Adam Aleber © PRÓXIMAMENTE

Capítulo 4

—Adam. Trata de calmarte cariño, eso de alterarte no te hace bien. Ignora a esa corriente. —La rubia pedante y paliducha lo alienta a ignorarme y de solo escucharla hablar, me hierve la sangre.
—¿Pero cómo te atreves? —Le espeto sin dudar.

Y de la rabia, hasta el dolor de cabeza que hace tan solo unos minutos predominaba mi noche, se esfuma.
No me doy cuenta cuando me pongo de pie, estoy en jarras.

¡La voy a matar por metiche!

—Cariño, cálmate. Estoy bien, déjame arreglar esto. —Adam le habla como si ella fuese una linda pieza de adquisición para luego ponerse de pie y enfrentarme— ¡Ya basta! —Susurra entre dientes— Me tienes harto con tu pésima actitud. ¿Ya me disculpe por lo del vestido, qué más quieres de mí? ¿Que te bese los pies? ¿Estás loca? —Su mirada me deja fría, sin nada que decir— ¿Qué pasa contigo? ¡Madura!

Una respiración profunda me invade.
Siento que no tengo aliento, que me falta el aire y un nudo en la garganta me atosiga por salir.

Es confuso, pero así me siento.

La novia de Adam se cubre la boca por la risa que trata de ocultar, en vano.

Y yo...

¿Qué pasa conmigo? ¿Porqué no me defiendo? ¿Porqué no le respondo? No lo sé.

No sé que esta pasando.
No sé que esta pasándome.

Pero su trato.
Sus palabras... me han dolido.

Así que como puedo, bajo la mirada y aguanto un sollozo que pretende salir de mí pero al cual no le doy el gusto.
Jamás permitiría que un desconocido me viera llorar, sería una derrota total. Una vergüenza. Más de lo que toda esta situación ya es.   

Pero Dorian aparece en ese justo y preciso momento, como todo un ángel caído y me abalanzo sobre el.

—¿Qué pasa? —Me susurra al oído.

Cuando el me toma de los hombros y me aleja de su pecho para alzar mi rostro al acercar su mano. Me alejo de manera abrupta y comienzo andar hacia la salida.

Ya no puedo más.

Si sigo aquí, cerca del idiota de Adam, voy a llorar. Y no, me niego rotundamente a darle el gusto de verme mal. Sobre todo, a su novia.
 
Pero antes de alejarme lo suficiente, puedo escuchar a Dorian gritarle:

—¿Qué te pasa imbécil? ¿Qué le has dicho? ¿Acaso no te das cuenta que esta pasada de tragos? ¡No sabe lo que dice, mucho menos lo que hace!

Detengo mi andar a mitad de camino y puedo ver como una pequeña masa de personas los rodea, entre ellos, Kyle y Luke.

—¡Basta ya los dos! —Kyle grita y la música que ambienta el club se detiene. Dejando el lugar en un aturdido silencio. 
—¡Adam ven acá! —Kyle grita mientras se abre camino entre las personas corriendo trás de éste.

Dejo de mirar y decido caminar nuevamente a la salida tan rápido como puedo entre las personas que van y vienen.

Esta sin duda, a sido la peor noche de mi vida en mucho tiempo.
Lo único lindo, fue haberme topado con Dorian. Acaba de demostrar sin darse cuenta, que es el mejor amigo que haya conocido en mucho tiempo después de Kyle.

Cuando estoy por llegar a la puerta de salida. Un grito estruendoso me hace detener de inmediato. Otra vez...

—¡ELOYZA!

Esa voz no la confundiría jamás. 
La reconocería ante miles.

Pero sin dudarlo ni un segundo más y dejando todo atrás, reacciono volviendo en sí y corro hacia la calle llamando al primer taxi que veo pasar.