visita número 22 (crepúsculo)

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miel antes de la hipoglucemia.

✝︎ ✝︎ ✝︎ ✝︎ ✝︎ ✝︎

Quítate, quítate,

quítate toda la ropa.

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—Mírame. Somos... iguales.

La suave voz de Lucifer rompió el cómodo silencio que se había formado en ellos.  Los ojos de Alastor se posaron en el ser al que le pertenecía esa tonada, curiosos de las palabras anteriores del rubio. 

—¿A qué te refieres?

La luz de la Luna bañaba la silueta de Lucifer en un delicioso color rojo, como si esta reconociera a su rey sentado al borde de su cama. Podía ver que estaba a medio vestir, con el cabello rubio y sus ropas desordenadas. Su gabardina y su sombrero estaban olvidados en algún lugar de la mansión de Alastor. Su camisa blanca estaba desabrochada, dejando ver sus hombros parcialmente descubiertos desde el ángulo en que Alastor estaba recostado en la cama. No había ninguna luz en ese cuarto que haya eclipsado la oscuridad de ese momento.

Sin aviso, sus manos negras terminaron el trabajo de la gravedad al tirar de sus ropas hacia abajo, dejando al descubierta su blanca espalda. Alastor, totalmente sorprendido, no pudo despegar la mirada de su torso, era perfecto, magnético, celestial en cada simple detalle. Su piel blanca, parecida a la tan codiciada pureza resplandecía entre la asquerosa oscuridad del infierno, como un rayo de luz que iluminaba sus tóxicas tinieblas. 

Sin embargo, ese pedacito de cielo estaba cruelmente marcado.

En su espalda, se cernían dos horribles marcas negras que formaban una V invertida que atravesaban casi toda su piel. A simple vista se podía distinguir que las heridas seguían en carne viva. El olor a sangre y carne chamuscada fue capturado por las fosas nasales de Alastor, esto, le produjo un mareo inmediato, sin embargo, no le produjo ningún placer.

Eran cicatrices. Como las suyas.

Sus alas.

Como un golpe, Alastor recordó que Lucifer no era un demonio cualquiera. Hace varios años atrás, el rubio fue un majestuoso querubín de las más altas huestes del paraíso. Mano de derecha del tan "misericordioso" señor de todo. El primer ángel caído en llegar al infierno.

Se levantó lentamente acercando su mano a una de esas cicatrices. Lo único que los separaba era un espacio de pocos centímetros. Lucifer no lo miraba. Tenía la cabeza gacha, vulnerable... expuesto, como un pobre ángel a punto de ser castigado.

—Tócame.— susurró Lucifer.

Pequeñas plumas negras sobresalían de sus heridas como gusanos de fruta. Estas, creaban un contorno al rededor de sus cicatrices, dándole un peor aspecto a su espalda, como si nunca las alas hubieran desaparecido de su cuerpo.

—ugh...

Cuando Alastor tocó delicadamente los plumones con la yema de sus dedos, observó como Lucifer tensó sus músculos por el dolor. Automáticamente, pudo sentir todo el dolor que su amante alguna vez pasó: la manera en que Dios lo expulsó del paraíso, su caída al infierno, la dolorosa guerra de los mil años, el despojo de sus tan preciadas alas... 

Apartó su mano de inmediato, rompiendo cualquier tipo de contacto con el demonio celestial. Se arrastró hasta quedar en el borde de la cama, sentado junto a Lucifer. Buscó su mano y la tomó entre las suyas, tratando de brindarle un poco de consuelo con ese toque tan humilde. 

En ese momento, Alastor comprendió completamente. 

El ángel caído estaba entregándose cuerpo y alma a él. Mostraba sus debilidades, así como las fortalezas en algún principio de su relación. Ya no había nada que esconder, nada que filtrar. Eran sólo ellos dos en esa habitación, compartiendo sus penurias y condenas que los destinaron a tal injusto lugar.

Luzbel...— susurró Alastor, acariciando cada sílaba, cada palabra.

El aludido volteó a su llamado, tenía lágrimas color sangre surcándole el rostro como chorros de agua. Era tan frágil, totalmente destrozado por el cruel destino que le tocó pagar por sus decisiones en el paraíso. Totalmente quebrado...

La mano que tomaba la de Lucifer, ascendió lentamente, y se detuvo en una de sus sonrosadas mejillas. Con un dedo, empezó a retirar las lágrimas delicadamente, sin despegar su rojiza mirada del rostro del rubio mientras tarareaba una canción. Ahora, sabía porqué le tenía un gran pavor de que se rompiera de nuevo como muñequita de porcelana, que se desapareciera en cualquier momento como solía hacerlo todas las noches y dejara de visitarlo. Ya entendía.

Lucifer y él se complementaban uno al otro. Era lo que ambos necesitaban para sobrevivir esa horrible condena en el infierno. Eran su pecado mortal personal. Ese del que nunca podrán purificarse sin importar todos los rezos y todas las ave marías que gritaran al cielo. La codicia, la lujuria, la ira, el orgullo, la gula, todo. Su obsesión, su necesidad de carne demoníaca era saciada por él, sería capaz de dejar todo su status con tal de compartir unos segundos con él. Sin filtros, sin la preocupación -por parte de Lucifer- a ser descubiertos a la que normalmente estaban acostumbrados. Porque, sabía muy dentro de él que lo necesitaba. Era su debilidad.

—Te amo. Nunca dejaré que te hagan daño. Nunca.—susurró, apoyando su frente en uno de los hombros de Lucifer, derrotado.

—Alastor...— sintió como sus delgados brazos rodeaban su cuerpo en un abrazo. —Yo tampoco dejaré que te hagan daño nunca, amor mío...— susurró suavemente, mientras tocaba el rojizo cabello de Alastor con sus manos. El ciervo suspiró, aspirando todo el aroma de Lucifer con una tranquilidad indescriptible que llenaba su alma.

¿Era eso lo que se llamaba paz?

—Te amo, Alastor.

Sus ojos chocaron de nuevo, compartiendo todos sus sentimientos a través de la mirada. No habían sonrisas sin sentimientos, miradas maliciosas, nada. Sólo el choque de sus almas.

Así como también de sus labios...

—Como muestra de mi tan infinito amor, déjame hacerte mío esta noche, Luzbel, ángel caído.

Lucifer no sabía en qué momento habían terminado acostados en la cama fundiéndose en una larga sesión de besos y menos, él mismo siendo el receptor de todo el cariño -algo que normalmente hacía con Alastor-. Sin embargo, transmitió su consentimiento a través de una genuina sonrisa.

—Seré tuyo en cuerpo y alma, hijo de Adán.

✝︎ ✝︎ ✝︎ ✝︎ ✝︎ ✝︎

VERSATILEEEEEEEEEEES

fun fact: esto iba a ser Lemmon del fuerte, pero, me puse a escuchar Coldplay, Lana, algunos soundtracks y me salió esta cosita.

qué cozaz

pensaba dedicarle un capi exclusivo al pasado de lucifer. Ese personaje me parece de lo más interesante.

en fin.

Nos vemos. Manzanitas para todos 🍎🍎🍎🍎


sinners ❁ appleradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora