Capítulo III

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A la semana siguiente, cuando Carlos fue a buscar a su mejor amigo, se extrañó que este no estuviera en el edificio, por lo que tuvo que preguntarle a una de las personas allí presente.

- Oye, disculpa, ¿de casualidad no has visto a Miguel? – pregunta Carlos a un joven como de 23 años, que se veía bastante alegre.

- ¿Bianucci? – pregunta el instructor de la academia.

- Sí, él. – responde Carlos.

- ¡Ah!, salió hace poco con Diana, creo que fueron a tomar algo en el cafetín que está a la vuelta de la esquina, deberías encontrarlos allí. – le comenta el joven.

- Gracias. – se despide Carlos.

El joven se apresuró a llegar al local que le había indica el instructor del nivel inicial de la academia, y tal como le dijo, encontró a su mejor amigo con Diana, decidió entrar para saludarlos y presentarse formalmente con la chica.

- ¡Qué casualidad encontrarte aquí! – miente Carlos acercándose a su amigo, mientras le hacía una mueca de cómplice.

- ¡Lo mismo digo hermano! – le responde Miguel quien había entendido a la perfección el gesto.

- ¿Interrumpo algo? – continúa el joven de 22 años.

- Oh, bueno, acabamos de ordenar algo hace poco. – responde el amigo más joven. – Por cierto, ella es Diana Cordero, te la presento. Diana, él es Carlos Manzzinni, mi mejor amigo.

- ¡Un gusto! – dijeron al unísono mientras se estrechaban las manos.

- Bueno, los dejo, pediré una bebida y continuaré mi camino, ¿nos veremos más tarde? – le pregunta el chico a su mejor amigo.

- Luego te escribo. – le responde Miguel.

La conversación que transcurrió entre Miguel y Diana, fue algo muy común, de personas que salen a conocerse un poco, preguntaron sobre sus oficios, Miguel le contó sobre su trabajo, y la chica le contó sobre sus estudios universitarios, hablaron un poco sobre sus hobbies, anhelos, ideales un poco sobre cómo han sido sus vidas desde que empezaron en la academia de baile, comentaron sobre sus amistades, entre otras cosas. Cuando se dieron cuenta, notaron que tenían bastantes cosas en común, por lo que sintieron una conexión especial.

Miguel acompañó a Diana hasta su casa, vivía relativamente cerca de la academia, y se despidió de ella con un cálido abrazo, que fue recibido de muy buena manera por la chica.

- Entonces, ¿cómo te fue en tu cita? – pregunta su mejor amigo llegando a casa de Miguel.

- Recién llegas a mi casa, y ¿eso es lo primero que preguntas? – le increpa el joven. – Saluda mi familia por lo menos. – añadió.

- ¡Oh, lo siento! – se disculpa Carlos de manera apenada con los padres de su amigo. – No me percaté de que estaban aquí.

- No te preocupes hijo. – le responde de manera muy amable el señor Valente, padre de Miguel, hombre de muy buenos valores y bastante comprensible, desde joven fue muy trabajador, y es lo que le inculcó a su hijo.

- Así que tuviste una cita. – apunta la señora Mercedes, madre de Miguel, ella era una señora que lucía bastante joven para su edad, siempre ha estado pendiente de cuidar su figura y su salud, madre ejemplar en donde se pare.

- No fue una cita, solo salí a tomar algo con una chica, eso es todo. – aclaró Miguel dando un largo suspiro.

Todo mi amor para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora