Santa Mónica, California. 7:54 PM
Había pasado una semana desde el misterioso encuentro de las dos chicas, y por mera curiosidad, Sink seguía yendo a aquella playa de arenas blancas, con la esperanza de volver a encontrarse con la chica misteriosa de aquella tarde.
Esta vez, se había asegurado de encontrarse sobria, esto para asegurarse de que la aparición de la castaña no fuera una alucinación de su mente. Tenía ya una hora esperando a la castaña, se encontraba sentada, admirando el cielo oscuro y las bonitas estrellas que lo adornaban, las olas del mar venían e iban, y finalmente caían por desvanecerse en sus pies descalzos. La larga espera, en vez de tornarse fastidiosa, se pasaba rápida, la paz que transmitía el ruido del oleaje de la playa de alguna manera acortaba la espera. También, el bolero que escuchaba desde el local de ahí cerca, hacía sentir la misma sensación que el oleaje, bonita paz. Ése local no siempre componía bonitas melodías boleras, sólo una vez a la semana, los sábados. Aquél día del encuentro, Sink lo podía ubicar como sábado por el bello bolero que alcanzó a oír.
Entre tanto pensamiento pasando por su cabeza, no alcanzó a oír los pasos de una fina mujer acercándose, sólo pudo percatarse de su ser sentándose al lado suyo.
-¿Dónde estabas? -Se apresuró a decir con una pequeña sonrisa.
-Sólo vengo los sábados. Me gusta la melodía de una bonita guitarra y su requinto. -Contestó con una sonrisa, acomodándose en la arena.
Era la primera vez que la pelirroja veía a profundidad sus bonitos ojos color miel, estos la habían hipnotizado de una extraña manera, una que nunca había sentido, era un sentimiento extraño, obsesión combinada con algo de lujuria.
-No me dijiste tu nombre. -Dijo retomando el tema de conversación de la vez pasada que se vieron.
-¿Es necesario? -Arqueó la ceja.
-No puedo sólo referirme a ti como "La chica bonita de cabello castaño". -Respondió divertida con una sonrisa.
-Puedes decirme así, no tengo problema. -Guiñó el ojo y volteó al cielo estrellado, la pelirroja replicó su acción con un rubor pequeño en sus mejillas.
-De acuerdo, chica bonita de cabello castaño. -Comentó, la chica bonita de cabello castaño rió.
-¿Ya dejaste de llorar por aquél imbécil? -Volteó a ver a Sink.
-Algo así. -Bajó su mirada a la castaña. -Digamos que estoy más ocupada en otras cosas. -Encogió los hombros.
-¿En qué cosas? -Preguntó curiosa.
-En tratar de averiguar cómo te fuiste tan rápido aquella tarde. -Contestó.
-Es un pequeño truco. -Volvió a guiñar el ojo, Sadie sonrió y dirigió su mirar al bello oleaje. Después de algunos segundos, la castaña volvió a hablar. -Millie. -Dijo posando su mano encima de la de la pelirroja, haciendo que esta devolviera su mirar a donde ella estaba, sin embargo, se había ido, de nuevo. La mano de la castaña se había ido con ella, dejando algo de arena en su lugar.
Esta vez, con un poco más de cordura que la de la otra ocasión, Sink se paró de su lugar, sacudiendo la arena de su cuerpo con sus manos, seguido de esto, empezó a girar su cabeza en cualquier dirección con la esperanza de hallarla, lo cual falló.
Millie, ese nombre rondaba por su cabeza, supuso que ése era su nombre, ahora, en vez de pensar en ella como alguien misterioso, la podía nombrar, así que se pasó el resto de la noche gritando aquél bello nombre por la playa de Santa Mónica pareciendo una loca, y lo estaba, loca por aquella tal Millie.
Después de gritar por toda la playa el nombre de Millie, terminó por cansarse, dirigiéndose a su apartamento para poder descansar, pero ni eso pudo hacer correctamente, ya que su mente seguía ocupada en pensar en la castaña, recordaba con perfección innata la sensación de sus manos juntas, era una sensación nunca antes sentida -una suavidad inalcanzable- haciendo que la pelirroja sobre pensara y maravillara con la existencia de la castaña. Su guiñar, forma de hablar, y la extraña aura que transmitía, definitivamente la había dejado sumamente intrigada, quería descubrirla, pero cada vez que intentaba esto, sólo conseguía arena.
-------
N/A: Cada capítulo va a estar acompañado con un bolero para que lo escuchen mientras leen, esto para poner el ambiente que creo yo, se necesita.
ESTÁS LEYENDO
Arena ; Sillie
Short StoryLa blanca arena y el color de tu dulce tez suelen combinar. Me gustaría que nos pudiéramos amar. (Historia corta, Sadie Sink x Millie Bobby Brown)