Diluvio

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La primera lluvia no siempre es buen augurio
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Hace un poco más unos meses que ambos frecuentaban aquel lugar escondido en el bosque de los alrededores de Konoha.

Aveces ellos coincidían y en otras ocasiones, Hinata disfrutaba igualmente la soledad en la espera de que Itachi regresará de sus actividades ninja.

En un principio era extraño, y volverse a ver fue algo que no habían planeado, ellos estaban ahí en el mismo sitio pero cada uno tenía su mente sumida en sus propios demonios. Y pernanecian así en calma, durante el tiempo que ellos quisieran sin molestarse hasta que alguno de los dos se retirara del lugar.

Luego, poco a poco se iba rompiendo el hielo, comenzando a tener charlas cortas y saludos más efusivos, hasta que finalmente la conversación llegaba a albergar gran parte de sus encuentros.

Entre ellos se había generado una gran confianza y amistad desde aquellos días. El corazón de ambos niños se empezaba a abrir con temas complejos y sus compañías eran ahora algo que esperaban con ansia. Hinata encontró en aquel niño la fuerza y la guía para muchas situaciones que no entendía a su edad y en la que más de una ocasión decidió rendirse y no seguir adelante.

-¿Entonces ya no hablas con tu primo? -

La mirada de ella lucía triste -Uh, ummm, a-algo así... Le có-conocí hace po-poco y solíamos s-ser cercanos. Umm, Pero... S-se ha uh, vu-elto dis-distante... - le confesó la niña ese día.

Itachi entones al tanto de la situación de la familia Hyuga, entendía que quizá el pequeño niño llamado Neji, tenía un resentimiento guardado en su corazón y Hinata era el medio más cercano para descargarlo.

También descubrió que la pequeña y él tenían más cosas en común de las que podría haber imaginado, ambos de clanes poderos que esperaban demasiado de ellos,a fin de cuentas ellos son los herederos. Ambos se sentían ajenos a ese mundo cruel en el que nacieron, habiendo preferido una vida tranquila lejos de tanta tragedia.

Hinata también compartía un inmenso cariño por su hermana menor, sentimiento que Itachi entendía a la perfección, pues el también daría la vida por su pequeño hermano Sasuke.

La gran diferencia que yacía entre ellos era que a ojos de Itachi, Hinata contenía un corazón tan noble y puro que le era difícil pasar por situaciones complicadas y por demás horribles. Él en cambio, desde bastante pequeño tuvo que aprender y tratar de comprender a la mala lo que era vivir en un mundo como ese, tan violento e inestable. Un mundo del que si le era posible evitaría que Sasuke le tocara vivir esa terrible parte, asegurándose que el niño creciera con ese bonito brillo en sus ojos que siempre le veía y quizá, también podría resguardar el de los ojos de Hinata.

Le había costado admitirlo, pero se había encariñado con ella, y es que no entendía que tan extricto era el clan Hyuga para dejar a la pobre niña con moretones y heridas en su cuerpecito, y aun tuviera energía para venir a verlo de vez en cuando, por su parte él estaba ocupado con todo lo que rodeaba su vida lo suficientemente para incluso entrenar cuando estaba con Hinata, sin embargo había cosas que debía hacer a solas y es por eso que ese día se le ocurrió una idea.

-¿M-mañana e-en la ta-tarde? -

-Entenderé si no desea ir, pero me gustaría que estuviera ahí con nosotros -  La cosa era sencilla, Itachi quería pasar más tiempo con Sasuke pero no quería dejar de frecuentar a la niña, se le ocurrió entonces traer a Sasuke de vez en cuando al punto de encuentro, quizá su hermano era un poco mimado pero estaba seguro que Hinata y él podrían llevarse bien.

El jardín de las flores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora