Capítulo IX

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Al día siguiente, Miguel fue a visitar a su novia, puesto que ese día, era libre para ella en la universidad, salieron a pasear fuera de la ciudad unas horas, pasando el día en la playa más cercana, y también una de las hermosas que tenía la nación.

- Amor, te noto algo distraído, ¿estás bien? – pregunta Diana.

- Sí cielo, lo estoy. – le responde el chico enfocando su mirada en ella y dedicándole una sonrisa.

- ¿Seguro?, llevamos casi una hora aquí y no has ido a bañarte conmigo en la playa, has estado sentado en la arena en la misma posición. – insiste Diana, preocupada por su novio.

- De verdad mi cielo, estoy bien, es solo que últimamente no he podido seguir los pasos en la academia, por estar pensando en lo que pasó hace un par de meses. – le confiesa él.

- Amor, ven, vamos a bañarnos para que te sientas mejor y te olvides de eso por un rato. – la chica tomó a su pareja por las manos, y se lo llevó hasta el mar para que se bañase con ella.

- ¿Sabes algo? – pregunta Miguel.

- ¿Qué sabría? – responde Diana con otra pregunta mientras sonreía.

- El ver tu piel morena bajo el sol, de manera radiante, te imagino como la princesa Odaia, la hija menor y la más hermosa del majestuoso rey Soid Trinuo, aunque otra versión de la mitología hebrea, su padre es el Dios más poderoso. – le comenta el joven bastante emocionado.

- Cielo, no entiendo. – se excusa la chica con cara de confundida.

- Para simplificarlo, al verte así, imagino que eres la princesa de los cuentos que mi padre me contaba de pequeño. Eres su viva imagen, y es por eso que soy tan feliz estando contigo. – le explica el novio.

Diana besó fuertemente a su novio apenas terminó de contarle esa historia.

Pasaron la mayor parte de la tarde jugando en la playa y la arena, hasta que llegó la hora de volver a la ciudad, Miguel dejó a su novia en su casa, y se quedó un rato esperando que se bañara para terminar de quitarse la arena y la sal del cuerpo. Vieron una película que le gustaba a él; la chica se quedó dormida a mitad de la película, a lo que el chico la arropó, apagó el televisor, y salió de la habitación, habló un poco con sus suegros y se despidió de ellos.

Camino a su casa, recibe una llamada de Karla, por lo que tuvo que desviarse de la ruta para visitar a su amiga y entender por qué estaba llorando mientras hablaba por teléfono.

Al llegar, su amiga se encontraba destrozada, le contó que un familiar muy cercano a ella había muerto, y ella no había podido ir a despedirse por culpa de la policía, quienes todavía no le habían dado permiso de salir del estado ya que aún la tenían vigilada, por si ocurría un nuevo ataque contra su persona.

El joven tuvo que quedarse hasta muy entrada la noche consolando a su amiga hasta que pudiera dormirse tranquila. Cuando llegó a su casa, se dio una ducha y se durmió apenas tocó su cama, en ningún momento se percató de que había alguien más en su casa. 

Todo mi amor para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora