Capítulo 5

35 1 0
                                    

-Tu y yo tenemos que hablar.- susurró Liona al oído de Finnick.

El rubio alzó una ceja al escucharla, y tan solo comprendió que era algo serio cuando notó la mirada que la chica le dirigía.

-¿Cuando?- inquirió el muchacho.

-Lo más pronto posible.- rogó ella.

Finnick observó su alrededor, tomó la mano de Liona y la llevó hasta una terraza que tenía unas escaleras que bajaban hasta los jardines del lugar.

Liona se aferraba con fuerza a la mano de su chico. Intentaba verse lo más tranquila posible pero lo que Velah acababa de decirle la había dejado fuera de lugar, asustada, nerviosa, y más que nada, desconcertada. ¿Cómo aquello era posible? ¿Digerir toda esa información en caso de que fuese verdad? ¿O cómo reaccionar si todo era mentira? Y la mayor pregunta de todas: ¿Debía hablar con su abuelo al respecto? Decidió a esto último mejor que no.

Ambos caminaron entre velas y antorchas que señalaban los caminos de piedra entre la grama de un color verde fosforescente inclusive en la noche. Los pequeños riachuelos y lagos de los jardines tenían un brillante color azul, pareciendo piscinas más que lagos. Las luciérnagas genéticamente creadas por el Capitolio revoloteaban por el lugar y alrededor de los enamorados, quienes se detuvieron en un lejano puesto donde de seguro nadie los escucharía ni vería.

-¿Qué sucede?- inquirió Finnick, observando a la chica con el ceño fruncido, tomando sus manos.

-Finnick.. yo... -comenzó ella, haciendo un magnánimo esfuerzo por tragarse las lágrimas de angustia.

-Liona si quieres que lo nuestro se acabe...- interrumpió él, a lo que Liona soltó un chillido, escandalizada y horrorizada.

-¡¡NO!! ¡NO! ¡Finnick! ¡No, por Dios! ¡En lo absoluto! ¡Esto no.. no tiene nada que ver con eso!-

Finnick soltó un sonoro suspiro de alivio.

-Me asustaste, leona.-

Ella volteó los ojos y se aferró a sus manos. -Finnick, deja las bromas, esto es muy urgente.-

-Pues dime que te tiene así.- apuró el chico.

Ella intentó tranquilizarse nuevamente.

-Finnick, ¿conoces a Velah Omega?-

El asintió. -La nueva Vigilante ¿no? Su padre es un militar duro.-

Liona pasó las manos por su cabello. -Pues acabo de hablar con ella porque mi abuelo me la presentó y me dijo que... - la chica tragó saliva. -Me dijo que mi abuelo había mandado a matar a Seneca Crane.-

Finnick alzó una ceja en silencio.

Liona continuó:

-Me dijo también que en el Distrito Ocho se inició una rebelión, que en el Distrito Once mataron a un anciano por saludar a Katniss con el saludo de los tres dedos y que la gente ve a Katniss como un símbolo de rebelión y...-

Finnick colocó un dedo en los labios de la chica, observándola con preocupación.

-Preciosa... entiendo que estés alterada... no te culpo, se que es mucho que digerir pero... -el chico suspiró, separando su dedo de ella y tomando sus hombros con suma delicadeza. -Si me estás contando esto para preguntarme lo que creo que vas a preguntar, entonces la respuesta es... Si, Liona, Velah no te estaba mintiendo.-

Liona sintió que se desmayaría en los brazos de Finnick. Se lanzó hacia él, abrazándolo con fuerza, y mientras él correspondía a tan fuerte gesto, ella comenzó a temblar contra su pecho. Una mano de Finnick acariciaba su cabellera en silencio, dándole el tiempo que necesitara para que se calmara.

-Eso quiere decir...- comenzó ella luego de un largo rato de silencio. -¿Qué mi abuelo es un asesino....?- inquirió con un hilo de voz.

-Me temo decirte que si.- susurró Finnick. -Aunque conoces mi historia y la de Johanna, no se porque te sorprende tanto.-

Ella levantó sus ojos llenos de lágrimas hacia él. -Finnick, la diferencia es que mató a su mano derecha a sangre fría. El no conocía a la familia de Johanna, pero a Seneca si, Seneca era íntimo amigo de mi familia. Además, siento que puede que sea yo la única en la familia que no sabía hasta este momento. Finnick, te lo he venido diciendo desde los Juegos que Katniss acaba de ganar, me estan ocultando cosas y no se hasta que punto sea peligroso. Estoy aterrada, Finnick, aterrada.-

El chico la abrazó con fuerza contra él de nuevo. -Calmate, preciosa... nadie va a lastimarte... nadie.- susurró repetidas veces a su oído mientras ella lloraba, víctima de los nervios. -Juro que no lo permitiré. No me interesa si debo hacer más tratos con tu abuelo para que así sea.-

-¡No! -exclamó ella con dolor. -Finnick, ya es demasiado con soportar que te acuestes con medio Panem solo por que mi abuelo quiera que seas popular, no sabes cuanto me duele eso y si haces otro trato con mi abuelo por mi jamás me lo perdonaría.-

Finnick, a pesar de estar ambos pasando por aquel momento de angustia, sonrió con suavidad, su mirada brilló, tomó el rostro de Liona y besó su frente.

-Pero eso, mi querida leona, se llama amor.-

Ella sonrió, entre lágrimas, besando a Finnick con una expresión de dolor pero a la vez de emoción en el rostro. Al separarse, juntaron sus frentes, y él apartó un mechón negro del rostro de la chica.

-Puedes ser la nieta del presidente, per aún así debes pagarme con un secreto cada beso que te doy.-

Ella rió con suavidad, susurrando sobre sus labios. -¿Un secreto?-

El asintió. -Si, un secreto.-

Liona hizo una mueca pensativa y luego susurró; -Bueno, señor Odair, mi secreto es que lo amo.-

Finnick la abrazó con fuerza, sin separar sus frentes. -Es la mejor confesión que me has podido hacer.-

La chica pasó sus brazos por el cuello de él, quedándose así por un largo rato. La música cambió a una más lenta y Finnick, sin soltarla, se movía con ella al ritmo del suave vals.

-Te prometo, preciosa, como ya te dije, que no voy a permitir que nadie te haga daño. Siempre que yo esté, estarás a salvo.-

Ella suspiró más aliviada. -No sabes cuanto te lo agradezco.-

-No tienes porque- susurró él de vuelta, besando su mejilla y llevándola de vuelta a la fiesta, donde pretendieron que nada de aquello había pasado.



La Suerte NUNCA está de nuestra parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora