muñeca que aún se mantenía cerca de su cara y la apretó con fuerza.


-No vuelvas a hacer eso, nunca. –Murmuró hecho una furia.


Haló de mi muñeca en signo de advertencia, pero no había resultado ser así, ya que, cuando me haló del brazo giré sobre el eje de Harry, quedando sobre él en el asiento del piloto; mis piernas estaban al costado y sobre las suyas.

Harry me miró extrañado, su respiración chocaba con la mía, con la misma mano que lo había abofeteado le corrí un mechón de pelo, que caía por su frente, por detrás de la oreja y sonreí. Harry relamió sus labios y miré sus ojos verdes, los cuales estaban enfocados en mis labios.

Acerqué mi rostro al de él y finalmente el terminó con la mínima distancia entre nosotras, aplastando sus labios contra los míos, de una forma lujuriosa y excitante, cerré mis ojos. Separé mis labios dándole paso a que su lengua explorase hasta el fondo y cada rincón de mi cavidad bucal y viceversa.

El tacto de su húmeda y cálida lengua con la mía hacía que el ambiente se electrizara, tomé su rostro entre mis manos y lo apreté más a mí, toda la tensión de la reciente discusión se había evaporado en el aire como sí de agua se tratase y nunca hubiese existido, ahora la lujuria y el deseo invadía ambos cuerpos.

ObservadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora