capítulo 7

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ALEJANDRO

A pasado un año, un año en el que sigo de pies por mis padres, ellos son mi motor, desde que el amor de mi vida murió me siento muerto en vida, solo trabajo, y vivo para mis padres. Es viernes en la noche y estoy en casa de mis padres tengo una buena noticia que darle, la cena ya esta lista, acomodo los platos y cenamos hablando de nuestra semana, ya que solo lo visitó los viernes en la noche porque los sábados son mi único días libres y lo paso con ellos y voy al cementerio.

—Bueno mi niño cuál es esa buena noticia que nos tiene? ya tienes novia? —pregunta mi mamá tan directa como siempre.

—No ma, no tengo novia y quizás nunca la tendré —digo con un nudo en la garganta.

—Pero hijo no crees que ya es tiempo de seguir adelante?, no puedes vivir en el pasado, sé que la amabas pero debes seguir con tu vida, queremos ver a nuestros nietos nacer, debes de seguir con tu vida, aún eres joven y no te puedes echar a morir por eso además recuerda que hiciste una promesa —dice mi padre y yo no puedo hacer más que tragarme el dolor que siento, este profundo vacío que tengo desde que la perdí, como poder seguir si todos mis sueños se fueron con ella? Pero eso es algo que no diré en voz alta.

—Eso hago papá, trato de seguir con mi vida, pero no es fácil, por favor ya no hablemos del tema que me duele mucho todavía —digo para poder dejar el tema de lado, cada fin de semana es lo mismo desde hace 5 meses que empezaron con eso —Y la buena noticia es que tengo un nuevo trabajo, hoy me llamaran para informarme que he sido contratado para ser el secretario y asistente personal para la dueña de un prestigioso bufete, dicen que la dueña ha ganado casos prácticamente perdidos —hago una pausa para continuar —En los tribunales le apodan «la fiera» Estoy tan emocionado, voy a trabajar en lo que me gusta, además podre retomar mi carrera por las noches, y podre graduarme, quizás asta consiga trabajo permanente con ello, y la paga es buenísima. —término mi relato y veo la alegría en los ojos de mis padres para ellos el que me pueda graduar es uno de su grande sueños, claro y el tener nietos.

—Que alegría hijo, no sabe la alegría que nos das saber que por fin podrás seguir tus estudios sabemos cuanto amas tu carrera y el saber que trabajaras rodeados de abogado y que podrás aprender aun más para tus estudios, es una gran alegría —dice mi mamá y papá solo asiente de acuerdo, ambos tienen una gran alegría reflejada en sus rostros.

Después de charlar un poco más con mis padres, voy a mi cuarto mañana debo levantarme temprano para ir al cementerio además de pasar por la cafetería para dejar mi renuncia.



¡Al día siguiente!


Me levanto temprano, me doy un baño rápido y estoy listo, voy por un café a la cocina, el cual mi madre ya tiene listo.

—Buenos días, ma, como dormiste? —le pregunto.

—Dormí bien mi amor, y tú dormiste bien? —me pregunta sabiendo que es poco lo que duermo últimamente.

—Si mamá, dormí como roca —digo para tranquilizarla. Termino mi café y estoy listo para irme.

—Te veo más tarde ma —me despido con un beso y me voy.

Voy saliendo del cementerio, cuando en la entrada veo un BMW blanco, excelente auto aunque lo preferiría negro. Veo como la dueña se acerca y creo verla visto en alguna parte, me voy acercando cada vez más ya que debo pasar por su lado para salir. Cuando estoy más cerca la reconozco jamás podría olvidar sus ojos tan negros como la noche. Es la chica con la que choque hace un año, aunque ahora se ve más bella físicamente, más arreglada que aquella vez ¡es ella! aunque sus ojos siguen teniendo ese profundo dolor plasmado como el primer día que la vi. ¡jamás podría olvidarla!.

—Hola —la saludo cuando estoy parado prácticamente en frente de ella, sus ojos son tan bellos, ella me mira con tanta intensidad, sus ojos se enganchan a los míos, y siento como el calor invade mi cara debo estar muy rojo, porque me pasa esto? Porque me pongo tan rojo en su presencia? Esto no me pasa con nadie más.

—Ho-la —tartamudea creo que le incomoda mi presencia, como no hacerlo si debo parecer un tomate —Adiós, debo irme —se monta en su auto y sale despavorida como si hubiera visto al mismo diablo, pero que le hice? Dejo de pensar en que pudo o no haber pasado, y me encaminó a la parada de autobús, el lunes tendré un nuevo comienzo, y aunque nada será igual yo debo seguir adelante!

Destinado Para MiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora