Atado a ti

Libérame, libéranos

Las cosas progresan.

Capítulo 7: Libérame, libéranos

―¿Qué acabas de decir?

Angel sintió a Valentino de pie detrás de él. Angel estaba sentado en el escritorio de Val, frente a la puerta.

―Te dije que Alastor no se fue a casa conmigo la otra noche y que no ha estado en el hotel desde entonces. No me ha llamado ni me ha enviado mensajes tampoco ―Angel tenía los brazos cruzados. Sintió que sus hombros se alzaban para tratar de esconder su cuello. Podía sentir el calor de Valentino acercándose e inclinándose sobre su espalda.

―¿Qué hiciste? ―Angel pudo escuchar el gruñido y sintió a Val cerrar de golpe hacia abajo un par de manos a cada lado de Angel. Angel trató de mantener su respiración calmada.

―¡Ya dije que no hice nada! Pasé todo el día con él. Pensé que iba bien, pero debo haber calculado mal. Simplemente no estaba tan interesado ―Angel mantuvo los ojos sobre sus rodillas. Estaba esperando que Val atacara. A la espera de ser levantado y arrojado, o golpeado. El hecho de que Val aun no le hubiera puesto la mano encima era sorprendente. Entonces se dio cuenta que Val estaba examinando su piel en busca de marcas. Comprobando si estaba mintiendo.

―No puedo creer que finalmente hayas encontrado a alguien que pueda negarse a ti además de mí ―Valentino rió por lo bajo al lado de Angel, haciendo que a la araña se le pusieran los pelos de punta.

―Incluso tú no haces un buen trabajo al mantener tus manos lejos de mí ―joder. Angel lo había murmurado, pero las antenas de Valentino podían captar pequeñas vibraciones. Agarró a Angel por el cuello y tiró de él hacía atrás hasta que estuvo tendido sobre el escritorio.

―Tampoco tengo que preguntar. Sólo tengo que decirlo ―la sonrisa y el agarre de Valentino en el cuello de Angel lo estaban haciendo vomitar. Sintió que su cuerpo se convulsionaba cuando el agarre se apretó―. Angie... Si no viene a ti. Ve a buscarlo. Haz algo. Necesito que esto se haga, preferiblemente, antes del próximo exterminio. Queremos usar el exterminio como una tapadera para deshacernos de él. Tienes unos ocho meses más para descubrir cuáles son sus debilidades. Se supone que eres el mejor. Tienes la mayoría de las herramientas a tu disposición. ¿Cómo puede ser tan problemático seducir a un puto hombre?

Angel movió la cabeza tanto como pudo para tratar de hablar. ―A-Al... No le gusta... El sexo ―esto hizo que Valentino lo soltara. Angel sabía que no debía tratar de sentarse, pero se llevó las dos manos a la garganta para ayudarla a relajarse.

―¿Qué? ―Valentino se movió para mirar a Angel a los ojos.

―Es tan difícil como lo es porque le tengo que gustar por mí... A Alastor no le gusta todo lo promiscuo. Dijo que la única razón por la que fue al espectáculo fue porque estaba interesado en cómo lo hago. No lo busca ―Angel se levantó lentamente y volvió a su posición anterior en el escritorio.

―Bueno, joder. Envié a una prostituta a hacer lo imposible ―Angel trató de lanzarle una mirada fulminante.

―No es imposible. Sólo tengo que repensar las cosas ―Angel cruzó ambos pares de brazos.

Valentino se estaba riendo y se sentó en su silla. ―¿Oh, si? ¿Qué le vas a ofrecer? ¿Amistad? ―Su risa se hizo más fuerte.

―Alastor y yo tenemos cosas en común. Sólo tengo que tomar las cosas con calma. Tengo que hacer cosas más pequeñas y sentimentales ―Angel estaba tranquilo mientras hablaba. Sin embargo, Valentino tenía razón. Aparte de cocinar para Alastor. ¿Qué podría ofrecerle? ¿De qué utilidad era él? Alastor tuvo la oportunidad de reclamar a Angel si lo hubiera querido, y en su lugar se alejó. Angel se llevó una mano a los labios sin pensarlo.