Una lágrima

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- ¡Ah, e-espera!- Exclamó Hijikata tratando de quitárselo de encima- ¡Quítate! ¡Déjame!

- ¡No! ¡Ya fue suficiente!

Takasugi sostuvo con fuerza a Hijikata de las muñecas, poniendo sus manos arriba de su cabeza. Lo tomo con algo de brusquedad de la barbilla para que lo mirará fijamente.

La mirada de Takasugi era diferente ahora. Salvaje. Casi animal.

Hijikata estaba a su merced y perdería. De eso no tenía duda. Sería comido vivo.

- Esto te hará caer, y a mi llorar, pero ya me cansé de esto

...

Takasugi acarició suavemente la mejilla de Hijikata, quién lo miró desafiante.

- ¡Suéltame!- Replicó Hijikata, tratando de liberarse del agarre de Takasugi

- Quédate quieto- Ordenó Takasugi con la mirada opaca, lo que haría se estaba manifestando en él- si no lo haces, esto te dolerá terriblemente- Amenazó Takasugi

- ¡Suéltame, déjame ir maldito bastardo! ¡Déjame ir!

Takasugi sostuvo con fuerza a Hijikata de sus brazos, aplicando bastante fuerza. Abrió el kimono de Hijikata, contemplando el pecho blanquecino. Pero Hijikata no se quedaba quieto, pataleaba, así que Takasugi le dio un fuerte golpe en la boca a Hijikata, sacándole sangre y dejándole aturdido. Cuando se recuperó del golpe, él lo miraba fijamente. Sus ojos estaban nublados por algo más que irá.

Hijikata sabía lo que Takasugi le haría.

- ¿Qué?- Cuestionó Takasugi con un toque de cinismo- Seguro que estás pensando "¿Por qué está haciendo esto si dijo que me ama?" ¿Verdad? Pues déjame decirte esto Toshiro-san

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- ¿Qué?- Cuestionó Takasugi con un toque de cinismo- Seguro que estás pensando "¿Por qué está haciendo esto si dijo que me ama?" ¿Verdad? Pues déjame decirte esto Toshiro-san...- Takasugi lo tomo de la barbilla- ¡Ya me cansé de que constantemente me recuerdes que amas a Gintoki!- Grito colérico, apretando el agarre en Hijikata- ¡Me duele el pecho cuando hablas de él! De seguro... qué ya lo hicieron, ¿Te gustó? ¿no es así? Pues ahora... ¡Estarás conmigo!

- ¡No!

Hijikata pateó a Takasugi en la cara, pero este no lo soltó. Volteó el rostro, reflejando una mirada de completa furia. Takasugi entonces le regresó el golpe a Hijikata. Le dio una fuerte cachetada en su mejilla, dejándole la piel roja. Su mano marcada en la piel de Hijikata.

Takasugi sabía que se arrepentiría más adelante de lo que estaba haciendo; pero quería hacerle entender a Hijikata que no bromeaba. No iba a permitir que siguiera negándose a él de ese modo. Aún si la decisión le rompía el corazón.

Con el obi del kimono de Hijikata, Takasugi amarró las muñecas del subcomandante. Lo más apretado posible. Sabía de la fuerza de Hijikata. Sabía que habría una posibilidad de que se soltará; por esa razón tenía un as bajo la manga.

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