Capítulo 1. Evaporación

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Disclaimer: Fairy Tail y sus personajes pertenecen a Hiro Mashima.

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«Gray-sama...»

«Juvia nunca ha sido tan feliz como en este momento.»

«¡Pero lo que Juvia tiene que decirte es muy importante!»

«Si quieres volver a verla, tendrás que seguir las pistas, Fullbuster

«¡Juvia, ¿podrías dejar de atosigarme?!»

«Hace mucho tiempo que ella sabe de tus sentimientos.»

«Gray-sama...»

«¡Salva a Juvia, Gray-sama!»

-Tras tus huellas-

Capítulo 1. Evaporación

-¡Juvia!

El grito reverberó en toda la habitación y, muy probablemente, en toda la posada en la que había pasado aquella noche.

Jadeando y con el corazón latiendo a un ritmo desbocado, Gray sujetaba con fuerza las mantas con las que se había tapado del frío del invierno durante el ligero sueño que había conseguido conciliar. No habrían sido más de tres horas que habían estado cargadas de recuerdos y pesadillas que se agolpaban en su mente. Sintió un pinchazo en la sien, como si un taladro se le clavase en la cabeza. No lo dejaba pensar con claridad.

Cuando consiguió soltar las mantas, se miró fijamente las manos. Le temblaban y le sudaban. En realidad, todo su cuerpo se movía ligeramente sin que él quisiera y lo recubría un sudor frío por completo.

Salió de la cama y se dirigió al pequeño y malogrado baño de la habitación. Se lavó la cara con agua fría, a pesar de las gélidas temperaturas del invierno, y se miró al espejo, aunque no por mucho tiempo. Debajo de los ojos tenía dos manchas oscuras. Llevaba casi una semana sin dormir más de tres horas seguidas y le estaba pasando factura; llevaba casi una semana sin tener noticias del paradero de Juvia. Estaba, incluso, más pálido y delgado de lo normal. Sí, en solo una semana sin su compañía sentía que las fuerzas lo iban a abandonar.

Pero no se lo iba a permitir. No se iba a rendir tan fácilmente porque iría detrás de ella hasta el mismísimo infierno. Porque la encontraría y la llevaría de vuelta a casa. La sacaría del lugar donde estuviese y la rescataría del infame que la tuviese retenida en contra de su voluntad.

Sus planes para ese tipo eran, por supuesto, todo lo contrario. No sabía quién era, dónde estaba ni por qué hacía lo que hacía. Pero de una cosa sí estaba seguro: lo destrozaría por intentar arrebatarle lo único preciado que le quedaba en la vida.

Gray volvió a la habitación y se sentó en la cama. Hundió su cabeza entre los brazos, los cuales tenía apoyados sobre sus rodillas desnudas. Las lágrimas descendieron por sus mejillas libremente mientras se maldecía a sí mismo por permitir que la situación hubiese llegado tan lejos. No podía creer que estuviese jugando al gato y al ratón con alguien que no sabía quién era. Aunque, por el contrario, esa persona lo conocía muy bien. Tanto, que había sido capaz de ir a por Juvia, había sido capaz de quitarle la libertad y eso era algo que nunca le perdonaría.

Tras tus huellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora