Capítulo 3: Twinky el payaso.

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Domingo, 29 de Agosto de 2010.


El día había empezado con un amanecer esplendido para la ciudad de Cibercrylle, cuando el carnaval del famoso circo ambulante Everglow llegó en sus enormes trenes para instalarse en un estadio de la gran y moderna ciudad que fabricaba la mejor tecnología del país.

Los empleados del famoso circense Patrick Saltsman; quienes eran sus sirvientes, se encontraban todavía instalando los juegos mecánicos y abriendo las carpas en donde dormirían algunos fenómenos.

El circo aún tenía mucho que desempacar de los trenes; e instalarse, para que en la noche se abriera el carnaval y comenzara el show.

Sin embargo, las famosas estrellas del Everglow, esperaban pacientemente a que los trabajadores de Patrick se encargaran de darle vida al carnaval antes de la noche. Mientras, los observaban trabajar duro para revivir al circo, ellos se encontraban tomando su desayuno diario, preparado por otro de los fenómenos: la mujer barbuda.

Patrick le había ordenado principalmente a sus fieles sirvientes, levantar la tienda en donde sus fenómenos comían. Para mantener a sus hijos bien alimentados, y distraídos en sus descansos.

La enorme mesa de madera de la "cafetería freak", estaba repleta de muchas de sus estrellas. Todos charlaban y convivían entre sí. Algunos de los fenómenos odiaban el bullicio que otros freaks hacían, pero ya se habían acostumbrado a que todos los días en la hora de la comida fuera así.

En la mesa cada uno de los fenómenos tenían conversaciones diferentes. Algunos hablaban del show, de su amado jefe Patrick, otros de lo que desayunarían en esa mañana. Y la otra pequeña parte hablaba sobre la nueva prostituta de los freaks: Poppy Sherwood.

Poppy había estado de boca en boca entre los fenómenos del circo. Además, de que casi siempre, tenía que ir a dormir en la cama de uno de esos monstruos que la necesitaba para sexo. Ella sentía que estaba en el mismísimo infierno, pero nunca había intentado escapar. No tendría a dónde ir.

Y le temía a Patrick Saltsman.

Sin embargo, la joven desconsolada un día encontró algo a lo que aferrarse para salir de ese infierno: el amor. A la muchacha le había estado gustando uno de los nuevos fenómenos que habían agregado al circo. Poppy había quedado conmovida por Kit Brawn, o mejor conocido como: el chico manos de tijeras.

Él había sido el único fenómeno que la había tratado con humanidad y decencia y Poppy estaba agradecida con eso. Por eso, siempre se sentaba junto a Kit a la hora de comer y hablaban sobre muchas cosas que los dos adolescentes tenían en común, como en en esa mañana lo hacían.

- La música es mi pasión- le comentó Kit a la inocente niña sentada junto a él en la mesa, mirándolo con atención.

- Pero, ¿por qué no te aferras a eso?- cuestionó Poppy tímidamente, concentrándose en el encantador chico que tenía junto a él, para no estremecerse por sentir que la mayoría de los freaks en la cafetería la miraban fijamente con ojos enormes.

- Porque lamentablemente... me gusta la guitarra, y cada vez que la toco...- miró con melancolía las filosas tijeras que tenía como manos-, se rompen las cuerdas, Poppy.

- No te deprimas, ya verás...- lo animó con una pequeña luz de alegría en sus ojos la adolescente, y miró sus manos de tijeras con cierta dulzura-, un día encontrarás algo que realmente te guste, y amarás a tus manos porque ellas no serán un problema.

Kit le sonrió a Poppy por ser tan amable con él, y ella sintió que sus mejillas se coloraron un poco. Las mariposas en su estómago revoloteaban como locas por Kit Brawn, y a Poppy no le importaba para nada que él tuviera manos de tijeras. Él era como todos después de todo... humano.

El circo de horror de Patrick Saltsman ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora