Un viaje inesperado

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A pesar de los problemas que habían sucedido entre ambos, se podía decir que tanto Naruto como Hinata llevaban su relación con normalidad. No habían definido nada, así que se estaban tratando como amigos, aunque ambos tenían claro qué era lo que esperaban. Lo que no tenían tan claro era lo que el otro esperaba. Sí, sabían que había algo entre ambos, pero era mayor el miedo que tenían ambos de perder al otro que las ganas que tenían de compartir algo bueno juntos.

Por ello había aún algo de incomodidad entre ambos, siempre procuraban que alguien estuviera junto a ellos, como era el caso de Hanabi, a la que Hinata rogó que se quedara allí para hacer algo más cómoda la estancia del Uzumaki en la casa de los Hyuga. Lo mismo para Naruto, aunque para él era más fácil: su madre siempre estaba allí, vigilante, esperando a que alguno de los dos se quitara esa máscara que ambos llevaban para ocultar las emociones que ambos sentían, cosa que no pasaba, y eso era algo que decepcionaba a todos los que los rodeaban.

— Naruto, ¿a qué esperas? — dijo Sakura, impaciente con la actitud mostrada. — Ya has arreglado todo con Hinata, os lleváis bien, ¿por qué no das el paso?

— Sakura... Yo...

— Tanta duda va a hacer que la pierdas. — sentenció Sasuke, dejando pensativo a Naruto. — Ella no te va a esperar eternamente.

El rubio tenía claro que la amaba, pero también estaba convencido que sus actitudes lo único que hacían era alejarla de él. Ya con la seguridad de que Toneri no iba tras Hinata, seguía pensando que no merecía ni siquiera estar junto a ella. Estaba tan tremendamente confundido que no tenía ni las fuerzas ni el ánimo para entablar pelea.

Pero había una cosa que le levantaba el espíritu y lo llevaba a poner una sonrisa de felicidad en su rostro. Y eso era saber que Hinata lo amaba y que seguía esperando por él. O por lo menos que todavía se mantenía a su lado, y eso ya era suficiente después de todas y cada una de las estupideces que había hecho, que eran muchas.

Lo cierto era que estaba totalmente ido, meditabundo. No dejaba de pensar cada día en Hinata y en cómo compensar cada error que había cometido con ella o que le hubiera afectado a ella. Llegó a la conclusión de que necesitaría toda una vida para hacerla feliz después del daño que le había hecho, aunque fuese de forma inconsciente.

"Toda mi vida junto a Hinata..."

Esa frase hacía que sonriera de pura felicidad, era su deseo más anhelado, el amar a Hinata y el ser amado por ella durante el resto de sus días. En todo el día no pudo evitar el pensar en ella y en el futuro que quería que tuvieran juntos, porque para eso había vuelto al pasado: para estar con ella de forma definitiva.

Recordó las palabras de Kaguya.

"Si alguna vez dudas de tus sentimientos por ella, serás tú quien corra con la suerte de tu compañera."

Definitivamente su problema no eran el amor que tenía por Hinata: eso estaba fuera de toda duda. La amaba con tal intensidad que dudaba de su idoneidad para estar junto a ella. Y ese era el problema: era tan fuertes sus sentimientos que, de forma totalmente inconsciente, le había dañado. Nunca la había visto llorar, pero estaba convencido de que, ahora que la había visto, no quería por nada del mundo volver a verla así, y menos aún por su culpa. Era eso y no otra cosa lo que llevaba al rubio por la vía de la amargura.

Por otro lado, Hinata estaba contenta porque su amistad con el rubio llevaba unos cauces de relativa normalidad, aunque su corazón le decía que no era suficiente con una amistad. Pero como cuando todo parecía indicar que él iba a dar un paso hacia delante, al final acababa dando dos pasos atrás, la estabilidad que habían alcanzado juntos era suficiente para mantenerla contenta por el momento. Porque si había algo que tenía claro era que eso no iba a ser suficiente todo el tiempo, al final su corazón se impondría a su razón y querría todo de Naruto, y no solo unas migajas.

Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora