Capítulo 4

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La tierna risa de Shi Ying me hizo fruncir el ceño. Ella se alejó de mí y se volvió a la sala donde previamente estaba sentada, siguió riendo y no me quedó de otra que reír con ella.

—¿De qué nos reímos? —pregunté cuando ella calmó su risa y normalizaba su respiración.

—No seas ridículo, estaba hablando en serio con darte un regalo de cumpleaños.

—También estoy hablando en serio —me quejé indignado—. ¿Crees que bromearía con algo así?

Todo rastro de sonrisa desapareció de su rostro y también frunció el ceño.

—Explícate, porque de verdad no entiendo nada.

Miré a mi alrededor y aunque todos parecían atender sus propios asuntos, no me sentí del todo confiado para hablar del tema con ella, siempre habían un par de oídos más escuchando.

—Te lo diré, pero no aquí con tantas personas ¿bien? —no dijo nada y en silencio subimos a mi habitación, esperaba que no estuviera ya ocupada por alguien más, y por suerte estaba vacía. Shi Ying se sentó en mi cama y yo comencé a caminar de un lado a otro— ¿Qué es lo que no entiendes exactamente? —me detuve frente a ella preguntando.

—Pues a qué te refieres. Llegas y de la nada dices que no quieres ser virgen —exclamó—. Perdona si parezco tonta pero no tengo idea de por qué me lo dices a mí.

Suspiré tratando de calmarme.

—Sé que sonó extraño pero lo que quise decir es que necesito tu ayuda para esto. Eres mi mejor amiga, creí que lo entendías.

—Lo entiendo —se puso de pie—. Pero no creo que esté en mis manos ayudarte —dijo con obviedad—. Dícelo a Yi En, seguro él lo haría mejor que yo.

Descompuse mi expresión y enseguida negué ante la idea que se formó en mi cabeza.

—No le diré a Yi En que me desvirgue. Es mi amigo, pero no me refiero a eso. Solo... Uhg no.

Mi expresión la hizo reír y eso relajó un poco el ambiente.

Esto se estaba tornando un poco difícil, no creí que llegara a tener este tipo de conversación con ella y menos para buscar una solución un tanto extraña.

—Jia Er—me habló con calma—, no sé quién te metió esa idea a la cabeza, pero no es necesario hacerlo porque sí, para todo hay un momento y el tuyo llegará ¿de acuerdo?

Ella haría cualquier cosa para ayudarme pero debía admitir que todo esto era absurdo. Era un alivio tenerla conmigo para poder volver a la realidad.

—Tienes razón, lo siento —dije yendo a sentarme en mi cama—. Creo que enloquecí con lo que pasó con Yang Li, dejé que mi orgullo...

—Espera —me interrumpió sentándose a mi lado—. ¿Yang Li? ¿Todo esto es por Yang Li? —asentí levemente— Esa perra manipuladora. Seguro que intentó algo contigo sin tu consentimiento —comenzó a refunfuñar viéndose tierna.

—Ey, ey, tranquila —me reí—. La verdad es que quise pasarlo bien con ella, ya sabes. Pero se arrepintió en cuanto supo mi problema.

—¿Por qué creíste que yo podría ayudarte? —me preguntó.

—Porque eso hacen los amigos —murmuré sintiéndome patético—. Después de todo tú me ayudaste con mi primer beso.

—Eso fue un accidente —acusó con una sonrisa, seguro recordando.

—Claro —dije sarcástico—, como los siguientes tres besos en el parque —me burlé y cubrí mi cabeza cuando ella comenzó a golpearme.

—El punto es... —me insitó a continuar.

—El punto es, que entre nosotros puede pasar de todo y seguiremos siendo amigos ¿Verdad?

—Sí, lo seguiremos siendo, porque nos conocemos a la perfección y no voy a permitir que nada ni nadie me separe de ti.

La conversación se volvió un poco sentimental. El resto de la noche la pasamos encerrados en mi habitación hablando de tantas cosas que nos olvidamos de la gran fiesta que había fuera, por un momento me olvidé de esa estúpida inquietud y me dediqué de lleno a estar con ella, sentirla tan cercana me daba una inmensa paz, no quería que amaneciera porque entonces ella tendría que irse.

[•••]

—¿Has pensado en algo para resolverlo? —preguntó Yi En con un trozo de chocolate en su boca.

—Shi Ying me dijo que lo dejara, no tiene caso que busque solución.

—¿Y desde cuándo haces caso a lo que ella te diga? Cuando te dijo que no te pararas sobre aquel hormiguero, no pasaron ni dos segundos cuando ya te estaban picando las hormigas —me recordó.

—Solo fue porque estaba enojado.

—¿Y la vez del charco?

—Estaba distraído mientras me hablaba —me defendí.

—¿Cuando te pidió la servilleta? —inquirió.

—¿Yo qué iba a saber? —exclamé aún avergonzado por el recuerdo— ¡Está bien! Nunca le hago caso, pero creo que tiene razón.

—Escucha, no te digo que esperes o que actúes a esto. Pero en algo tuvo razón ella, el momento se presenta y tú no puedes desaprovecharlo.

—Bien, entiendo. Gracias por tu nula ayuda.

—¿Qué quieres que te diga? Tampoco puedes pedirle a Shi Ying que haga el trabajo, eso traerá problemas y más si se trata de ustedes dos.

¿Ella hacer el trabajo? El decirle a Shi Ying lo que quería era con el fin de que me ayudara a encontrar a una chica, ella no era una opción.

Era un tema delicado, seguro ella me golpearía en la cara antes de terminar la frase, además era cruzar una línea bastante delicada en nuestra relación y probablemente nos llevaría a sentir algo que nos habiamos prohibido.

Pero la idea e imagen mental me alteró más de lo que hubiera querido. Por culpa de Yi En, ahora sería lo único en lo que pensaría los próximos días.

—No cometas un error Jia Er, y menos con ella.

Él estaba equivocado, ni siquiera entendía por qué creía que cometería un error.

Never Ending Story |Jackson Wang|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora