El amanecer en el Apéritif es siempre callado. Se experimenta como una realidad paralela, donde las luces de leds y las baldosas antisépticas son la norma, y donde una quieta armonía reina en cada rincón. Si Gabriel no le zarandeara el hombro, Aziraphale creería que se ha quedado atrapado en un mundo donde él es su único habitante.
-¿Otra vez mirando la estatua? Ay, ay, ay... por muy preciosa que sea, impera colocar la comida. Ayúdame.
Con un "mh" que no es ni un susurro, Aziraphale se vuelve y deja una caja de pimientos en la nevera.
-El Angelus... tenemos mucha suerte de pertenecer al equipo que eligió Dieu -charla Gabriel con un puerro en la mano-. Pocos chefs lo han conseguido. Mhhh, ¿cómo era...? ¿No dicen que solo quince en todo el mundo?
-Doce -contesta Aziraphale, volviendo a mirar la estatua.
-¡Todavía más honor! Ganar el Angelus es menos probable que ganar la lotería, ¡jajá! ¿No crees, Aziraphale? ¿Aziraphale?
-¿Eh? Oh, por supuesto. Sí.
-Ya te habías quedado embobado otra vez, ¡qué pánfilo eres...!
Aziraphale ve aparecer al resto de cocineros entre tomates y acelgas. Para cuando llega el último, al abrirse la puerta un rayo de sol caliente se cuela por la rendija. Ya ha amanecido. Y es un sentimiento singular, eso de las mañanas en el restaurante. Le da la impresión de que jamás se hará de día y que permanecerá en un estado ingravitatorio entre las 4 y las 6 a.m.
-El veinticinco. Sí, eso dijo Dieu, pero yo no me fiaría. ¿Cómo va a estar tan seguro? A ver, mujer, sé que es el chef pero... muy extraño, eso de ir contand...
Una conversación le llega a los oídos mientras acaba de reponer la última tanda de cartones de leche con la puerta de la nevera a medio abrir. En cuclillas, se acerca al resquicio de luz.
-... se verá, tienes razón.
-Y no olvides que él está al tanto de esos temas, nada que ver con nosotras.
-Ya... no sé, yo sigo sin verlo del todo claro. Porque saber cuándo va a venir un crítico cualquiera es una cosa, pero estamos hablando de monsieur Lucifer. No, ¡que no me lo trago!
El cartón de leche se le cae de la mano del sobresalto, y Aziraphale pierde el equilibrio y se sujeta a la puerta para no caerse de bruces, con tal mala pata que acaba abriéndola de par en par.
-¡Ah! -exclama Aziraphale al encontrarse a sus dos compañeras de trabajo observándole con los ojos como dos cacerolas-. ¡Perdonadme! ¡Estoy de torpe últimamente...!
-¡Hombre, Aziraphale!
-¡C-cuidado!
Para cuando Aziraphale ha recogido el cartón, las cocineras ya han huido despavoridas al otro lado de la cocina. Se queda trastocado con la puerta en las manos todavía, y al final decide cerrarla para ahorrarse aún más bochorno.
¿Monsieur Lucifer? ¿Para qué querría un crítico de su calaña acudir al Apéritif? ¿Para dejar una mala reseña y hundirles de una vez por todas? ¡Bah, qué sandez! Y además el 25, ¡un viernes! ¡Todo el mundo sabe que el mejor menú se lo llevan los viernes! ¿Es que Dieu no se da cuenta de que...
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paspartú (good omens)
FanfictionAziraphale trabaja en el restaurante más importante del Soho. Crowley es el nuevo sommeliere.