Santa Mónica, California. 6:45 PM
En las arenas blancas de la playa de Santa Mónica en California, yacía una hermosa joven pelirroja, esta bella chica se llamaba Sadie, estaba con la vista hacia el atardecer, delante del inmenso mar. Se encontraba perdida, perdida en sus profundos pensamientos, penando por la ida de su amado ex novio.
Para su suerte, se encontraba sola, la playa de noche no tenía fama de ser segura, pero a ella no le importaba en lo más mínimo. Sostenía una botella de alcohol en su mano, misma que se había encargado de embriagarla y hacerla sollozar, sin embargo, algo de cordura y sobriedad quedaba en su ser, haciendo que la chica notase alguien acercándose, una bonita mujer castaña aproximándose a ella.
Se sentó al lado de ella, con las piernas cruzadas y acomodando su cabello. Su tez algo bronceada acompañada por la melodía de un maravilloso bolero de un local cerca de la playa escuchándose, hizo que Sadie apreciara más a detalle a la castaña, quien inspiraba un aire de sensualidad y misteriosidad, el hecho de que vistiera un bikini color negro aumentaba el ambiente.
La chica pecosa acercó la botella de alcohol a la castaña, ofreciéndole, ella se negó. Volvió su vista al mar, secando algunas de sus lágrimas y acomodando su cabeza encima de una de sus manos. La castaña hizo lo mismo, giró su cabeza hacia al atardecer para admirarlo, y después de unos segundos finalmente habló.
-¿Por qué lloras? -Preguntó volviendo su vista a la pelirroja, quien tardó un poco en responder.
-¿Importa? -Preguntó cansada
-Sí, quiero ayudarte. -Contestó
-Por un imbécil. -Respondió tardía a la pregunta de hace un rato.
-Ningún imbécil merece tus lágrimas. -Comentó algo sabia, Sadie volteó a verla a la cara por primera vez
-¿Me conoces? -Frunció el entrecejo algo extrañada
-Lo suficiente para saber que no debes llorar por un imbécil. -Mintió en parte, era la primera vez que la veía en toda su vida. Sadie sonrió.
-Ni siquiera sabes mi nombre. -Habló con una sonrisa volteando al atardecer de nuevo, perdiendo de vista a la chica algo bronceada.
-Tienes razón, ¿Cómo te llamas? -Preguntó
-Sadie, Sadie Sink. -Contestó aún sin mirar a la chica, después de unos segundos y la sensación de una brisa pasando por su hombro, preguntó. -¿Y tú? -Volteó, pero ya era demasiado tarde, la castaña ya no estaba, se había ido, desparecido por completo.
Aunque era sumamente extraño, la pelirroja estaba tan ebria que casi no le tomó importancia, aunque tampoco le quitó la curiosidad, volteó a la derecha, nada, volteó a la izquierda, vacío.
Devuelta a su trance, vió el mar, el sol ocultándose y le dio un trago a la botella de alcohol nuevamente, al pararse, se percató de tener algo de arena en sus manos, más de lo normal.
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N/A: La canción de arriba tómenla como el himno temático de la novela, es un muy bonito bolero mexicano, me inspiró demasiado a escribir la historia.
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Arena ; Sillie
Historia CortaLa blanca arena y el color de tu dulce tez suelen combinar. Me gustaría que nos pudiéramos amar. (Historia corta, Sadie Sink x Millie Bobby Brown)