Capítulo 8

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-Johan, ¿ya te había dicho que te amo?-analizo sus cejas, sus pestañas, sus ojos hipnotizantes, para terminar con sus labios que simulan estar en un estado, mas que de relajación, de excitación.

-¿Y yo ya te había dicho que te amo más?-voltea a verme y yo no puedo hacer mas que solo sonreír ante aquella respuesta.

Nos quedamos viendo el televisor desde la cama, él asfixiándome entre sus brazos y yo mas que contenta por ello. Nunca me sentí tan protegida en un lugar en donde corro mas peligro.

-Bien, hermosa, ya debo irme al internado- toma sus pantalones y comienza a vestirse- y creo que tú también deberías ir, amor- se acerca despacio hasta mi frente y la mancha con sus labios.

-Odiaré estar allá-me reincorporo en el respaldar de la cama- no me dejarán tranquila, como a cualquier lado al que voy-llevo mis ojos hacia el techo, y nada mas quiero pensar en cerrarlos y no abrirlos de nuevo. -Sé que odias a los fotógrafos, pero en el internado estarás segura mientras hagas tu carrera de deportes- termina poniéndose la sudadera deportiva que tenía puesta cuando me recogió- Mientras estés conmigo, no tienes por qué temer, Yoko- me lanza un guiño y sale del cuarto de hotel. 

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Nace una luz fuera, a lo lejos de su ventana. Una luz mas que no solo es como ella, igual de reluciente, igual de inmensa e intensa como ella. Ella no lo sabe, pero aquellos arboles que alguna vez plantó, fueron creciendo a la par que ella crecía. Aprendieron a sonreír cuando ella abría sus flores al infinito; aprendieron a llorar cuando caía rocío del cielo; aprendieron a amar cuando se dio cuenta de que podía dar frutos; aprendieron a soñar cuando notó que podía crecer muy muy muy alto; aprendieron a disfrutar cuando sus hojas caían de poco en poco; aprendieron a descansar cuando la juventud empezó a teñirse de blanco. 

Sus pies son sus raíces, su torso es el tronco redundantemente, sus brazos son hojas fuertes, y su cabeza entera es una hermosa flor. No hay frutos todavía en ese Edén. No cree que hayan frutos en él todavía. Ni tampoco que haya un futuro con arboles, y aquella luz. 

Esa luz que no es de la esperanza. No es de la paz. Es de la libertad.

Un Edén sin animales y sin otro ser vivo que solo plantas. Plantas. Vida.

La vida empieza así. La vida empieza con una semilla. La vida empieza con una risa de arriba, una gota de rocío, y muchos pero muchos sueños. 


    -Fabricio Navas

Escritura creativa

Acerca de: Alanís Shelley

Feel: Lo que sientoWhere stories live. Discover now