Capítulo IV

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- Cuéntame, ¿desde cuándo has tenido estos ataques? – pregunta el doctor García. Miguel había ido a una consulta con un cardiólogo debido a molestias que sentía cerca de su corazón.

- Realmente no sabría decirle, creo que la primera vez fue hace unos 3 o 4 años. – responde el chico. – No es muy común que me den esos dolores.

- Bien, por lo que me has estado contando, parece ser que es una angina de pecho estable. Esto es debido a que tu corazón necesita obtener más sangre, pero no le llega la suficiente, sucede por tu actividad física al esforzarte tanto en el baile, y también por los niveles de estrés que sueles manejar. – le explica calmadamente el doctor.

- ¿Es grave? –pregunta Miguel un poco asustado.

- Viéndote, te puedo decir con total seguridad que no lo es, pero sí debes tener precauciones y prevenir lo más posible estos dolores, ten, aquí te indico unos medicamentos que te ayudaran cuando te den esos dolores, y también te anotaré algunas cosas para que vayas bajando tus niveles de estrés. – le comenta el doctor García mientras le entrega unos papeles.

- Muchas gracias, estaremos en contacto si pasa algo más. – le agradece cordialmente Miguel.

- ¿Qué te dijo el doctor ese? – pregunta Carlos que estaba esperando a su amigo en el auto.

- Que todo está bien, es algo muy normal en las personas que se exigen al hacer actividad física. – le explica el joven.

- ¿Seguro? – pregunta no muy convencido su mejor amigo.

- Totalmente, así que no es necesario que tengas que contárselo a alguien. – le pide Miguel.

- Vale, será como tú digas. – termina de diciendo de manera no muy convincente Carlos.

Los amigos estaban en el cardiólogo, debido a la insistencia de Carlos, para que su mejor amigo se chequease, al tener un fuerte dolor en el pecho, que por más que intentase disimular, no podría engañarlo, lo conocía desde hace muchísimos años. Aun así, Carlos se dio cuenta de esto, porque estaba en la casa de Miguel, mientras le ocurría eso, como no vivía con sus padres, había entendido que ellos no sabían nada de que su hijo tenía esos tipos de dolores, puesto que le hubiesen pedido, que se mantuviera bastante cercano a él, por si debía de actuar en caso de algún ataque cardíaco.

- Miguel, ¿por qué tus padres no saben sobre esto? – pregunta Carlos entrando junto a su amigo, al departamento donde vivía.

- Porque se la pasarían todo el día pendientes de mí, y ya sé cuidarme solo, por algo me independicé. – le responde este de manera muy directa.

- Pero se lo debes contar, no es sano que les ocultes esto. – le reclama Carlos mientras habría la nevera y buscaba un par de bebidas.

- Lo haré, pero no ahora, y nuevamente te pido a ti, que lo mantengas también en secreto. – le increpa Miguel.

- Ya dije que lo haría. – le recuerda él mientras le lanzaba una de las bebidas a su amigo. – Ponte cómodo, iré a darme un baño. – añadió.

- Hazlo rápido, no quiero llegar tarde nuevamente la reunión semanal. – le pide Miguel.

- ¡Tranquilízate, sabes muy bien que esos idiotas nunca nos han podido ganar jugando dominó en parejas, por algo seguimos invictos! - le grita su amigo desde la ducha.

Todo mi amor para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora