Capítulo V

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Durante los meses siguientes, previos a la evaluación de la academia, que decidiría quiénes pasarían al siguiente nivel, Miguel y Diana, practicaban juntos en sus tiempos libres, para ir afinando cualquier pequeño error que pudieran tener, en cada estilo musical que iban aprendiendo, lo que les hizo casi perfeccionarse cuando les tocaba bailar juntos.

Con respecto al trabajo, don Santiago le concedió el permiso al chico, de que solo trabajase mediodía, como había sucedido en sus primeros años de empleo, cuando era estudiante universitario, al haberse graduado, asumió por completo el horario laboral, pero por indicaciones médicas, debía volver a trabajar mediodía al menos un par de meses, para ir regulando sus niveles de estrés.

Si no quería contradecirse, Miguel debía tener menos exigencias físicas también al bailar, por lo que esas sesiones extras de baile con su pareja, debían de ser por un corto tiempo.

- Diana, mañana será nuestra prueba, y de verdad que estoy bastante nervioso. – le comenta el joven al terminar de practicar bachata con la chica.

- Para serte sincera, yo también estoy demasiado nerviosa, pero confío en que lograremos avanzar, porque hemos practicado muchísimo. – le comenta con una gran sonrisa mientras abraza a su acompañante.

- ¿Sabes?, logras hacerme olvidar las preocupaciones con tu linda sonrisa, me llevas a un plano, donde veo que todo estará bien. – le dice el chico respondiendo el abrazo, apoyando su mejilla izquierda, sobre la coronilla de Diana.

- Gracias... por tan lindas palabras que dices, tu corazón se siente bastante calmado, y eso me produce mucha paz. – Diana había recostado su cabeza sobre el pecho de Miguel, luego de que este le hiciese ese pequeño cumplido.

En ese instante, comenzó a sonar el celular de Miguel, por lo que ambos tuvieron que separarse del abrazo en el que estaban.

- ¿Aló? – contesta el chico.

- ¿Miguel, puedes... venir pronto... por favor? – Karla estaba llamando a Miguel entre llantos, a duras penas podía terminar de completar las palabras.

- ¿Qué sucedió? ¿En dónde estás? – pregunta claramente preocupado.

- Estoy en... en mi casa... por favor ven pronto. – le suplica nuevamente la chica.

- Vale, ya voy para allá, mantén la calma por favor. – le pide el joven, mientras se despedía de su compañera y salía presuroso a consolar a su amiga.

Miguel condujo lo más rápido que pudo para llegar hasta la casa de Karla, rezando para que no le hubiera sucedido nada grave. Al llegar, no podía creer la escena que estaba viendo, la puerta principal estaba totalmente destrozada, y la chica estaba terminando de hablar con un oficial, después de terminar de hablar, fue que él se acercó hasta ella, y esta lo abrazó fuertemente, al instante se le salieron algunas lágrimas.

- ¿Estás bien? ¿Qué pasó? – pregunta Miguel consolando a su amiga.

- Mira adentro. – le pidió ella mientras se separaban.

El interior de la casa de Karla, estaba totalmente destrozado, había muchas cosas rotas, porcelanas partidas en el piso, las paredes estaban rayadas, todo indicaba que había sido un ataque en contra de la chica.

Para Miguel fue un poco complicado tomar la decisión de que la chica se mudara a su casa mientras la policía resolvía el caso, pero quería que su amiga estuviera protegida, así que haría lo que fuese necesario, para protegerla, además que ella, ya no podría quedarse en su propia casa, porque se convirtió en la escena de un crimen.

- Gracias por estar pendiente de mí, en verdad eres un amigo grandioso. – le agradece la chica mientras llegaban a casa del joven.

- No tienes nada que agradecer, estoy seguro que tú harías lo mismo por mí, si yo me encontrase en esa situación. – le responde el chico con una sonrisa. – Puedes quedarte en el cuarto de invitados, allí suele dormir Carlos las veces que salimos de noche y soy yo el que conduce, o las veces que no quiere que alguna chica lo encuentre en su departamento. – añadió con una carcajada.

Todo mi amor para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora