Ocho: Un café y un pequeño cigarro.

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Luego de perder todo, peleas sin consciencia, rememorando todo lo que te quitaron. Pierdes todo lo que alguna vez tuviste, y luego de aquello. 

No tienes nada que perder. 

Peleas por los que sí tienen algo, y peleas por lo que tus recuerdos te dan. Lo que alguna vez tuviste pero ya no tienes miedo a perder ya que no existe. Un miedo disipado porque destruir todo no es nada con lo que te destruyeron a ti. Quizá por eso existen algún tipo de estallidos sociales, o disconformidad. Porque hay algunos que sobran, algunos que ya no importan y patean piedras a un lado. Los que sonríen diciendo que no sirven, y los dejan a un lado por su inutilidad. 

La gente que no tiene nada, no tiene nada que perder, así que luchan con su mayor fuerza. Pelean con su mayor energía, con lo que más tienen, con lo que más aguantan. Se enfrentan a todo sin importar nada. Se enfrentan a todo y nada si es necesario para que nadie más tenga que sufrir eso.

Quizá por eso hay gente que estudia algún tipo de rama en la medicina, porque no quieren que nadie sufra más una herida tan enorme como lo era perder a un ser querido.

Quizá por eso hay gente que estudia o entrena para ser policía.

Y los que ya perdieron todo, pelean por los que tienen todo, o alguna vez lo tuvieron.

Pelearé porque no tengo más que perder. 

Muchas veces he escuchado eso. Cuando mi madre fue diagnosticada, cuando pude sentir sus abrazos reales, cuando peleábamos y luego hacíamos las paces. 

Podía ver siempre sus ojos llenos de rabia, de amargura, de algo que quedaba escondido en su alma. Porque siempre dicen que los ojos son las ventanas del alma, lo que te deja ver todo dentro. ¿Por qué sí sonaba cierto? ¿Por qué mi madre se veía tan enrabiada con todo lo que alguna vez perdió? Cuando mi padre se fue de casa una vez luego de una pelea, o mi tía se peleó con ella. Al fin y al cabo, nunca tuvo a alguien además de mi. Quizá por eso no tenía nada más que perder además de sus recuerdos. Tal vez, y sólo tal vez, sus recuerdos al fin y al cabo era lo único que le quedaban.

Y...

De igual forma 

Terminó olvidándolos...

Era de día, había salido temprano del trabajo, ya que mi cuadro de ansiedad en esta semana había sido brutal, y mi jefe por una vez fue bondadoso y me dejó salir antes. Al menos tenía corazón el hombre. 

Estaba sentado a un lado de mi madre, leyendo, en la pequeña acogedora y linda biblioteca. Sinceramente le iba susurrando pequeñas líneas, pese que ella no estaba escuchando debido a su profundo sueño. Sus párpados caídos me lo indicaban.

De igual forma, le leía, como ella lo hizo en algún momento cuando ella estuvo conmigo leyéndome incluso después de quedarme dormido. 

Era sencillo, pero me gustaba. 

Cuando di un bostezo, me levanté, dejé el libro, me fui a buscar a Mingyu. Había sido demasiado amable este último tiempo y tenía unas galletas que había hecho. Quizá no eran las mejores galletas, ni yo el mejor chef, pero era un buen método para agradecerle. 

Al ir al pasillo de las residencias de abuelitos, pude ver a una chica, quizás de unos veinte años, un poco cerca de Mingyu hablando. Mingyu parecía incómodo. Mi ceño se frunció. ¿Por qué tenía rostro incómodo?

De igual manera me acerqué y vi a la chica sobresaltarse al verme acercarme. En cambio, Mingyu sonrió más tiernamente al verme. 

—Hola.—Saludé, deteniendo el paso de ambos.—Te estaba buscando...

—No sabía que hoy vendrías, generalmente los martes no vienes.—Inclinó su cabeza en modo de pregunta, mientras la chica cambiaba miradas entre ambos. La estábamos ignorando de tal forma que sinceramente casi no sentía su presencia. Era incómoda de igual forma.

—Sí, hoy salí más temprano... Tuve un problema en el trabajo.—Mingyu alzó las cejas, sorprendido.

—¿Por? ¿Pasó algo grave?—Acarició mi hombro. La chica parecía molesta por algún motivo. ¿Acaso creía que nosotros estábamos coqueteando? ¿O ella estaba coqueteándole a Mingyu? Quizá ambas.—Puedes contarme si quieres. 

—No... Sólo fue un pequeño cuadro de ansiedad.—Reí nervioso, mientras la bolsa que cargaba se me hacía más pesada de lo que en verdad era. Que extraña sensación. Mi cuerpo temblaba ante su tacto, incluso si era amistoso y sobre mi hombro, no lo sentía tan lejano como antes. Es demasiado extraño, y la boca de mi estómago estaba sufriendo esas consecuencias también.—Ya sabes, tengo muchos problemas últimamente. 

—Lo sé. ¿Quieres hablar?

—Estás un poco ocupado ¿no?—Dije mirando rápidamente a la chica. 

—No, sólo debo...—Miró a la chica y le sonrió.—Debo irme, ¿Podemos hablar luego?

—No, estás ocupado. Debo irme a casa.—Sus tacones resonaron lejos. Mingyu se encogió de hombros y luego me abrazó para llevarme a la sala de descanso. 

Ahí mismo me sirvió la típica taza o vaso con café, y luego me llevó a la ventana para mirar ambos el paisaje. Era lo suficientemente amplia para poder estar juntos sin toparnos mucho los codos.

—Esta ventana es de las pocas que no tiene nada de rejas o mallas.—Rió bebiendo de la taza.—Me gusta quedarme aquí unos minutos antes de seguir trabajando, sobre todo por la mañana. Generalmente ahí el aire es más ligero....

—Me gusta este lugar.

—¿Por? Sólo es una sala de descanso.—Rió ante mi comentario. 

—Porque...—¿Cómo decir que aquí fue cuando más lo conocí?—Porque es bonito, se ve el paisaje, y puedo estar contigo sin abuelitos interrumpiendo.

—Tienes un gran punto. 

—Sí, tal vez.—Reímos juntos, y nos miramos. El paisaje parecía menos importante que todo. Parecía mucho mas absurdo que nuestros ojos encontrándose en una especie de conexión que juraba que tiraba ciertas chispas. Una conexión que me hacía el cuerpo vibrar, sintiendo casi mis piernas temblar. ¿Qué era esa mirada de deseo que me tiraba de vez en cuando?

Nos quedamos callados. 

No dijimos nada más. 

Pero dejé caer mi cabeza en su hombro, suspirando al sentir su calor sobre mi oreja. 

—¿Estás muy angustiado?

—Demasiado.

—Todo estará bien, Wonwoo.—Susurró mi nombre, mientras bebía de su último sorbo de café, tragando y sonando en su garganta.

Si esto era lo último que me quedaba.

No dudaría nunca en luchar por ello.

«Remember»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora