Capítulo 25

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Dejos mis cosas en el perchero de madera, de la puerta (cinturón y capa, esencialmente).

Jonathan me lleva al sillón que esta frente a la chimenea. Al parecer antes de tocar, él estaba tranquilo, recostado con una manta en el sillón, un libro y bebiendo un chocolate caliente.

— ¿estas solo? —pregunto volteando a él. Su rostro causa gracia, pareciera que estuviera viendo a algún fantasma. Me da miedo que se quede mudo, o le dé un paro cardiaco— soy de verdad

— ¿Megan? — dice y se lanza con los brazos abiertos a mí, causando mi perdida de equilibrio— ¿te creo muerta?, no sabes cuánto me hiciste sufrir te odiare, por esto.

— lo lamento— le susurro

— lo bueno es que estas bien, y ya estás aquí. A mi lado

— Si — digo desapareciendo mi sonrisa. Recordando lo que acabo de hacer. Desobedecer una misión, donde no soy bienvenida. Encontrada y me escape, tire mi radio. Y no sabré de ellos ni ellos de mí

— ¿Qué pasa?

— no me puedo quedar aquí

— si quieres te puedes esconder aquí, hasta que los rebeldes se vayan. Y después regresaras a casa

— eso quiero. Regresar a casa, pero no al Capitolio. Si no. — ¿A dónde quiero ir? —a un lugar donde ser libre

— ¿entonces para que escapaste?

— escape para buscar libertad

— ¿y no la tienes? Por eso escapaste de los rebeldes

— no escape de los rebeldes,  escape del Capitolio. Si estoy con los rebeldes, es porque quieran. La vez que desaparecí, no fue un rapto fue un rescate.

— eso me hace odiarte más. Porque nunca me avisaste

— por eso vine. Se supone que estoy a salvo en el distrito 13, pero veme aquí. Vine a decirte que lado seguir y en quien confiar

— si al capitolio ya no puedo, y a los rebeldes. Buen sabrás estuviste en los juegos un año después de que ellos pelearan. ¿De qué lado estoy, y en quien confío?

— en mí. Solo confía en mí

— en ese caso. ¿Quieres pasar la noche aquí?

— tengo que irme no avise

— te descubrirán, ya han de saber que los rebeldes están aquí. Estarán más alerta

Tal vez, sea la mejor opción. Si regresa en este momento, sería difícil pedir permiso, tan siquiera ir al baño.

— está bien, pero mañana a primera hora. Me iré

Una leve sonrisa se asoma por su boca. Y me acompaña a su cuarto. Lo mejor de que él sea mi estilista, es que el tiene parte de mi guarda ropa entre eso mi pijama. Me meto a la regadera y después a la cama. Mientras él duerme en el sillón que estaba frente a la chimenea.

No logro conciliar un buen sueño, cada minuto me despierto hasta el punto donde Jonathan prefirió dormirse con migo, para calmarme.

Al despertar, el meda algo de desayunar, y algo de vestir. Muy colorido, aparento bien. De da otra capa, y me ayuda con el maquillaje

— ¿qué hago con tus ojos? —  me pregunta, después de tanto silencio

— ¿Qué hay con ellos?

— cualquiera puede mirar y decir “o hay esta Megan, al fin, está viva”

— Buen punto— él se mete a un cuarto y me da algo en la mano

— tómalo, te cambia el color de los ojos. Mi mama me quería hacer una operación, pero. Conseguí esto

— Gracias— toma mi rostro en sus manos. Y plana un beso en mis labios

— Eres mía—me dice

No soy de nadie.

Tomo mis cosas y salgo por la puerta acelerando la velocidad

— no soy de nadie, por algo estoy aquí, no en el capitolio—me digo

Paso por una tienda donde todo el mundo se detiene, y hago lo mismo. Un anuncio del capitolio. Al parecer, tienen a un rebelde. Lo atraparon ayer en la noche. Y empiezo a alterarme, tanto que no me importa quién me vea, salgo corriendo hasta donde llegue en el aerodeslizador.

Llego a él. Exhausta, unos soldados me suben a la fuerza, sin contestarme, o dirigirme la palabra. Una vez dentro, el aerodeslizador se enciende.

Pero no veo a nadie de mi grupo. Ni Katniss, Peeta, Gale, Cressida o Heron. Nadie. Y esto no me hace quedarme sentada, tranquila como me lo ordenaron. Hasta que a la fuerza respondí con un sedante, circulando mis venas.

Make It Possible (los juegos del hambre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora