Lejos de ti

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- Shinsuke, deberías comer- Le dijo Bansai a Takasugi entrando a la habitación

Ya habían pasado tres días desde que Bansai secuestro a Hijikata y hace dos días, habían cambiado a Hijikata a una habitación mejor que la de la enfermería.

- Lo haré, ¿Puedes traerlo aquí? Lo comeré mientras cuido de él- Respondió Takasugi sin apartar la mirada de Hijikata

Ya le habían retirado las vendas de la cabeza y el parche de su mejilla. Takasugi entonces aprovechando aquel silencio, acarició suavemente la mejilla de Hijikata. Su piel era suave y se sentía bien al tacto.

- Shinsuke- Volvió a hablar a Bansai acercándose un poco más- el doctor te dijo que él esta bien, va a despertar pronto y sus heridas no son tan graves, estará bien. Te la has pasado aquí dos días enteros, debes descansar Shinsuke

- Parece una ilusión el tenerlo aquí- Dice Takasugi pasando su mano por el cabello de Hijikata, apartándole un mechón de cabello de su frente- no quiero dejarlo solo

- Estoy seguro que estará bien por unos minutos

Takasugi suspiro y acepto.

- Quédate con él- Ordenó Takasugi- dormiré una hora y volveré

- De acuerdo, no olvides comer algo

- Si, si...

Bansai observó al doncel en la cama. Su cabello como la noche, su piel porcelana y sus ojos azules. Sus ojos eran profundos. Iguales al salvaje y profundo océano.

Un gusanito de curiosidad le nació y acercó su mano a la mejilla del subcomandante demoníaco. Era suave. Pero Takasugi se fijo en algo más que su físico.

- Eres lindo, debo reconocerlo...

Hijikata arrugó el ceño y poco a poco despertó, siendo cegado por la intensidad de la luz del cuarto. Cuando se dio cuenta de que no estaba solo en la habitación, dio un saltito al darse cuenta de quién era. Bansai, miembro del Kiheitai.

- ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó?- Hijikata estaba molesto por la luz y su acompañante y confundido por no saber que ocurrió

- Tranquilo, la pelea termino, tus heridas ya fueron tratadas

- ¿Van a matarme?- Hijikata no tenía miedo de morir, pero apenas había iniciado su relación con Gintoki y estaba tan feliz

Incluso los chicos ya lo habían aceptado como miembro de la Yorozuya, para ellos él era parte de su familia. Y para él era igual. Se sentía igual con los chicos. Les tenía cariño, no soportaría no haberse despedido de ellos ni de Kondo-San o Sougo. O de Yamazaki, Tetsu y Otose-San.

- No, nadie va a lastimarte, estás aquí por otra razón

- Entonces...- Hablo sin saber que estaba pasando, y el hecho de no saber lo que le harían, lo angustiaba más- ¿Qué hago yo aquí? ¿Cuál es esa razón? Dímelo

- No puedo decírtelo

- ¡Oye! ¡Debes decirme por qué estoy aquí!- Hijikata se sentó de golpe pero rápidamente Bansai lo volvió a acostar

Hijikata lo permitió. No era conveniente pelear. No estaba atado y bien podría correr, pero estaba solo en terreno enemigo. Debía ser precavido. Además, no parecía que quisieran lastimarlo. Quizá en eso Bansai decía la verdad. Aún así, estaría alerta.

- Eres fuerte. Ese hombre tiene suerte de tenerte

- Hablas de Gintoki- Aseguró Hijikata sorprendido de que lo supiera

- Así es. Me retiro. En un momento vendrán a hacerte compañía- Dijo Bansai saliendo de la habitación

- ¿Compañía? ¿De que mierda habla?- Se cuestionó Hijikata ligeramente angustiado- Gintoki... ¿Dónde estás, amor?

¡¿Dónde Está Mi Mayora?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora