Cada familia tiene demonios, pero ninguno parece gritar tan fuerte como en la familia Stark.
Tony Stark es conocido por muchas cosas; ser padre es una de ellas. Antes de ser Iron Man, antes de ser el CEO de Industrias Stark, antes de ser huérfa...
no necesito dinero no necesito fama solo quiero hacer un cambio oh no! ─── marina and the diamonds
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malibú, california 13 de mayo, 2010
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Luego se fue tan rápido como vino. Me quedo allí durante mucho tiempo, tratando de controlar mi flujo de lágrimas. Mi cabeza está nuevamente confundida y es difícil pensar con claridad. Finalmente, me levanto y me acerco a un baño lejano que nadie usa. Con manos temblorosas, saco un rollo de papel higiénico y lo enrollo para presionar contra el corte. Hay sangre en mis manos y en todo mi vestido, arruinando cualquier posibilidad que tengo de permanecer indiscreta sobre el tema.
Mientras se forma una pequeña pila de papel higiénico ensangrentado en el mostrador ante mí, pienso en cuando esto formó parte de mi vida y es aterrador saber que estoy dando marcha atrás. Me lavo la cara, pero no sirve de mucho porque sigue roja e hinchada. El corte ha dejado de sangrar, pero es demasiado notable. Sin embargo, no tengo otra opción que volver a salir. Estoy caminando por el largo pasillo cuando veo a papá corriendo a la vuelta de la esquina.
Cuando me ve, sus ojos se abren y lanza su mano sobre su corazón con alivio.
—¡Oh, gracias a Dios! ¿Dónde estabas?
Mi boca se abre, pero nada sale.
Cuando papá se acerca, ve mi cara manchada y la nueva herida.
Suena asustado y realmente enfadado cuando pregunta:
—¿Qué ha pasado?
La facilidad con la que miento es asombrosa.
—Necesitaba un descanso y fui a caminar un rato. Me resbalé y me corté con una vieja y afilada puerta. Me duele mucho, por eso he estado llorando.
No está convencido, pero suspira, tratando de calmarse desde cualquier borde en el que se encuentre.
—¿Necesita puntos? Ven, déjame ver.
Cuando se acerca más, instintivamente me estremezco y retrocedo. Me lamo el labio inferior y aprieto la mandíbula, enfadada conmigo misma por no dejar que me toque. Sé que nunca me haría daño. Él hace todo lo posible para ocultar el dolor y la ira en su rostro. Sus manos extendidas caen a sus costados mientras me mira, estudiando, analizando. Sabe que miento.
—Lees —dice muy lentamente—, ¿te lo hizo alguien?
Mi cara se retrae en una expresión de sorpresa y enojo.
—¿Qué? No, papá, ya te he dicho lo que ha pasado. ¿Sabes lo irritante que es que me estés cuestionando?
—Hablo en serio, Lisa —sus ojos se entrecierran y aprieta la mandíbula.
