Parte 4 El aniversario de tu muerte

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Las Oscuras Historias de Nicky Tanner

Por Mabel Barnes

Los gritos de Nicky eran ensordecedores, se sentía mareada y el dolor recorría su cuerpo, era eso y una gruesa capa de sudor, que a estas alturas se mezclaba con restos de sangre. No sabía donde estaba, probablemente en algún edificio de la zona industrial de Goldenfort. Se hallaba encadenada, habían atado sus extremidades y su cuello con una gruesa cadena y a través de ella, enviaban golpes de corriente que la mantenían sometida a sus captores.

Logro al fin y con dificultad, enfocar su mirada, era lo único que quería, necesitaba verlo a los ojos mientras le gritaba con furia, que le arrancaría la cabeza. Distinguió su viejo collar en las manos de su captor, pero no entendió por qué lo tenía, sólo sintió una gran nostalgia, una intensa y dolorosa tristeza, antes de caer rendida.

El aniversario de tu muerte

1 día atrás.

Todos le animaban y trataban de incitarle a aceptar el desafío. Ya había pasado un mes desde que el agente Beck había llegado a la unidad y nunca se había enfrentado a su jefa, campeona invicta en los entrenamientos del escuadrón. Nicky por alguna razón había querido evitar este momento, tal vez porque pelear con Beck significaba que era realmente parte del equipo y esa idea nunca le había convencido del todo. Este día, no obstante, Nicky Tanner necesitaba animarse y el enfrentamiento parecía inminente.

Dio un paso al frente, desatando los gritos de sus colegas, quienes interpretaron ese movimiento como una señal de que empezaría el combate. Y así fue, la agente Tanner arregló las vendas de sus manos, vendas que usaba de forma claramente decorativa, ella sabía que nada le pasaría, pero estaba acostumbrada a guardar las apariencias.

John Beck abrió los ojos y luego esbozó una pequeña sonrisa, la verdad tendría que haber estado ciego para no percibir lo hermosa que era su arrogante jefa. Llevaba el cabello recogido en una alta cola de caballo, su pelo era largo y brillante, incluso en las peores circunstancias siempre lucía frondoso y fuerte, tal como su dueña. Justo cuando Nicky se paró frente a John el chico dirigió, sin querer, sus pensamientos al resto de ella, lo que rápidamente se volvió en su contra. Justo cuando se percató de la ajustada camiseta que vestía Nicky, esta le propinó un golpe en el rostro que casi le hace perder el equilibrio. A pesar de ello estaba seguro de que no le había pegado con todas sus fuerzas, la había visto entrenar y sabía de lo que era capaz.

—Vamos Beck —dijo la chica como si adivinara sus pensamientos —la pelea esta aquí arriba.

Dicho esto le acertó una serie de golpes. Era obvio que había notado el brillo en los ojos de Beck. Este se tambaleó y luego cayó sobre el conjunto de colchonetas. El improvisado público gritó enardecido por la emoción.

John se arrepintió de su descuido, se puso de pie y comenzó a pelear en serio. Una serie de rápidos movimientos se sucedían sin descanso, varios de los presentes sorprendidos se habían silenciado. No querían perderse semejante muestra de habilidad. Nicky aplicó una llave que inmovilizó a John y mientras lo hacía le susurro —eres una molestia Beck —John, que apenas podía respirar, se sintió algo molesto y justo antes de zafarse le devolvió el susurro —¿una molestia como tu perro imaginario?

Nicky abrió los ojos sorprendida y cayó pesadamente producto del rápido contraataque de su oponente. Respiró agitada no por cansancio, sino por la ansiedad que le produjo esa frase. En ese momento reparó en un detalle, todo el mundo estaba en silencio. Beck estaba ahora de pie, la agente Tanner en el suelo ¿acaso había terminado el encuentro? La chica calculó rápidamente los pro y los contra de esta situación, si Beck sabía algo, que ella ganara la pelea le daría la razón. Por otra parte si perdía quedaría en desventaja delante de todo su equipo, no podía permitirlo. Así que se puso de pie, miró a Beck con unos ojos tan fríos que le hicieron estremecer y luego sin que nadie pudiera prevenirlo, tomó el brazo de su compañero, se giró y lo arrojó con fuerza sobre su propio cuerpo. Beck fue despedido sin piedad, se arrastró por los colchones y luego rodó sin control por el suelo del gimnasio hasta que lo detuvo el muro.

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