Capítulo 6

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Los días habían pasado, y Liona día y noche se preguntaba sobre Velah. No sobre lo que le había dicho, pues ya Finnick le había confirmado que era verdad, si no el porqué de decirle. ¿Qué razón tenía Velah Omega para comunicarle aquella información a la chica que en su casa le habían ocultado? En varias ocasiones se habían visto en público, y se habían tratado con cordialidad, pero cada vez que Liona buscaba conversar con ella a solas, o contactarla, Velah Omega la ignoraba, dejándola con la palabra en la boca, poniendo excusa tras excusa y jamás llegando a entablar una verdadera conversación con ella.

Liona soltó un bufido, acariciando detrás de las orejas a su leona, ambas tumbadas en su cama en la habitación de la chica, viendo al techo y escuchando una suave melodía.

-¿A qué juega esa mujer?- preguntó en voz alta.

Ashanti tan solo ronroneó por las caricias y cerró los ojos.

Liona negó suavemente y se apartó unos mechones dorados y negros de su rostro.

-Tengo que pensar como poder hablar con ella...-susurró, cuando su estómago soltó un rugido. La leona levantó las orejas y volteó a ver a su dueña. La chica rió.

-Si, tengo hambre, acompáñame a buscar comida.-

Ella se puso en pie y su mascota la siguió, caminando ambas escaleras abajo.

El presidente Snow caminaba por uno de los pasillos de la Mansión Presidencial, acompañado de Velah Omega, cuando se cruzaron con su nieta menor.

-Liona, querida.- Saludó el hombre.

La chica sonrió ante su abuelo y la mujer. Sonrió aún más para sus adentros. Aquella era la perfecta ocasión para separar a Velah de su abuelo un momento y poder conversar.

-Abuelo, ¿qué tal? Velah, un gusto verte.-

La mujer peliazul sonrió. -El placer es todo mío, Liona.-

-Preciosa, ¿puedes decirle a algún Avox que estaremos en mi despacho y que nos traiga algún bocadillo?- inquirió el Presidente a su nieta.

Liona asintió. -Así lo haré, abuelo.-

Velah y Snow entraron al despacho, donde el Presidente se sentó en la cabecera de una mesa, mientras que Velah se sentó a su lado. Snow encendió un televisor que, la pantalla, no era más que una cortina de luz donde se veía la imagen, como una especie de holograma plano. En la imagen aparecieron Katniss Everdeen y Peeta Mellark, aquel día hace unos días en la edición 74 de los Juegos del Hambre. Los dos chicos tenían en sus manos las minúsculas frutas que parecían moras llamadas Jaula de la Noche, las cuales eran realmente venenosas. Ambos estaban dispuestos a comerlas, cuando la voz de Seneca Crane, el anterior Vigilante en Jefe, los detuvo, nombrándolos ganadores de esa edición de los Juegos del Hambre. La sonrisa de Snow había desaparecido apenas comenzó el video. Cuando éste terminó, comenzó otro. En la esquina inferior se leía Distrito 8. Se veía como los Agentes de Paz se enfrentaban a una multitud enfurecida. La gente lanzaban cosas en las calles, les prendían fuego, y los Agentes de Paz respondían con disparos y órdenes de dispersarse. Velah observaba todo intrigada. Evidentemente, por su padre, ella ya estaba enterada de la situación en algunos Distritos, pero no interrumpió los videos que el Presidente le estaba mostrando. Cuando este nuevo video se acabó, la pantalla se paralizó en la imagen de Katniss Everdeen y el hombre mayor volteó a ver a la jóven.

-Katniss Everdeen se ha convertido en un símbolo para los Distritos, como bien sabes. Es por ella que la gente, por ejemplo en el Distrito Ocho, han comenzado a alzarse. Queman banderas del Capitolio y ondean las de un Sinsajo. La gente ve en ella un ícono de esperanza.-

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⏰ Última actualización: Nov 23, 2014 ⏰

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