II

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Geralt tiene el sueño ligero, así que los suaves murmullos que vienen fuera de la cabaña, le despiertan en plena mañana. Entre quejas de dolor por las peleas que tuvo recientemente, el brujo se levanta de la cama y tomando la única espada que le queda, se dirige hacia donde proviene el ruido.

Detrás de la cabaña, en el lago, el sol de la mañana le hace brillar y allí en la orilla, Roach esta tomando el sol mientras ve algo en el agua. Con cautela, Geralt se acerca, escuchando con más claridad los murmullos que se vuelven palabras claras.

—Eres una yegua muy bonita. Nunca había visto una tan de cerca.

Suficientemente cerca ahora, el brujo llama la atención de Roach y quien sea que este con ella. Entonces lo ve, tan claro como la luz de la mañana, el brillo de las escamas por el sol, la gran cola azul aguamarina bajo el agua cristalina del lago. Y es rápido, pero Geralt nota los ojos azules casi trasparentes de la criatura de turno, quien parece asustarse y escapar. El brujo le ve desaparecer bajo el agua hacia la cascada.

—¿Una sirena? —se pregunta Geralt parado allí, para luego encogerse de hombros y darse media vuelta para ir por algo de comer. A escuchado de aquellas criaturas, totalmente misteriosas y peligrosas, inofensivas si no te metes en su camino. Se pregunta cómo aquella a llegado hasta allí.

—¡Hey, brujo! —alguien llama a su espalda. Geralt se gira para ver a aquella criatura apoyada otra vez en la orilla, lleva una sonrisa tímida y su mojado cabello castaño cae por su cara.

—¿Qué quieres? —pregunta con brusquedad, no quiere tener nada que ver con esa clase de criaturas manipuladoras. 

Ahora con una sonrisa juguetona, el tritón le indica con su mano fuera del agua, que se acerque. Geralt aprieta el agarre en su espada, pero la mantiene abajo mientras se acerca al agua; no tanto, pero si algunos pasos.

—¿Qué busca una sirena aquí?

Alzando la mano que estaba debajo del agua, el tritón saca la espada de Geralt, dejándola sobre el césped.

—Vine a regresar tu espada. —dice. — Y no soy una sirena, brujo, soy un tritón.

—Gracias. —murmura Geralt tomando la espada que le a regresa el tritón.

—Jaskier.

—¿Qué?

—Mi nombre.

El brujo asiente, estudiando al tritón; su cola tiene detalles dorados y cuando sonríe se notan sus colmillos, sus rasgos son finos y atractivos, como todo tritón o sirena debe ser para atraer a sus presas. Pero en una de sus manos, Geralt ahora nota la cadena y el medallón que lleva enredado entre sus dedos.

Sorprendido, el brujo toca donde debería estar aquel medallón.

—Eso es mio. —señala. Por un segundo, Jaskier, como se hace llamar el tritón, parece confundido hasta que baja la mirada y ve lo que mantiene en su mano.

—Me gusta. —dice el tritón con una sonrisa brillante mientras desenreda la cadena de entre sus dedos, alzándola hasta que cuelga frente a su rostro.

—Devuelvelo. —pide con seriedad el gran hombre.

—¿Por qué? —juega el tritón haciendo un muy falso puchero. —He dicho que me gusta.

—No te pertenece.

—Fui yo quien te salvó, podría quedarmelo como una recompensa. No eres para nada ligero, brujo.

Geralt gruñe, apretando ahora ambas espadas en sus manos.

Entonces el tritón le mira con diversión, bajando su mirada para verle entre sus largas pestañas; todo un acto de coquetería. —Si lo quieres, ¿Por qué no vienes por él? —susurra con una voz suave y juguetona.

Geralt no le teme a las sirenas, pero todo ese acto es para atraerlo más cerca del agua, su elemento.

—No le temo a los peces. —se acerca Geralt con pasos fuertes y firmes.

El tritón parece ofenderse ligeramente por las palabras del brujo, pero en vez de quejarse, sonríe y dice mientras ve a los ojos dorados del hombre frente a él: —Lo sé. ¿A qué podría temerle el gran Geralt de Rivia? —Y como el brujo se lo esperó, Jaskier tira de sus tobillos hasta tenerle por completo en el agua.

Rápidamente Geralt nada hacia la superficie, alzando sus espadas frente a él en caso de un ataque; la risa de la sirena se escucha en todas direcciones.

—¿Cómo sabes mi nombre? —mira a todos lados en el agua. El lago no es tan grande, pero es algo hondo y cuando el agua es turbia es difícil ver en ella.

—¿Quién no conoce al temido carnicero de Blaviken? —susurra el tritón en el oído del brujo, detrás de él apoyando las manos en sus hombros. Geralt se gira con rapidez, pero otra vez a perdido a la criatura. El agua es turbia y la tierra bajo ella a sido movida para que sirva como camuflaje.

Geralt gruñe, esta jugando el juego del tritón y no le gusta para nada. Aquellos malvados y carnívoros seres les encanta jugar con su comida antes de acabar con ella y de Rivia no está de humor para ser el desayuno de nadie ese día.

—¿Donde estas?. —dice entre dientes más para si mismo.

—El gran lobo blanco, el brujo, se gana la vida como cazador de monstruosas criaturas en una tierra de magia y maravillas. —recita Jaskier como contando un cuento, mientras aparece frente a Geralt.  — Con sus dos espadas al hombro, la de acero y la de plata, acaba con mantícoras, grifos, vampiros, quimeras y lobisomes, pero sólo cuando amenazan la paz. —se acerca sin despegar la mirada del brujo. Frente a las espadas, se apoya en ellas cruzando sus brazos como si nada sobre estas. —Sarcástico, cínico y siempre errante, sus pasos le llevan de pueblo en pueblo ofreciendo sus servicios, hallando que a veces los auténticos monstruos se esconden bajo rostros humanos.

—Sabes mucho de cuentos. — menciona Geralt con sarcasmo sin moverse ni un poco aún cuando la cola del tritón juega entre sus piernas.

—Eres incluso famoso bajo el agua. Las historias corren rápido también entre monstruos. —dice Jaskier apoyando su rostro sobre sus brazos, mira a Geralt con una mirada inocente que cualquiera se tragaría. —Al principio creí que eras sólo otro humano-

—¿Así que ahora las sirenas salvan humanos?

—No. —responde el castaño de ojos claros; el humor ante esa idea se puede leer en ellos. —Pero luego vi esto. —dice alzando nuevamente el medallón ante ellos. —Este símbolo, todos lo conocen. Así que recordé tu historia y me intrigó que entre todas las personas con las que podría encontrarme, aparecieras tú.

Geralt, habitual en él, no dice nada, así que Jaskier sigue hablando porque es algo que disfruta hacer aunque a todos les parezca molesto.

—Entonces pensé: no puedo dejar morir a tal leyenda. Porque, bueno, seguro muchos me agradecerían, pero tus historias son mis favoritas del mundo humano. Así que te traje hasta aquí, este lugar a estado abandona por mucho tiempo y no sería un peligro para mi que alguien me viera.

—¿Cómo?

—Hay una cueva bajo la cascada, conecta con otras a lo largo de la montaña. Es divertido explorarlas cuando no hay nada que hacer.

—¿Te refieres a víctimas que cazar?— suelta el brujo con cierto tono que molesta a Jaskier.

—Todos tienen que sobrevivir de alguna forma. —Dice el tritón  colocando la cadena al rededor del cuello del brujo. —No todos fuimos hechos para representar historias heroicas. —Y sin más, se va dejando al brujo.

Geralt toma el medallón en su mano echándole una mirada. ¿Él, un héroe? ¿Qué clases de mentiras se decían las sirenas?

Nadando hasta estar fuera, se enoja al darse cuenta que debe volver a cambiar los vendajes de sus heridas. Sin embargo, mirando a la espada que daba por perdida, se alegra de haberla recuperado.

Tomando a Roach para alejarla del lago, el brujo le da una última mirada al agua. Nunca se había encontrado con una sirena o tritón, pero le a parecido este un encuentro muy curioso. Imaginó que terminaría peleando nuevamente por su vida, pero el tal Jaskier no parecía querer acabar con él.

Vagamente y sin profundizar en el por qué del pensamiento, se pregunta si volverá a ver a aquel tritón; además de hermosas y mortales, las sirenas son tan curiosas como las hadas.

El peligro de ver una sirena. [Geraskier]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora