LONDRES

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Fantaseamos realidades ajenas a nuestros mismos, aprendemos a jugar con fuego sin saber lo que es quemarnos, nos comportamos como mayores porque creemos que nuestra vida será como pensamos, sin saber que te encontrarás a seres que lo cambien todo, que le den la vuelta a tu vida y lo pongan patas arriba, personas que te cogen de la mano y te suben al cielo sin quitar los pies del suelo,personas que nos cambian y dan lo mejor de cada uno, al fin y al cabo, personas...

Empezábamos a crecer y creemos todo aquello que un día nos contó Peter Pan, su mundo al Nunca Jamás, y sobrevolar aquella cuidad londinense sin miedo a caer. Pero maduramos y nos sumergimos en esa edad en la que nadie quiere conocernos, nos volvemos peligrosos porque nos planteamos verdades a las que tenemos miedo a enfrentarnos,verdades que hacen que dejemos de ser quienes somos, y ahí es cuando vemos el miedo en ojos ajenos, miedo a que cambiemos el mundo, que le demos la vuelta, juguemos con todo aquello que un día ellos hicieron, porque en el fondo saben lo que viene detrás, porque ellos cayeron y no había nadie para cogerles de la mano. Conocen lo que hay bajo de ese acantilado, el cual jugamos sin tener miedo a las alturas. Y es otra vez cuando el miedo juega con nosotros, es ese fuego que nos come por dentro y nos impide conocer aquello que de verdad queremos. Pero ahí es cuando con los pies en la tierra y el cuerpo en el cielo, aprendemos a luchar por cualquier obstáculo cual pequeño sea para nosotros, nos unimos y con miedo en el cuerpo descubrimos todo aquello que le mundo se dejo atrás, por el simple hecho de correr, de crecer, de madurar, de querer ser lo que un día vamos a dejar de ser. Porque a veces nos asustamos, y decidimos mirar al miedo a los ojos y contarle que ya no le tememos, que todo va a ir bien, que nuestros pies siguen en el suelo mientras que nosotros seguimos volando en ese país al que tanto le temíamos, mientras que alguien nos coge y susurra a los cuatro vientos que todo va a ir bien.

Y es que a veces pensamos demasiado y sentimos muy poco, y pensamos por que crecemos, crecemos por ese miedo a las alturas y al pensar que nadie va a estar ahí para cogernos, que nos van a soltar sin tener los pies en la tierra y caer sobre esa cuidad que tantas veces habíamos sobrevolado. Crecemos por miedo a caer, y maduramos por miedo a descubrir que esa cuidad no era la que nosotros no habíamos construido, no era la nuestra

Sueños SoñadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora