Parte 2 Los aretes de diamantes

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Las Oscuras Historias de Nicky Tanner

Por Mabel Barnes


Intentaba arrastrarse hasta la puerta, aun tenía un mínimo estado de conciencia que le permitía saber que, si no escapaba, pronto moriría. Escuchaba el sonido lejano de su atacante recorriendo el apartamento, no sabía que estaba haciendo, pero sí que tenía poco tiempo. Cada movimiento era un esfuerzo sobre humano para su cuerpo, casi totalmente paralizado. Su mente por otra parte, no dejaba de pensar en lo ingenua que fue al dejarle entrar. Ahora, ella estaba sobre el piso y completamente desnuda, drogada e indefensa. Sabía que quería humillarla, era ese tipo de persona después de todo.

El sonido había cambiado de pronto, los pasos se acercaban lentamente, como si quisiera disfrutar su sufrimiento. La puerta estaba cerca, la veía, pero ya era tarde, su cabeza estaba cubierta y no podía respirar ¿se ahogaba en sus lágrimas o por la presión de aquellas manos? Todo se terminaba sin remedio, la vida se acababa para ella que había sido tan feliz, ahora, la muerte era el único camino.


Los aretes de diamante


Muerte por asfixia, Nicky odiaba la muerte por asfixia. Así que se propuso resolver pronto este caso. Estaban en un departamento en el centro, el tipo de lugar que solo pueden pagar ejecutivos de grandes empresas. Y eso era Loreen Hill, una exitosa publicista de 29 años.

Nicky se acercó al cuerpo cautelosa, el aroma era molesto, pero la chica sentía que algo más le incomodaba. Claro que una mujer de mediana edad, desnuda y descomponiéndose, era en sí algo "feísimo", como decía Nicky. Pero, al observar con detalle, encontró el origen de su molestia, la asimetría. El asesino había cortado su oreja derecha. Según observó la detective, el corte se realizó post mortem, lo delataba el escaso sangrado. Era extraño poder apreciar el contraste entre su bello arete de diamante y el vacío sanguinolento que dejaba el miembro cercenado.

Recorrió el apartamento lentamente, pero solo encontró fotografías de viajes y documentos de trabajo, los vecinos ya empezaban a agolparse en la entrada y una chica lloraba en el pasillo exterior. Al parecer era la vecina de junto, con quien la victima tenía cercanía. El agente Miller la interrogaba y Nicky escuchaba desde el interior, mientras fingía mirar por la ventana —Un hombre —dijo la chica de pronto —siempre venía de noche, al parecer eran cercanos.

—Amantes —dijo Nicky hablando sola. Hecho que no sorprendió a nadie en el equipo.

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Al volver a casa se dio una ducha, no podía dejar de pensar en la falta de aire experimentada por la víctima. Luego, ya con su cómodo pijama, se acercó a un estante y extrajo un libro "Espectros y otras criaturas de la noche". Y en la pagina 61, vio la foto de un vampiro siendo enterrado vivo. Horrible, pensó la chica sintiéndose algo vulnerable. Después de todo, para un vampiro, ese tipo de experiencia no acarreaba la muerte, sino un hambre y una asfixia eterna.

A las tres de la mañana el teléfono sonó, Nicky estaba en ese estado de seminconsciencia vampírica que le recordaba al sueño, aunque no lo era —Habla Tanner ¿qué sucede? —la joven se levantó de la cama veloz, mientras escuchaba la noticia. Otra mujer había sido encontrada, mismo modo de actuar. Otra hermosa mujer sin oreja.

—Bueno Harriet, abre la nevera —dijo la detective Tanner con un molesto entusiasmo. La mujer le observó, con mirada inquisitiva. Era una chica tan hermosa, parecía ser de origen latino, pero su piel era muy pálida. Tenía el cabello realmente brillante y los labios rojos. Harriet no entendía como alguien tan angelical podía ser a la vez... bueno, como era Nicky Tanner —ok Nicky, es toda tuya. Pero te lo advierto, no la intervengas más de lo necesario —ya una vez había sacado la lengua de uno de los cuerpos congelados y se la había llevado a su oficina, para "revisarla cómodamente". Nicky sonrió con falsa inocencia, mientras ataba su larga y frondosa cabellera negra.

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